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Antes de hablar de eutanasia hablemos de cuidados en salud

Por Ramón Lobos Vásquez Miércoles 5 de Mayo del 2021

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En estas semanas dentro del tráfago de eventos que ocurren llama la atención el avance en la llamada Ley de Eutanasia. En este tema estamos enfrentados a posturas filosóficas, morales y éticas que son personales y que probablemente puedan contraponerse con el título de la ley.

Quienes hemos trabajado con mayores los hemos escuchado muchas veces decir o expresar sus deseos de morir prontamente, frente a problemas que inicialmente parecen insalvables o en situaciones extremas.

Pero enfrentados a deterioros cognitivos severos o cuadros de alta dependencia, con mantención de la capacidad mental no se escucha tal aseveración. Lo expresan como una situación hipotética antes de enfrentarse a ella.

He visto a muchos mayores aferrarse a la vida de una forma que no tiene explicación o difícil de relatar en estas líneas. Como profesional de salud me corresponde velar por su mejor atención y cuidado; por darle continuidad a los cuidados y atenciones que requiere. Ese fue el centro del trabajo que realizamos en el Eleam público los años en que lo dirigí, cuanto se pudo prever para su atención se dispuso y muchos enfrentados a la etapa de terminalidad expresaron su deseo de morir allí, no en un ambiente hospitalario, refrendado por sus familias. También respetamos eso como decisión vital. Lo importante y central es la mantención de los cuidados y atenciones de fin de vida. Algo que muchos mayores o adultos no tienen ahora.

Actualmente trabajando con adultos en Cuidados Paliativos Oncológicos la experiencia es la misma; tampoco he escuchado en estos 20 años el deseo de poner fin a la vida ante el sufrimiento o deterioro que padecen.

¿Cuál es pues la diferencia? ¿Qué nos causa miedo y sufrimiento enfrentados a la enfermedad? Estos últimos años como el tema es más de dominio público, muchos de quienes ingresan a estos programas de Cuidados Paliativos Oncológicos preguntan si la enfermedad causará dolor o mucha discapacidad.

Poder hablar del tema libremente, personalizando la atención en cada caso, señalando el camino probable no solamente da tranquilidad, sino que asegura una mejor calidad de vida al centrarse en lo importante y trascendente de sus vidas, en su legado o en dejar tareas para los sobrevivientes.

Obviamente lo que digo es para la gran mayoría, hay situaciones en que la rapidez de la evolución o la aparición de complicaciones graves y severas no da tiempo para aquilatar lo que ocurre rápidamente.

Nuestra experiencia como equipos está en el enfoque multidisciplinario de la atención, en un acompañamiento continuo y permanente (aún nos falta cubrir con más atenciones en domicilio y horarios).

Hay un camino desconocido por los pacientes y sus familias; esto crea ansiedad y temor. Pero reconocer a un equipo comprometido en su tarea, con experiencia desarrollada por años en estos acompañamientos crea confianza. Somos los brazos que acogen y acompañan, que son bastón para apoyar en los momentos de flaqueza, que abrazan cuando es necesario sentirlo por los pacientes o sus familias.

Es no dejar solos o sentirse solos en este camino que ellos y sus familias emprenden, algo que no nos enseñan en la universidad.

Esa es la esencia que debe permear a todos los otros pacientes o usuarios que cursan con patologías crónicas, que van viendo deterioros o dependencia en su día a día, en que se instala la incertidumbre por lo que viene y en dónde y con quién deberá atenderse.

Aún nuestra salud para jóvenes, maduros y adultos mayores sigue siendo una atención aguda y que no da continuidad en los cuidados y en los cambios de nivel de atención en salud (APS, Hospitales, Consultas de especialistas, Rehabilitación y otras áreas)

Es la ausencia de la continuidad de los cuidados y equipos para atender la cronicidad y el deterioro desde la salud, pero también en forma importante desde lo social, lo que lleva a que sea un camino oscuro y tortuoso a recorrer por las familias y pacientes, por ello es frecuente escuchar pedir o clamar por eutanasia.

Antes y perentoriamente hay que ofrecer a las familias atenciones y cuidados en la cronicidad y en los deterioros, por equipos multidisciplinarios y con preparación en este tema, con un arsenal nuevo y más completo para su medicación, pero también con ayudas técnicas y profesionales permanentes y continuas. Con apoyo social y familiar importante.

Después de asegurar esto para tales pacientes podemos abrir la puerta a la eutanasia y a la libre determinación de sus vidas.

Mientras, ofrecer eutanasia es el camino fácil y que sólo resuelve la incapacidad de un Estado de proveer cuidados y ayudas en salud y en lo social a sus ciudadanos a toda edad, especialmente en sus mayores. Como dicen, la muerte termina por solucionar la falta o no provisión de los servicios que requirieron y no se brindaron.

Por lo pronto es la tarea y misión que debemos implementar desde ya en salud, para que no falten tantas atenciones y cuidados a quienes lo precisan.

Debe ser una garantía básica en la nueva Constitución. Especialmente para los mayores, ya no se puede esperar más.