La criptoapuesta de Bukele
En un mundo en el cual no parece haber secretos, la identidad de “Satoshi Nakamoto” es un misterio absoluto. Sólo se sabe que es un seudónimo, que podría ser un japonés y es una de las 20 personas más ricas del mundo. Saltó a la fama en 2009 por un artículo en el cual describía un sistema de pagos P2P (peer to peer o red de pares) que bautizó como Bitcoin. Su idea se convirtió en realidad gracias a un software creado por él mismo. Fue la primera “cripto moneda” del mundo.
No existe físicamente porque, a diferencia de un billete o una moneda, es únicamente una creación virtual. Aunque sus transacciones se realizan mediante métodos criptográficos que le dan seguridad, su valor es volátil porque no tiene respaldo y ningún país lo había adoptado hasta la semana pasada. El curso de la historia cambió el martes 7 de septiembre cuando entró en vigencia con no pocos sobresaltos, la Ley Bitcoin en El Salvador.
Gracias al entusiasmo del Presidente Nayib Bukele, un auténtico millenial, su país se convirtió en el primero en el mundo en hacer del Bitcoin una divisa nacional. Se maneja en una billetera electrónica: Chivo wallet.
Parece una moda. En Cuba se legalizarán las criptomonedas. Venezuela ya emitió una propia: el Petro. Otras criptomonedas importantes, aparte del Bitcoin (BTC), son Ethereum (ETC), Binance Coin (BNB), Cardano (ADA) y Dogecoin (DOGE). Se estima en cuatro mil las monedas virtuales que existen, utilizadas por más de 106 millones de personas en todo el mundo.
Un resultado asombroso para un creador anónimo.
Las criptomonedas funcionan sobre la base de sistemas que garantizan la seguridad, integridad y equilibrio de los estados de cuentas mediante una red estructurada de “agentes” -se les conoce como “mineros”- quienes, según una descripción, “son, en su mayoría, público en general y protegen activamente la red al mantener una alta tasa de procesamiento de algoritmos, con la finalidad de tener la oportunidad de recibir una pequeña propina, que se reparte de manera aleatoria”.
Este año se supo que la mantención del sistema cuesta ingentes cantidades de energía. En mayo pasado, en la revista especializada Capital-Bolsa, de España, el periodista Carlos Montero afirmó que “el consumo de energía anual de la red Bitcoin se estima en 129 teravatios-hora (TWh)”. Sobre esa base hizo algunas comparaciones notables: “Si Bitcoin fuera un país, ocuparía el puesto 29 de 196, superando por poco el consumo de 124 TWh de Noruega”. Y agregó que la red Bitcoin consume 1.708 por ciento más de electricidad que Google, pero un 39 por ciento menos que todos los centros de datos del mundo; juntos, estos representan más de 2 billones de gigabytes de almacenamiento”.
A principios de septiembre el valor de un bitcoin era de aproximadamente 46.844 dólares, por lo que 30 dólares equivalían a 0.0006 bitcoin.
“Como toda innovación, el proceso del #Bitcoin en El Salvador tiene una curva de aprendizaje. Todo camino hacia el futuro es así y no se logrará todo en un día, ni en un mes”, tuiteó Bukele. “Pero debemos romper los paradigmas del pasado. El Salvador tiene derecho a avanzar hacia el primer mundo”.
Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) es menos entusiasta. Considera que este paso plantea una serie de problemas económicos, financieros y legales.
Por supuesto, Bukele no lo cree así.