Necrológicas

– Clemente Andrade Aros
– Mario Oyarzún Mancilla
– Edith Serón Contreras
– María Elisia Alvarado Soto

El pago de Chile

Por Arturo Castillo Cabezas Domingo 14 de Enero del 2024

Compartir esta noticia
439
Visitas

Han pasado recién 13 días desde que nos estuvimos abrazando y formulando buenos propósitos y, tristemente, compruebo que no funcionó y seguimos pegados en las mismas malas costumbres, como son el chaqueteo y la suspicacia.

En efecto, la mayoría estamos informados de que un ex candidato a senador que fue procesado en un ya casi convenientemente olvidado caso de financiamiento ilegal de la política, y que como toda persona que ha usado malas prácticas, tiene derecho a la redención, lo hace desde su nueva función de “lobbysta”, es decir, intermediador regulado entre quienes necesitan algo y quienes podrían concederlo. Esa persona, digo en una actitud que lo enaltece, y dejando de lado según ha declarado, los honorarios que su actividad le reporta, ha realizado patrióticas reuniones privadas (algunos mal intencionados hasta las tildan de secretas), para unir a este país tan dividido, partiendo por invitar durante varios meses a cenar  a su casa a no pocos personeros de peso del sector público y el sector privado, llámense ministros de Estado, parlamentarios, dueños o mandamases de grandes empresas, u otras personas de bien.

La suspicacia y la maledicencia de la que no logramos desprendernos nos ciegan al punto de no querer ver la tremenda vocación de servicio público y la humildad que se requiere para hacer, sin aspavientos, cosas que en otros tiempos se hacían con gran boato, escolta de seguridad, harta prensa y en lugares públicos como cierta CasaPétrea o algo así, en que los mismos personajes -literalmente casi todos, porque pese al tiempo transcurrido siguen siendo los mismos- se juntaban a comentar los últimos triunfos de la “Selección”, los sombreros de la Reina Isabel (q.e.p.d.) o la maravilla que sería el puente Cau Cau y cosas así. Nada que fuera a afectar la transparencia, ni generar vínculos espurios. De tales rimbombantes y poco discretas reuniones, nunca se supo quien pagaba la factura.

Por ello, es todo un avance el que nuestra “clase política” y la empresarial hayan hecho este viraje hacia la humildad y la discreción, sin llamar a la prensa como solían hacer por la más baladí de las “cuñas”, y hayan optado por juntarse discretamente, en casa de alguien que se aviniera desinteresadamente a servir de anfitrión y, además, -según ha dicho éste- poniéndose él mismo con el agua de la llave y los canapés de mortadela que suelen consumir, de modo que ahora con toda transparencia, sabemos de dónde vino la plata para pagar los convites. Pero, nuestra mala leche nos nubla la visión y nos negamos a verlo tal como fue.

Convengamos en que nuevamente aparece aquí otra de esas malas costumbres que hemos ido desarrollando, en este caso más recientemente, y que consiste en que alguna prensa se ponga a intrusear y hacer la pega antes de que lo haga la Contraloría, el SII, las “Comisiones de Ética”, y tantas instituciones que según decía sabiamente uno de los habitúes de “CasaPétrea”, hay que dejar que funcionen. Resultado: quienes no se hacen los lesos o prefieren no enterarse de nada terminan divididos o, a lo menos, enrabiados, con lo que se causa un nuevo daño al “alma nacional”.

Así las cosas, hago un fuerte llamado a mis lectores, para dejar de lado toda suspicacia. Efectivamente si los ministros de Economía y de Medio Ambiente se juntan discretamente con los mandamases de la pesca y la salmonicultura, es para pasarse datos respecto a qué tipo de cucharita es mejor para la madrugada, que largo de caña es mejor para la pesca con mosca, recomendar el “catch and release” y recordarse de no ser -perdón, digo usar- terribles. Y en otras de estas reuniones seguramente se revivió esa bella costumbre que recomendaba cierto almirante y que es el criollo juego de la payaya. En fin, no sabemos, pero según dicen los que fueron, la cosa iba por ahí.

Lo peor de estas malas costumbres nuestras acicateadas por la prensa es que se perdió la sorpresa que seguramente estos altos personajes nos preparaban, porque es de suponer que en algún momento, cuando el horno estuviera listo para esos bollos, nos iban a contar a todos -por los medios de comunicación ad-hoc- que habían realizado ese esfuerzo patriótico de restarle tiempo a sus familias y dedicarlo sin cobrar horas extraordinarias a practicar el altruismo para lograr la unión de este país tan divido, cumpliéndose así las intenciones de su generoso anfitrión.

Es de esperar que para el próximo Año Nuevo nos tomemos en serio nuestros propósitos y cambiemos, porque así, con “el pago de Chile”, no podemos seguir. Lo bueno es que, al menos, el anfitrión ya ha dicho que perseverará en su esfuerzo de reunir a moros con cristianos, judíos, jacobinos y capaz que hasta a algunos sindicalistas. Interesados en la omertà -perdón, en la discreción- siempre van a haber.