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“Patagonia Express” Luis Sepúlveda (1ª parte)

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 6 de Diciembre del 2020

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Luis Sepúlveda Calfucura (Chile, 1949 – España, 2020) fue un escritor exitoso y súper ventas desde su libro “Un viejo que leía novelas de amor” (1988). Traducciones, ingresos millonarios, fama, guiones para el cine y otros aditamentos fueron el sello de una carrera truncada por la pandemia que nos azota, cuando no pudo ganar una batalla de siete semanas al virus en abril pasado.

A Sepúlveda le pasó lo mismo que a varios chilenos (as) que han triunfado en el escenario mundial de la literatura; baste citar a Roberto Bolaño e Isabel Allende para que nos vengan a la memoria desde las estigmatizaciones de literatura fácil, hasta la anulación pública de la condición de compatriotas, como si vender muchos libros y acumular galardones internacionales fuera sinónimo de escritura liviana y apátrida. Pero a ello también contribuyó el propio Sepúlveda: “Soy un individuo con muchas patrias, o tal vez con ninguna. Indudablemente, quiero mucho a mi país, pero no daría la vida por él” (https://www.sech.cl/macondo-vs-mc-ondo/). Y a propósito de Bolaño, éste expresó respecto de su colega: “Sepúlveda debería pedir perdón de rodillas en una plaza pública por lo mal que escribe” (http://www.santiagocultura.cl/luis-sepulveda-la-leyenda-de-un-escritor/ ).

Cualquier incursión en la web en busca de sus antecedentes arrojará como resultado referencias al éxito arrollador de su literatura (mejor valorada por el gran público lector, que por la crítica especializada) y a una vida con episodios casi de leyenda, que incluso le han valido el mote de mitómano en algunos artículos de prensa en Chile; el escritor contraataca: “La envidia podría ser el principal rubro de exportación de Chile” (http://www.letras.mysite.com/sepulveda250103.htm ). Esta dualidad de realidad y leyenda de vida se proyecta a su trabajo literario.

Sepúlveda nació en Ovalle en 1949. A los 17 años se inició en el periodismo y a los 16 se había enrolado en un barco ballenero motivado por las historias de Francisco Coloane, uno de sus inspiradores, al igual que Ernest Hemingway. Autodidacto, reconoce que su único maestro fue el poeta Pablo de Rokha. Trabajó como libretista radial y estudió teatro en la Universidad de Chile (montó obras junto a Víctor Jara).

Colaboró activamente en el gobierno de Salvador Allende, como interventor de una agro industria y en la Editorial estatal Quimantú, también formó parte de la escolta del Presidente, el Gap (Grupo de Amigos Personales). Luego del golpe de Estado de 1973, fue prisionero político durante poco más de dos años. Partió al exilio y su destino era Suecia, pero se quedó en Argentina, desde donde salió a recorrer América y en 1979 formó parte de la guerrilla sandinista de Nicaragua. Su próxima estación fue Hamburgo, Alemania, donde ofició como corresponsal de prensa y se integró a la organización ecologista Greenpeace. Luego de catorce años en la ciudad germana, se radicó en Gijón, España. Aparte de su propio trabajo, se empeñó en difundir el de escritores chilenos en Europa, principalmente Francisco Coloane.

La obra de Sepúlveda explora la memoria, por muy dolorosa que ella sea, el ser humano en su íntima dimensión, y en la relación con su entorno y las contradicciones políticas, todo ello por medio de novela, teatro, cuento, crónica o diario de viaje, en un lenguaje simple y directo, de muy fácil lectura.

Entre algunas de sus publicaciones se puede mencionar: “Un viejo que leía novelas de amor” traducida a 60 idiomas y con 18 millones de ejemplares vendidos, “Patagonia Express”, “Nombre de torero”, “Mundo del fin del mundo”,  “Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar”, “El poder de los sueños”, “El Uzbeko Mudo y otras Historias Clandestinas”, “Historia de un Perro llamado Leal”, “El Fin de la Historia”, “Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud” o “Historia de una ballena blanca”.

El próximo domingo entraremos de lleno en “Patagonia Express” (1995) un texto que se nos presenta como Diario de Viaje, pero también como novela y donde aparecemos nosotros, los patagónicos: intentaremos discernir si es lo uno o lo otro y en función de ello, daremos nuestra opinión.