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Crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela generó un aumento de la violencia de género, la explotación sexual y la trata de personas

Lunes 11 de Octubre del 2021

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ese a las intenciones de las autoridades colombianas y venezolanas de reabrir el paso fronterizo, esa zona sufre cada vez más las disputas territoriales entre grupos armados y guerrilleros. En ese contexto de inestabilidad y violencia, una de las principales víctimas son las mujeres.

Yuberthi es una migrante venezolana, madre de dos hijos: uno de 4 años y otro de 12. A raíz de la crisis que vive su país, decidió cruzar a la ciudad fronteriza colombiana de La Parada. Allí empezó a trabajar cargando las bolsas de los que cruzaban la frontera.

Con el correr del tiempo, las trochas y los distintos pasos fronterizos se volvieron cada vez más peligrosos como consecuencia de las batallas por el control territorial entre los grupos armados.

En diálogo con Voz de América, la migrante venezolana, que por cuestiones de seguridad no reveló su apellido, comentó que los cientos de corredores se convirtieron en sitios de frecuentes violaciones y otras formas de violencia de género.

Pese al incremento de la violencia contra las mujeres, Yuberthi se vio obligada a ejercer la prostitución para poder llegar a fin de mes y alimentar a sus hijos.

La mujer reconoció haber sufrido abusos y actos de violencia, e incluso llegó a correr el riesgo de ser víctima de la trata de personas. La mayor parte de los hombres que conoció trabajan con los diversos grupos irregulares que operan en la zona.

“Llevo meses haciéndolo porque no me gusta que mis hijas se acuesten sin comer (…) Trabajar en las trochas es más sano, pienso yo, pero en las trochas también hay muchos peligros”, manifestó Yuberthi, quien cobra menos de cuatro dólares por persona.

“Los hombres son abusivos. Tienes que aguantar violencia y quieren manipularte, como si no valieras nada”, agregó.

En su crudo relato, la migrante venezolana dijo que los hombres a menudo la golpean, la obligan a realizar actos sexuales que ella no quiere y la agreden verbalmente.

Todo ese padecimiento lo mantiene en secreto y fuera del conocimiento a sus hijos, quienes asisten casi todo el día a un centro educativo local hasta la noche, cuando su madre los puede recoger.

Yuberthi vive en un pequeño apartamento en La Parada, que comparte con otros nueve migrantes. Por temor a los guerrilleros y pandilleros que circulan por la zona, no deja que su hija salga de la casa sola.

“Quiero dejar todo esto atrás. No quiero seguir viviendo esto (…) pero tampoco quiero que mis hijas tengan que vivir lo mismo que yo”, remarcó.

Ana Teresa Castillo, trabajadora humanitaria, explicó que la violencia se ha intensificado durante la pandemia en la zona fronteriza, y que las poblaciones migrantes se han vuelto muy vulnerables ante el asedio de los grupos armados.

En tanto, Elizabeth Dickinson, analista de Crisis Group, indicó que la violencia de género tiene un propósito estratégico para los grupos armados: “El hecho de que se estén moviendo para apuntar específicamente a las mujeres es, en primer lugar, un indicador de la profundidad del conflicto en curso”.

“También es un indicador de que estos grupos buscan más que el control territorial, también buscan el control social”, añadió.

Infobae