Ultima cuenta presidencial ¿Fin del hiperpresidencialismo?
Los tiempos han cambiado, pues lo que era una antigua tradición de un país donde los presidentes debían dar cuenta de la gestión realizada cada año, hoy casi a nadie le importa. Creo que no es por apatía, quizás es porque en nuestro mundo actual el internet y redes sociales han permitido que los ciudadanos y ciudadanas estemos más informados (aunque también existen algunos con oscuros intereses que intentan desinformar). Esto explica como en los últimos años, las cuentas presidenciales fueron perdiendo interés, y ahora aún más ya que se da en una fecha distinta a la de las Glorias Navales, en un día laboral como cualquier otro, y por lo tanto en un día donde hay muchas otras noticias por las cuales interesarse.
No obstante lo anterior, creo que siempre es bueno que el presidente rinda cuenta a su nación. El problema es que muchas veces más que dar cuenta de lo realizado, se utiliza para hacer anuncios y nuevos compromisos, que al año siguiente cuesta seguirle el grado de cumplimiento, y por lo tanto caemos en un ciclo donde importan más los nuevos anuncios aunque no sean tan nuevos, que rendir el avance real. Estas cuentas también desaprovechan algo tan humano como pedir disculpas, reconocer errores, y proponer medidas para enmendar. Generalmente se trata de omitir lo que puede entenderse como problemas de gestión y de ejecución.
Así entonces constatamos un desgastado ritual, que con el presidente actual, goza cada vez de menos prestigio e interés. Esto me lo explico en parte porque este mismo presidente nos fue acostumbrando a largas cadenas nacionales, con promesas y proyectos que nos terminaron agotando la confianza al constatar que la letra chica muchas veces es más importante que la letra grande, o con cada
ineficiencia de la política pública a la hora de pasar del discurso a la acción o del anuncio a la realidad.
Esta última cuenta de Sebastián Piñera ha hecho más ruido y noticias por un anuncio respecto a promover una ley que permita el matrimonio civil entre parejas del mismo género, que lo que hizo o no hizo en su último año. Cuesta creer que este sea un proyecto que nazca de la coalición que gobierna, más aún cuando las principales críticas provienen del sector político que sustenta al actual gobierno y que siempre se han opuesto a la idea de legislar. Para no confundir la iniciativa con un desvío de atención, creo que la presidenta del Senado Yasna Provoste ha sido certera al pedirle que lo impulse con urgencia, pues existe la voluntad de varios sectores de avanzar, y que este nuevo anuncio no se quede en sólo un anuncio más como tantos que este gobierno con el paso del tiempo termina archivando.
Sin embargo, respecto a darle urgencia a medidas como un ingreso mínimo garantizado, medidas económicas a Pymes, y a afectados por la crisis sanitaria y económica generada por la pandemia, el desvío de atención premeditado o no, fue efectivo para seguir dilatando el acuerdo de mínimos comunes.
También es bueno reconocer que el hiperpresidencialismo está en crisis de legitimidad, ya que a la hora de promover iniciativas en una emergencia hemos constatado que no ha estado a la altura de las circunstancias. En este periodo presidencial hemos visto cómo Piñera ha concentrado el poder absoluto, con ministros desconocidos, subsecretarios invisibilizados (salvo la Sra. Daza que responde por cada pregunta que le hacen a su ministro presentador), y la impronta de su gobierno ha sido más de reacción que de conducción.
No es extraño entonces que en el marco de la redacción de una nueva Constitución, uno de los puntos a discutir será el régimen de gobierno para las próximas décadas, pues para quienes pensamos que la concentración del poder nunca es buena para el desarrollo y progreso de un país, Sebastián Piñera nos ha hecho un gran favor al encarnizar todo lo malo de un hiperpresidencialismo que para estos nuevos tiempos, no sólo parece retrógrado sino que en muchas ocasiones también parece un estorbo.