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Club de tenis de mesa Speedball aprovecha el buen clima para realizar entrenamientos adaptados

Jueves 11 de Febrero del 2021

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Aunque los mensajes de las autoridades apuntan a no bajar la guardia con respecto a la pandemia, evitando reuniones sociales, encuentros masivos, y práctica deportiva que superen los aforos permitidos, entre otras disposiciones, lo cierto es que para los niños y niñas, es imposible seguir encerrados en casa y más aún en estos días de verano, en que el calor se ha hecho presente en toda la región. Punta Arenas ayer tuvo una temperatura de 22 grados y el martes, de casi 25, lo que llevó a que la comunidad aprovechara de acudir a los parques, plazas y a la costanera.

Pero además del descanso, algunos aprovechan la oportunidad para practicar deportes, aunque igual con restricciones. Solamente se permite un aforo máximo de 10 personas, aunque sea al aire libre, con distancia física y uso de mascarilla. Así y todo, para quienes practican alguna disciplina deportiva, lo que sea es mejor que estar en clases online.

En una de las canchas interiores del parque María Behety, el club de tenis de mesa Speedball, realiza clases todos los días, desde las 18 horas, con algunos de sus promisorios deportistas. Chicos y chicas que retomaron los entrenamientos, después de un año frente al computador y sin competir. Y si bien aún no pueden participar de torneos y tampoco jugar partidos entre ellos, por ser un deporte indoor, sí han podido mejorar la técnica y desplazamiento.

El profesor a cargo de los entrenamientos, José Luis Maldonado, explicó que “hacemos trabajo físico, calentamiento, activación muscular, y físico-táctico, que es trabajo de sombra, para perfeccionar la técnica, ya que no podemos trabajar en mesa aún. En recintos cerrados recién podríamos practicar en Fase 3. Aquí tenemos dos niños que son paralímpicos, que están entrenando para la clasificación al Sudamericano en Cochabamba. Esperamos pasar a Fase 3 para volver a ocupar mesas, porque el año pasado se hizo todo online y los chicos se mantuvieron entrenando de esta forma”.

El calor hizo que cada tanto, los niños tuvieran que hidratarse y ponerse bajo la sombra, pero todos están contentos de volver a entrenar, aunque aún no puedan jugar.

Salvador Valle tiene 12 años y pasó a séptimo básico en el Liceo San José. “Llevo casi dos años practicando tenis de mesa, el año pasado no daban ganas de entrenar, ya que uno de los factores importantes para mí es estar con mis compañeros, y era aburrido practicar online. Ahora por lo menos, puedo estar con mis compañeros, y no tan aburrido en casa. Hacemos trabajo físico, trote, sombra, que es hacer tenis de mesa pero sin la mesa, y luego elongación. Más que entrenar, la idea es mantener el nivel”.

A su lado, Cristopher Soto, de 17 años, es uno de los tenimesistas paralímpicos que pertenece al club. El estudiante de cuarto medio del Colegio Pierre Faure presenta desde nacimiento, meningocele, pie bot y subluxación de cadera.  “Llevo casi dos años practicando. Empecé porque mi compañera Consuelo Bahamonde le preguntó a mi hermana si quería entrenar. Ella dijo que no, pero me dijo si me interesaba y así fue como llegué. El año pasado no tenía muchas ganas de entrenar, estaba estresado por cosas del colegio. Ahora ha sido súper bien, traemos mascarilla, alcohol gel y agua”.

Consuelo Bahamonde ha sido seleccionada chilena, tiene 14 años y cursa primero medio en el Colegio Pierre Faure. “Fui seleccionada el 2019 para el Sudamericano en Ecuador y el Latinoamericano en Puerto Rico, me fue bien, para ser la primera vez, fue una bonita experiencia. En el Latinoamericano le gané a la uno de Colombia y di lo mejor de mí. El año pasado no alcancé a quedar en la selección, pero eso no fue obstáculo para seguir entrenando, igual costó mucho adaptarse a lo online, es molesto e incómodo, pero se pudo. Mi objetivo ahora es seguir entrenando y avanzando en los estudios, me sorprendió mucho mi rendimiento, porque creí que el deporte me iba a molestar con el tema del colegio, pero con el tiempo, me he dado cuenta que se pueden hacer las dos cosas de lo más bien”.

Finalmente, Tamara Huenchur, de 11 años, practica desde hace cuatro años. “Mi papá jugaba tenis de mesa. Ha sido bonita experiencia, hemos ido a hartos lados. Yo jugaba en casa con él, pero era muy limitado el espacio. Teníamos que correr los sillones para poder practicar y es fome, a veces se cortaba la conexión”, recordó la estudiante de sexto básico de la Escuela La Milagrosa. “Ahora es más divertido, estamos al aire libre, podemos calentar, y en cambio en la casa teníamos solamente un ‘cuadrito’. Mi sueño es ser seleccionada”.