Necrológicas

¿Representantes del pueblo?

Por Juan Francisco Miranda Jueves 17 de Junio del 2021

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El domingo pasado hubo segunda vuelta de elecciones en 13 regiones para elegir gobernadores regionales. Si a las 13 regiones se les suman las regiones donde en primera vuelta se eligió en Magallanes, Aysén y Valparaíso, el cuadro final indica que en 10 regiones será un representante de las fuerzas políticas de centroizquierda agrupadas en el Pacto Unidad Constituyente (4 DC, 4 PS, 2 Independientes) quien gobierne. Otras dos regiones serán gobernadas por representantes del Frente Amplio, y otras 3 regiones por independientes, y sólo en La Araucanía gobernará un representante de Chile Vamos.

Fue una elección en la que no hubo más de un 20% de participación del padrón electoral, lo que claramente es una derrota para la democracia representativa. Entre algunas causas se indica que el retroceso en el plan Paso a Paso, y el desconocimiento de la labor del nuevo cargo, y la continua desconfianza en la política, hacen que al igual que en primera vuelta, se cuestione el voto voluntario. De hecho, avanza en el Senado el trámite legislativo de la iniciativa que lo repone y que fue ampliamente aprobada en la Cámara de Diputados. Sin embargo, la alta abstención no le quita legitimidad a los procesos. En esto hemos visto algunas declaraciones acomodaticias, que cuando a un sector le va bien no importa la abstención, y que cuando le va mal esconden las culpas en ella.

Algunas dirán que nuestra sociedad no está preparada o lo suficientemente empoderada para que el voto voluntario sea parte de nuestra obligación personal al pertenecer a una sociedad. Otros dirán que el deber cívico en una sociedad con menos educación cívica es una ilusión, por lo que se debe entender como una necesidad para cuidar la democracia. Esta semana también aparecieron voces que en una cultura individualista y consumista la manera de motivar es a través de incentivos como subsidios. Así las cosas, parece que pronto volveremos al voto obligatorio y en esto también subyace el tipo de sociedad que queremos o que nos identifica.

Esta semana también han aparecido voces de distintos sectores que con soberbia se han adueñado la representación del pueblo, y con arrogancia sólo ellos se autodefinen como los únicos verdaderos representantes del pueblo. ¿Quién puede pretender que representa a todo un pueblo? Sólo regímenes totalitarios o absolutistas como monarquías y dictaduras se justifican con sentirse los líderes y representantes del pueblo. Una cosa es la dialéctica de hablar de pueblo cuando se busca un fin u objetivo que apunte al bienestar y al bien común, pero otra cosa es sentir que los pensamientos propios son los que también piensan las multitudes. Mesianismo, populismo, o simple egolatría que, en forma de discurso debilita el sistema representativo en democracia, y que ante un clima de desconfianza en las instituciones, como estrategia electoral buscan ganar poder, pero que una vez en él son reflejo fiel de un sistema que detentan. Así como desde hace un tiempo el ser independiente se han transformado en sinónimo de virtud en contra de personas militantes de un partido, hoy el autoproclamarse como representante del pueblo también busca separar entre buenos y malos, entre antineoliberales y neoliberales, en blanco y en negro.

Como dice Silvio Rodríguez “Tener no es signo de malvado y no tener tampoco es prueba de que acompañe la virtud”. En este caso, lo bueno o lo malo lo definen las acciones y no las pancartas o frases de campaña. Espero que el lenguaje en lo que será el tiempo político más importante para nuestro país, se funde en el respeto y no en la descalificación.

Los tiempos están para exigir rigurosidad a quienes ocupan un espacio de poder, ya que después de una elección se necesitan mucho más que frases, pues en una sociedad compleja, atomizada, y con múltiples intereses, se requiere más diálogo y menos imposiciones, más empatía y menos descalificación, más propuestas que protestas, más acción que discurso, y más responsabilidad.

Necesitamos que en el contexto que nos ha puesto la pandemia, es urgente poner el mayor esfuerzo en llegar a acuerdos para llevar ayuda a los millones de chilenos y chilenas, y generar políticas públicas de apoyo a la generación de empleo, y de apoyo a la salud de las personas. Creo que el pueblo somos todos y no sólo los que tienen que pensar igual que yo.

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