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“Qué sabes de cordillera, si tú naciste tan lejos”. Se fue Patricio Manns

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 26 de Septiembre del 2021

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Fue un mazazo de esos que te dejan peinado al revés. En estas ocasiones siempre alguien avisa y la frialdad de un “WhatsApp” recibido a las 11,05 horas de ayer sábado 25 de septiembre, endureció aún más la mala nueva: “Murió Patricio Manns”. Y, “Mira lo que son las cosas”, cantaba Yaco Monti: Manns falleció a las 9,20 hrs. Poco antes -pensando precisamente en su obra- estuvimos hojeando: “El desorden en un cuerno de niebla” (1999) una de sus novelas, la más compleja según los entendidos. Antes habíamos leído en el mismo género. “De noche sobre el rastro” (1967), “El corazón a contraluz” (2012 en Chile), “La vida privada de Emile Dubois” (2004) y “Buenas noches los pastores” (1972) que obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1973. Manns recordaba que en 1975, en una de sus venidas clandestinas a Chile durante la dictadura, se encontró con su amigo -el hombre de radio- Ricardo García, en la Plaza de Armas de la capital y éste le dijo: “aprovecha de pasar a cobrar el premio a la Municipalidad”. Manns hacía gala de su humor evocando esta historia, el mismo humor de una entrevista publicada en la desaparecida revista APSI en la década de 1980, cuando se le consultó respecto del vino: “En esta materia, el que esté libre de culpa, que tire la primera botella”, respondía.

En cuanto a sus trabajos periodísticos, conocimos los publicados por la Editorial Quimantú: “Las grandes masacres”, “Los terremotos chilenos” (2 volúmenes), “Breve síntesis del movimiento obrero” y “Grandes deportistas”. De este último recordamos la certera nota sobre Raúl Toro Julio (1911-1982) que según algunos es el mejor futbolista chileno de todos los tiempos: “Raúl Toro era capaz de hacer un gol con la mano, una mano que la veía todo el estadio, menos el árbitro”. No ha de extrañarnos este trabajo sobre los deportistas pues, Manns cultivó el periodismo de esta especialidad y además pudo, e incluso barajó la posibilidad de ser futbolista profesional. Lo probaron en el puesto de arquero en la Universidad de Chile junto al “Gringo” Adolfo Nef y siendo aceptado, prefirió el canto por sobre ser guardameta del mítico “Ballet Azul”.

Patricio Manns deja una obra integral en la cual la poesía, la veta periodística y su amplísimo bagaje cultural (aun cuando no completó la enseñanza primaria formal) se amalgaman y dan como resultado una maciza narrativa de ficción, un sólido conjunto de ensayos, obras de teatro, guiones para cine y televisión y una extensa colección de composiciones plenas de lírica y riqueza musical. Pero si hay algo que cruza toda la producción de este autor es el profundo conocimiento de la historia y la geografía física y humana de Chile -no en vano su familia deambuló por gran parte del sur de nuestro país- y luego fue arriero en la cordillera, minero en Lota, conscripto en Punta Arenas, constructor de caminos en Chiloé, camionero, dependiente de farmacia, periodista, entre otros tantos oficios.

En el ámbito musical, estamos convencidos que Manns es el genuino creador e impulsor de la Nueva Canción Chilena, incluso por sobre quienes se los cataloga como tales: Víctor Jara y Violeta Parra. Si bien este proceso se inició con una renovación de los estilos folclóricos tradicionales y más adelante incorporó la temática social, Manns tempranamente llevó a sus composiciones novedosas formas musicales  y de instrumentalización, junto con ello narró las desventuras de anti-héroes y plasmó un discurso americanista; recordemos que ya en 1963 compuso “Bandido” y en 1966 la mítica historia de cuatreros “Arriba en la Cordillera” (basada en hechos reales de los cuales fue testigo), un éxito de popularidad y de ventas sin precedentes que transformó a su autor en ídolo. Nunca se había dado que un artista del folclore tuviera ese “arrastre”, al punto de copar las portadas de las revistas juveniles de la época.

Patricio Manns mantuvo durante toda su vida un fuerte compromiso político que es de público conocimiento: tras el golpe de Estado de 1973 se fue al exilio -primero a Cuba y luego a Francia-, regresando definitivamente a Chile en el año 2000. Este compromiso marcó gran parte de sus creaciones en una etapa de nuestra historia, como por ejemplo “Cuando me acuerdo de mi país”, que hacía vibrar a los chilenos que estaban lejos, ya sea en Suecia, Australia o aquí a la vuelta de la esquina en Río Gallegos: “Cuando me acuerdo de mi país/ Me escribo de sal/ Me atraso de bien/ Me angustio de tren/ Me agrieto de mal/ Me enfermo de andén”.

En el exilio Manns conoció a Alejandra Lastra, quien sería su esposa durante 37 años. A ella dedicó “Balada de los amantes del camino de Tavernay”, una delicada composición plena de fino erotismo. Alejandra falleció el 7 de septiembre del año recién pasado, una herida que nunca cicatrizó en el alma de Manns.

Vimos en dos ocasiones a Patricio Manns, la primera en la década de 1960 en la casa del recordado locutor Daniel Ruiz en nuestra querida población Fitz Roy. Luego, cuando cursábamos estudios de post-grado en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile tuvimos la oportunidad de asistir a un recital en la Facultad y conversar unos instantes con él, en los cuales hizo recuerdos de sus estadías en Punta Arenas. Era una persona muy amable y con una gran capacidad de transmitir afectos.

Manns llegó al mundo en el más puro corazón del Bío Bío, en la localidad de Nacimiento en 1937 y se despidió de él en Con-Con, su última morada en vida. Creemos que se llevó un gran dolor: nunca le fueron otorgados el Premio Nacional de Literatura ni el de Artes Musicales, a los cuales fue postulado en diversas oportunidades -y estimamos- que merecidamente. A cambio de ellos, sin embargo, se queda en el cariño de un pueblo que siempre lo recordará por su monumental legado de letras y música.