Necrológicas

“Voces en mi cabeza”. Aníbal Ricci Anduaga (2ª parte)

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 11 de Abril del 2021

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El protagonista de esta novela se mantiene en una huida perpetua: “Daniel es empujado por una mente en permanente estado de fuga, un evento ocurrido en la infancia (abuso sexual) será el detonante”. Pero también el golpe de estado de 1973 en Chile hará lo propio. Entonces, escucha voces en su cabeza que lo tratan de “traidor de mierda” o “maldito degenerado”, implantes cerebrales le permiten trasladarse a distintas dimensiones, agregándole atemporalidad a la historia: pasado, presente y futuro son accesibles e intercambiables.

En esta huida cobra relevancia el Metro de la ciudad de Santiago, cada estación es una dimensión diferente, con distintas emociones, como distintas son las intensidades de las voces y los insultos que salen de los altavoces de los vagones o de los teléfonos celulares de los pasajeros. 

La esquizofrenia, la paranoia y la depresión lo empujan al consumo de drogas y alcohol para aplacar las voces y en esos afanes cambia de escenario, perdiéndose en juergas interminables en el circuito Viña del Mar, Olmué, Con Con; visita moteles, lo hace solo o en compañía y entonces el sexo desenfrenado y la pornografía son su vía de escape. Estos lugares representan el desquiciamiento, incluso, la posibilidad del suicidio en la frecuentemente citada Cuesta La Dormida. Ello, en contraposición al Cajón del Maipo, sitio recurrente en la historia (donde está Baños Morales, el poblado desde el cual escribe esta novela) y que asocia a la tranquilidad en distintas etapas de su existencia, un paradigma del goce de la vida: “La depresión oscurece hasta el mejor paseo al Cajón del Maipo”. Esta simbología de los lugares se extiende a otras menciones reiteradas, por ejemplo: los “ojos de buey” como punto de observación, las curvas en el camino, los espejos rotos, el número tres o el gato Mc Leod que lo mira permanentemente desde una ventana.

En estos viajes mezcla de realidad, sueño y alucinaciones, Daniel transita desde la infancia, pasando por la adolescencia y la adultez, los vínculos con sus padres y con su hermana, las amistades y los amores de juventud, sus trabajos en el gobierno, en un banco o en una universidad, o la inacabable pero acabada relación con Victoria; la mujer que ama, pero a la vez teme. Nos expone con visos de crónica periodística episodios de la historia de Chile, relacionándolos con su devenir personal según la época. Desde la conquista hasta la actualidad, centrando su atención en los temas contingentes de cada momento, alude a atropellos a los derechos humanos durante la dictadura que gobernó a Chile (la tortura o los detenidos desaparecidos, entre otros). A ello agrega el rol en ese periodo del partido Demócrata Cristiano, del Diario “El Mercurio”, como también el de Estados Unidos y su secretario de estado Henry Kissinger, la implantación de un modelo económico neo liberal y sus consecuencias, las privatizaciones, el accionar de la Iglesia Católica en defensa de los derechos humanos, pero también de ocultamiento de abusos respecto de víctimas vulnerables, situando como ejemplo el caso del sacerdote Fernando Karadima, de quien Daniel habría sido uno de sus protegidos. En temas más actuales Daniel se refiere al sobre endeudamiento de la población, la reforma procesal penal y el garantismo o la situación de la Región de La Araucanía, con énfasis en la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca.

Interesante resulta la exposición descarnada del (sub) mundo de la droga, al igual que la descripción de sitios como el Barrio Diez de Julio en Santiago o de la “noche roja” de Viña del Mar donde reina la prostitución y el travestismo callejero, que nos demuestra que más allá de las campañas publicitarias, esta es una “ciudad (no tan) jardín”; es como cualquier otra ciudad, con realidades de día y de noche.

El protagonista deja entrever que fue funcionario del gobierno de Pinochet (subordinado al ministro Fernández). Aquello podría tener su correlato de ciencia ficción en el “Complejo Antártico”: “Se fue dando cuenta (Daniel) que monitorear a otros iguales no era muy diferente a la labor de los organismos de inteligencia”. Entonces, la meditación y los viajes “reales” permiten al protagonista depurar el pasado, al contrario de los viajes cibernéticos: “El meditar logró rescatar su mente de los hechos dolorosos y paulatinamente lo fue apartando de las actividades del complejo” con ello y con la escritura intenta alejar las voces que lo han atormentado.

En suma, a través de una compleja técnica narrativa que centra su trama en un personaje determinado, “Voces en mi cabeza” es una estremecedora novela, un texto atractivo mediante el cual el autor extrapola una delirante situación personal a la de un país en su conjunto. Más allá de la historia de su protagonista, Aníbal Ricci propone un manifiesto, intentando canalizar aquellas voces que, a su juicio, han estado acalladas en su sufrimiento, a la vez que hace un llamado de atención ante la indiferencia de quienes, también en su visión, han guardado silencio por ello. 

Aníbal Ricci Anduaga nació en Santiago de Chile en 1968. Es Ingeniero Comercial de la Pontificia Universidad Católica de Chile, escritor y crítico de cine. Esa es su séptima novela, a la que se suma una recopilación de cuentos, otro volumen que incluye ensayos, cuentos y crónicas y un texto con comentarios de cine desde la perspectiva filosófica.

“Voces en mi cabeza”, Aníbal Ricci Anduaga -1ª edición-. Editorial Vicio Impune, Santiago de Chile, 2020, 186 pgs. (Disponible en formato Epub).