La tragicomedia de Paris
(Por Arturo M. Castillo).- Para situarnos sin equívocos, partiré por aclarar que tragicomedia es según se define, una obra dramática que contiene elementos propios de la tragedia y de la comedia, como la presencia de personajes de diferentes estamentos sociales y de diversos registros de lenguaje. En su segunda acepción es una situación o suceso de la vida real en que se mezcla lo trágico y lo cómico.
Los recientes sucesos relativos a la llegada de la variante “Delta” del virus que nos asola, bien podrían caber en esas definiciones, e inspirar a un moderno Moliere su variante delta de “El enfermo imaginario”, pero a falta de este, tenemos al conductor de televisión y a la sazón ministro de salud de nuestro país -el inefable Dr. París- para sazonar la historia, que, siendo riguroso, tiene casi todo de tragedia, salvo las equivocaciones, tergiversaciones y adaptaciones de libreto, del ministro y su séquito, que desaprensivamente, podrían ser para la risa. Veamos:
Una ciudadana chilena, residente en el exterior, viene a nuestro país, para asistir al funeral de su padre, y al cabo de unos días, se determina que porta la variante delta del virus Covid-19, siendo el primer caso detectado en Chile de la más peligrosa versión del virus actualmente. Viene entonces el molieresco surtido de barbaridades:
– La viajera cumplió rigurosamente con el protocolo, incluida una cuarentena de cinco días en una residencia sanitaria en Santiago, para luego seguir viaje a destino, y allá completar los diez días protocolares.
– La viajera estuvo sólo una noche en la residencia de Santiago, y al tener PCR negativa, fue autorizada a seguir viaje, para hacer estricta cuarentena en la residencia familiar de destino.
– La viajera llegó a su destino, la ciudad de San Javier de Loncomilla, donde según testigos, no guardó cuarentena ni distancia, participando de las exequias que motivaron su viaje, sin mayores resguardos, alternando con al menos 15 personas, y probablemente contagiando a su hermana, que se encuentra virus positivo, y además, embarazada.
Ayer sábado el Dr. París, apareció en televisión, respaldando los dichos de sus actores secundarios, justificando lo ocurrido con la viajera y portadora de marras, en sus personales cualidades y valores humanistas y cristianos (se ignora y se deja afuera cualquier relación con Provoste, y otros seguidores de Maritain), lo que merece su poco de atención, a saber, el sitio web oficial del Ministerio de Salud informa entre otras cosas, las siguientes:
“Para ingresar al país los chilenos y extranjeros residentes, se exige dar cumplimiento a medidas sanitarias que comenzaron a funcionar el 31 de marzo.
Ellos deben:
– Cumplir una cuarentena obligatoria de 10 días, sin posibilidad de eximirse ni finalizarla anticipadamente. Los primeros 5 días se realizan de manera obligatoria en un Hotel de Tránsito para Viajeros, los que deben ser reservados antes de la llegada.
(…)
Al llegar a Chile:
– Personal presente en el aeropuerto coordinará la logística del traslado desde el aeropuerto hacia el Hotel de Tránsito para Viajeros.
– Todos los viajeros se realizan un nuevo test PCR en el país. Si su resultado es negativo, luego de completar los 5 días de cuarentena en el Hotel de Tránsito para viajeros, deberán terminar la cuarentena de 10 días en total en su domicilio o lugar de destino para lo cual tiene 24 horas para llegar.”
Que el Dr. París, en su calidad de animador de televisión, nos hable de su caridad cristiana, no tiene mayor importancia, aunque me parece más cristiano proteger la salud de toda una comunidad -por no decir país- que ser buena persona con alguien y saltarse las propias normas, pero como eso son cosas de creyentes, y yo no lo soy, capaz que esté entendiendo mal los deberes cristianos.
Lo que sí soy, es demócrata, y en esa condición, al igual que la mayoría de mis conciudadanos, elegimos autoridades, para que busquen y ojalá logren el bien común, por sobre las particularidades, por muy nobles que sean. El ministro -no el animador de TV- tiene el deber de hacer cumplir la ley y sus normas derivadas, más aún si es él mismo quien las dispone y ordena. Los textos citados son claros y precisos, y las cuarentenas son OBLIGATORIAS, y no aparecen excepciones ni cristianas ni democráticas. Peor aún: estamos en el ámbito del derecho público, es decir, un ámbito en que, a diferencia del privado, sólo se puede hacer lo que está expresamente permitido. Si las excepciones están permitidas, el ministro debe mostrar la norma pertinente.
Poniéndose serios, como la situación amerita, hay que pensar que las normas citadas, se establecieron así de rigurosas, porque al contrario de lo que esperaba el ministro anterior, el virus no se “volvió buenito”, y la cepa portada por la viajera, lo demuestra con creces. No porque la actividad del portador o portadora sea de lo más loable, el virus se va a volver buenito, y va a respetar a los posibles contagios; ¡¡no señor!! Eso será en las comedias, pero el animador de televisión buena gente, nos puede llevar a una tragedia. Necesitamos a un verdadero ministro, que además pegue las cachetadas -aunque sea de payaso- que haya que pegar.