Necrológicas

Los Dos Tercios

Por Elisa Giustinianovich Domingo 19 de Septiembre del 2021

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Lo recordamos como si fuera ayer: hasta en la plaza más pequeña de Chile confluían los pueblos exigiendo que la dignidad se haga costumbre por casi un mes ininterrumpido. En la capital, el Presidente nos declaraba: “Estamos en guerra”. En las mismas salas del ex Congreso en donde hoy trabajamos, y bajo la amenaza invisible de golpe de Estado, los partidos políticos de los últimos 30 años que administraron la precarización de nuestras vidas, con un 3% de aprobación, negociaron un “Acuerdo por la Paz”. De espalda a quienes protestaban en las calles, adelantándose a una discusión que debía darse por el Poder Constituyente y no por el poder constituido: los dos tercios. 

¿Cuáles fueron sus argumentos? ¿Por qué se decide este quórum supramayoritario? ¿Qué pedían realmente los pueblos en las calles? Eso es lo que buscamos aclarar en la discusión que se abre por primera vez en un espacio de deliberación incidente, en la cual al fin los movimientos sociales podemos posicionar nuestras demandas y transparentar ese debate a puertas abiertas y de cara a los pueblos, de forma opuesta a ese 15 de noviembre a puertas cerradas. Y cuándo sino, que en este preciso momento, en la discusión del Reglamento, donde debemos dar esta discusión democrática que nos permita escucharnos y resolver conociendo y evidenciando los motivos que sustentan nuestras diferencias. 

Como movimientos sociales constituyentes creemos que el Acuerdo por la Paz estableció límites antidemocráticos, y lo que proponemos es que la Convención decida de forma autónoma respecto de sus propios quórums, poniendo por delante un quórum que favorezca los amplios acuerdos, lo que no permiten los Dos Tercios: el atrincheramiento de la derecha y de su periferia conservadora, respecto a las materias que los pueblos nos han mandatado a plantear en esta instancia.

Estamos luchando políticamente por terminar con el régimen pinochetista y poder instalar los cimientos de un nuevo orden social. Es esa la magnitud de la tarea que tenemos por delante, y ojalá que quede muy claro, que eso se hace con la participación de los pueblos, no al margen de quienes estamos dentro y fuera de la Convención Constitucional luchando por democratizar este proceso constituyente.

Esta semana ha quedado ratificado que quienes han aludido una y otra vez al carácter inamovible de la ley 21.200 están dispuestos a cambiar su posición con tal de asegurar que sean sus acuerdos los que se impongan en esta Convención. La ley 21.200 establece claramente algo que nosotras siempre hemos rechazado, que es que las normas de votación deben ser votadas por 2/3, sin embargo los sectores que han defendido de forma reiterada los límites de la Convención y la vigencia de la ley 21.200, esta semana acabaron votando contra ella, demostrando que la ley no es un límite inamovible y que los límites los ponen las convicciones y decisiones políticas.

Nosotras no estamos aquí por el acuerdo 15N, sino que a pesar de este pacto. La fuerza de los movimientos sociales permitió la paridad, la presencia de escaños indígenas, el triunfo de las listas independientes de los partidos y entrar a la Convención pese a las grandes desigualdades materiales que enfrentamos durante la campaña y que seguimos desafiando. Llegamos aquí no para seguir saltando barreras, sino para quitarlas y permitir la entrada masiva y participación de los pueblos a esta construcción democrática, plena, incidente y vinculante. Votaré en contra de cualquier norma que ponga obstáculos a las transformaciones que nuestros pueblos necesitan.

Sabemos que no tendremos la mayoría. Pero es nuestro deber posicionar el mandato popular y la voluntad de las comunidades que representamos.