Necrológicas

¿Soberanía alimentaria en Magallanes?

Por Emilio Boccazzi Campos Lunes 14 de Febrero del 2022

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Desde un tiempo a esta parte, he escuchado frecuentemente el concepto de “soberanía alimentaria”. Como todo, he reflexionado cómo nos encontramos en la Región de Magallanes, respecto de esta realidad. ¿Qué tan soberanos somos los magallánicos respecto de nuestra alimentación? ¿Hay alguna cercanía con conjugar los principios consensuados de lo que se define como soberanía alimentaria?

Dentro de los principales ejes que se definen en esta materia están, el apoyar la producción de la agricultura familiar. Así también, el promover la producción agroecológica y aportar en la consolidación y sustentabilidad de experiencias asociativas de producción de alimentos. Fortalecer la oferta de productos alimenticios variada y con una escala acorde a la demanda local y regional. Y, por último, fortalecer los circuitos cortos de distribución de alimentos y promover el espíritu asociativo.

En ese contexto ¿Cómo se está apoyando a los pequeños productores? ¿Qué brecha de producción hay en ciertos cultivos comprobados y probados sistemáticamente? ¿Hay canales de venta? ¿Qué pasó con el edificio de ex Adelco, que se compró para convertirlo en el mercado hortofrutícola? ¿Es lógico que los productores locales sigan vendiendo esporádicamente en colegios o, es mejor tener un lugar con arraigo, propio y permanente? ¿Es factible incorporar otros productos a cultivar en la región?

¿Será factible que la Región de Magallanes establezca una estrategia real y concreta, respecto de los productos hortofrutícolas y su potenciamiento y promoción, para realmente salvar la brecha y la excesiva dependencia con los productos foráneos? ¿Qué y cuánto podríamos producir? Con la crisis hídrica del resto del país, con los diversos conflictos y con los crecientes costos del transporte, no será de una vez por todas necesaria, una reflexión y el establecimiento de una ruta de trabajo medible y concreta de ponerse a producir en distintas escalas.

Si analizamos nuestra historia reciente, es decir la historia de hace 40, 50 ó 60 años, en la Región de Magallanes, existió una potente red de agricultura familiar, de quintas y huertas notables de subsistencia familiar, así como agricultura familiar campesina. Cada casa y familia, en sus adecuados terrenos, poseía una quinta, donde la papa, lechuga, nabos, rabanitos, ruibarbo, zanahorias y en general muchos productos denominados como tubérculos y, en muchos casos en el pequeño o gran invernadero, los productos complementarios.

Esto fue desapareciendo, por un cambio cultural, porque las abuelas o madres principalmente ya no estuvieron, porque los terrenos fueron mutando hacia la densificación casi inhumana. Los terrenos cada vez más pequeños. La comodidad, probablemente de ir a la góndola del supermercado atentó con este espíritu que dio soporte y comida a nuestras generaciones que nos precedieron. Nuestros padres y abuelos y nosotros mismos en nuestra niñez (hablo en primera persona por que lo viví), comimos más sano y más económico por esta cultura de producir una parte de nuestros alimentos.

Sin duda, estos factores y muchos otros han atentado. Pero la crisis mundial, los canales de distribución que se ven en cualquier momento cortados, la desproporción que ciertos productos tengan que recorrer más de 3 mil kilómetros para llegar a nuestra mesa, hace urgente redefinirnos y ser más autónomos, independientes y soberanos para acuñar este “chic” término.

En esta constante inquietud, debo indicar que hace muchos años, conversando con el padre de mi gran amigo Pancho, el tío Pedro Martinic, me habló de que recordaba de la existencia en algunos predios rurales, de la existencia de cultivos de “Trigo Siberiano”. Buscando en el gran diccionario universal como es el Google, he podido aprender que el denominado Trigo Siberiano es el trigo sarraceno. Que en realidad no es un trigo, ni un cereal, ni una gramínea, sino que una semilla que viene de una planta de flores blanca. También se le conoce como alforfón y que entre otros es la materia prima para los famosos tallarines japoneses “Soba”.

Pero lo más importante, es que la harina que se obtiene del alforfón o trigo sarraceno, es utilizado para todo tipo de preparaciones, como panes, panqueques y masas. No tienen glúten y contiene los aminoácidos esenciales y entre otras propiedades, mejora la circulación sanguínea, es antiinflamatorio, reduce el colesterol y el riesgo de enfermedades cardíacas. Es decir, en términos de salud, una maravilla. ¿Quiénes son los principales productores en el mundo? Rusia, China y Ucrania.

¿Tienen estos países mejores condiciones de clima que nosotros? La duración del cultivo del alforfón, es de ciclo corto. Tres a cuatro meses. ¿Podemos con estrategia, fomento y recursos poder estimular un producto que podría en un mediano plazo, darnos independencia, lo cual tarde o temprano será cada vez más necesario? ¿Nos pondremos a pensar y actuar, o quedaremos impávidos y preferiremos seguir siendo completamente dependientes en nuestra alimentación? Noticia en desarrollo.