Necrológicas

Lenta pero progresivamente avanza el didymo hacia el interior del parque Nacional Torres del Paine

Miércoles 14 de Julio del 2021

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No ha podido ser detenido el avance de la microalga invasora

Su feo aspecto y sobre todo su impacto negativo en los ecosistemas hace imprescindible trabajar en el control del didymo que avanza lenta e inexorable por los cursos de agua hacia el interior del Parque Nacional Torres del Paine.

El didymo continúa su inexorable avance, principalmente ligado al transporte humano.

La presencia de esta alga invasora, nativa del hemisferio norte, fue confirmada en el año 2015 en el sector del Río Serrano, decretándose en VC ocasión “emergencia de plaga” en dicho sector, el cual estaba afectado en una extensión de alrededor de 30 kilómetros hasta su desembocadura en el seno de Ultima Esperanza.

El biólogo marino, especialista en ecosistemas de agua dulce, Jorge González manifestó que el didymo es una microalga que forma floraciones que son macroscópicas (que se pueden ver). Su presencia es detectable para un observador durante los blooms o floraciones algales, las que son similares a un tapiz de color marrón a beige con aspecto lanudo que invade el fondo principalmente de ríos, aunque también lagos, ocasionando graves daños ecológicos y económicos. Además altera los ecosistemas acuáticos perjudicando a peces e invertebrados dulceacuícolas y con ello a todo el ecosistema.

Expresó González que “claramente el río Serrano tiene mucho dydimo y en ciertas zonas hay acumulaciones porque la corriente del río lava algunas partes que están mas expuestas, arranca estas floraciones de algas y las va acumulando en otras zonas”.

Indicó que estas acumulaciones de materia orgánica se encontraron originalmente en el río Serrano entre el lago Toro y la unión con el río Grey, que es precisamente la zona más visitada del Serrano.

Añadió que “parte de este tramo está dentro del Parque, justo en el límite. Allí hay muchos lugares que están abiertos al público sin mayor control”.

Agregó que esta invasión biológica ha ido avanzando, siendo un posible agente vector el mismo ser humano que realiza diversas actividades en el lugar como kayaquismo o pesca deportiva u otras que tienen que ver con el agua.

Indicó Jorge González que la primera zona detectada con esta microalga fue el río Serrano, luego fue avanzando hacia el lago Toro. Tras ello vino el río Grey y el año pasado el lago Porteño, el lago Maravilla y el lago Pehoé. “Este avance puede ser más o menos rápido dependiendo de la presencia de múltiples vectores y la conectividad entre las áreas, entre otros”, agregando que “hasta ahora no lo hemos podido detener. Enfrentarla es una tarea de todos como sociedad”.

Diversos factores facilitan la propagación del didymo, siendo el que genera más consenso en la comunidad científica, el transporte humano. Ello debido a que el conocido como “moco de roca” se adhiere a equipos de pesca deportiva o botes, que luego son utilizados en otros afluentes. Además se debe considerar que una sola célula es suficiente para propagar esta alga en nuevos cursos de agua. A ello se suma su viabilidad durante largo tiempo sobreviviendo en la ropa o en el equipo.

Por ello para prevenir su propagación se deben adoptar una serie de acciones como remover, limpiar y secar embarcaciones o artículos, una vez que hayan estado en contacto con el agua.

Los objetos se deben remojar y fregar durante al menos un minuto en una solución de agua con cloro, con sal o detergente líquido.

Lo anterior es lo ideal, pero en caso de no poder lavar el material se debe secarse a conciencia y abstenerse de usarlos por más de 48 horas.

Jorge González reconoció sí que estas medidas “no funcionan muy bien porque nacen de la conciencia que tenga la gente de que pueden ser vectores en la propagación del didymo. Hay una pequeña cantidad de personas que son responsables y que entienden que es importante detener el avance de esta alga, pero lo mayoría no lo hace”.

Por otra parte reconoció que las instituciones tampoco están siendo tan rigurosas en su rol fiscalizador.

“La mayoría de las instituciones están preocupadas y concientes, pero quizás por capacidad o recursos no hemos sido tan rigurosos para aplicar estas medidas preventivas”. Expresó que se trataba de un tema importante que había que tomar con seriedad por la comunidad.

Fotos Jorge González