Necrológicas

Cobre y litio 2.0 en Chile

Por Emilio Boccazzi Campos Lunes 10 de Enero del 2022

Compartir esta noticia
82
Visitas

Hace unas semanas le pedimos al Viejito Pascuero (en una de mis columnas anteriores) que le regalara Soquimich y en general la industria del litio a Chile, en la esperanza de que nuestro país pase de una vez por todas a utilizar su pleno potencial, para convertirse no sólo en una potencia exportadora de materias primas, sino que en un país que utilice sus materias primas para cambiar su modelo de desarrollo.

Chile ha sido en gran parte de su historia, un país “entreguista”, que ha regalado sus recursos naturales a cambio de migajas, y de unas cuantas rebanadas del pastel, a algunos pocos testaferros de los poderes de las grandes trasnacionales o al servicio de potencias extranjeras.

Muchos de los que se dicen defensores de nuestra “chilenidad” y nuestras arraigadas costumbres han sido los principales articuladores de la especulación, de la “pasada”, de regalar nuestros recursos naturales a cambio de seguir sosteniendo un modelo extractivo y poco dado a crear valor agregado. Pareciera que se conjuga para ellos “la ley del mínimo esfuerzo” o que es más fácil “socializar las pérdidas” y “privatizar las ganancias”.

Entendidos y expertos investigadores del litio y de sus potenciales derivados en Chile han señalado que se vuelve a presentar la oportunidad de que Chile pueda plantearse una nueva “matriz productiva”, con encadenamientos que permitan salir del primitivo estilo de vender al extranjero “paladas y camionadas” de tierra que lleva cobre, manganeso, litio, yodo y quizás cuantos otros metales y minerales tanto o más valiosos que los primeros.

Alemania, que ni siquiera rankea entre los principales productores de cobre del mundo (ni siquiera está entre los primeros diez) es el segundo productor de hilos y cables eléctricos, cables en la industria eléctrica y electrónica mundial. De las 93 grandes industrias de esta materia, Turquía con 29 y Alemania con 11 de ellas lideran la producción de este elemento clave de la industria de la construcción y automotriz.

Chile en cambio, que es lejos y por lejos el principal productor de cobre del mundo (casi triplica el segundo productor que es Perú), ni siquiera se encuentra en el catastro de las principales 93 industrias mundiales de producción de hilos y cables eléctricos. ¿Qué espera Chile para tomar cierto protagonismo, o es más fácil para el modelito chileno, seguir “cooperando” con otros y no con el desarrollo y acceso a éste de miles y millones de chilenos? ¿Ha faltado visión de Estado en los sucesivos gobiernos chilenos en los últimos 50 años? ¿Tenemos grandes empresarios chilenos que se podrían calificar de “pencas” (con todo respeto) y mediocres, que son tuertos en el país de los ciegos?

Lo que ha ocurrido con el cobre, (gracias a Dios o a quien usted prefiera), desde que el Presidente Allende nacionalizó el mineral el año 1971, constituyendo desde ese momento el llamado “sueldo de Chile” ¿se quedó sólo en aquello y no fue el primer paso para articular un progresivo protagonismo mundial y cambio en el encadenamiento productivo en Chile?, con la potencial posibilidad de instalación de industrias que con el aprovechamiento de tener el cobre aquí, tendría ventajas comparativas en el mundo para producir elementos con indudable valor agregado para el mundo de hoy, cada vez más eléctrico, electrónico, digital y ecológico? ¿No tenemos ingenieros capaces y capacitados, desde hace más de 70 años?

¿No tenemos capital para establecer esta producción? Sinceramente, me parece que con los recursos que los propios fondos previsionales de todos los chilenos han acumulado, podríamos haber hecho andar y, rentar más, que con la especulación y la “pasada” con que se han acostumbrado a actuar nuestros grandes hombres de negocios con sus acciones en los mercados.

Vamos ahora al litio. Con las inmensas potencialidades que éste tiene y con la creciente necesidad mundial, casi exponencial en estos últimos 3 años en el mundo y, que lo será al menos por los próximos 30 a 50 años, con la conversión a vehículos y movilidad eléctrica, se presenta una oportunidad única para Chile y los chilenos, de no sucumbir a los intentos de éste gobierno de dejar endosado o amarradas muchas de estas decisiones hasta el año 2030.

Chile es el segundo productor de litio en el mundo, detrás de Australia y por delante de China. ¿Quedaremos impávidos y seguiremos “cooperando en el orden mundial” o por fin atinaremos y haremos que las riquezas de nuestro territorio les favorezcan por casi primera vez a los chilenos?