Jenniffer Rojas: “Como autoridad dormí poco, pero lo hice con la conciencia tranquila”
- La última intendenta y primera delegada presidencial de Magallanes recordó lo bueno y lo malo durante su gestión, y habló de sus días después de mañana.
El silencio es casi solemne dentro del amplio espacio, que parece estar ajeno al movimiento que se vive tras los ventanales que dan hacia la Plaza Benjamín Muñoz Gamero. En uno de los extremos el escritorio vacío da cuenta de un cambio, en el otro, el retrato del Presidente Sebastián Piñera vive las últimas horas sobre la pared que pone límite al área sur del edificio conocido como la Casa de los Intendentes.
Allí, Jenniffer Rojas García comienza a cerrar una jornada distinta. Una “etapa” sería el término preciso.
Tras el saludo la conversación surge espontánea, sin espacio para las formalidades. “La verdad es que no tengo preferencia de cómo se me recuerde. Las funciones siguieron siendo las mismas, porque en este cambio de institucionalidad entre la intendencia y la delegación presidencial lo único diferente fue no tener disponibles recursos frescos del gobierno regional. Creo que es mejor decir que fui la representante del Presidente en la región”, señala cuando se le consulta sobre si prefiere que se le recuerde como la última intendenta o la primera delegada presidencial de Magallanes.
– ¿Cómo han sido estas últimas horas en el cargo?
– “Siendo sincera, desde las últimas semanas he venido con sentimientos encontrados. Cuando uno asume cargos políticos sabe que tiene fecha de vencimiento y sólo piensa en poder llegar a esa fecha, entendiendo que esta misión tiene un ciclo, que hay evaluaciones y que siempre se pueden producir cambios. Yo me voy con la satisfacción de haber terminado todo mi periodo, de haber hecho todo lo mejor que pude y de haber tenido la posibilidad de tener herramientas que afuera no se tienen y que son las que permiten gestionar acciones y recursos para ir en directo beneficio de las personas. Pero, quizás por el mismo cierre, durante estos últimos días se me ha acercado mucha gente para agradecer; son gestos bonitos que una no los espera, porque como profesional del área social siente que sólo está haciendo su trabajo. Ese cariño emociona y genera un poquito de nostalgia”.
– Si hablamos de lo malo, ¿qué momento de su gestión recuerda como el más difícil?
– “Asumir en pandemia, pese a que era un tema que ya venía manejando como coordinadora de Seguridad Pública. Y pese a que sabía que podía aportar, encontrarme a las dos semanas con los peaks de contagios más altos a nivel nacional fue terrible, sobre todo el momento que vivimos con los directivos del hospital y del Servicio de Salud cuando parecía estar cerca el minuto de tener que decidir a quién atender, si a los afectados (de Covid) o a quienes llegaban víctimas de accidentes. Fue un momento muy fuerte, una angustia terrible, tanto como pasó después cuando el virus empezó a tener rostros, de cercanos, de personas sanas que se complicaron, de gente que comenzó a morir”.
– ¿Y lo positivo. Los momentos buenos?
– “Los permisos humanitarios tramitados en pandemia, el poder abrir las fronteras para el reencuentro de familiares. Fuera del tema sanitario, la inauguración de viviendas, el poder entregar ese derecho y ver a tanta gente con su sueño cumplido”.
– También entre todo eso debieron haber días pesados, de esos en que cuesta levantarse para ir a trabajar.
– “Sí, con varios dolores de cabeza, pero aún así con fortaleza y jamás dispuesta a tirar la toalla. Hubo paros complicados, muchas demandas históricas, pero de alguna u otra forma fuimos entregando soluciones. Soy de esas personas que cuando asume un compromiso lo hace hasta el final y eso hace que aunque este trabajo me haya dejado dormir menos, a veces sólo 4 horas, puedo decir que pese a ello no hay nada mejor que dormir con la conciencia tranquila”.
El día después de mañana
– Y, ¿cómo será ese día después de mañana?
“Serán días. No se cuántos, porque pueden ser semanas o meses. Quiero bajarme un poco del carro, porque este cargo genera mucha adrenalina. De verdad es de 24/7 y no sé si voy a extrañar que el teléfono suene a cada rato. Lo que quiero es volver a darle el tiempo a las cosas que dejé de hacer, sobre todo como mamá, porque tengo hijos de 10 y 7 años que sé me han extrañado. Hacer cosas tan sencillas como ir a dejarlos al colegio o revisar sus tareas. También darle un respiro a mi marido, que también trabajando debió asumir muchas tareas”.
– ¿La política, es para usted una puerta abierta?
– “Cuando asumí el cargo se me derribaron mis propias convicciones. Dije ‘ese cargo no’, porque era demasiada exposición, con personas hablando sin conocer y criticando muchas veces de manera cruel, hasta con insultos, falsedades y con apelativos que no corresponden. Pese a todo, hoy estoy aquí terminando un periodo. Al menos ahora puedo decir que no tengo ninguna pretensión política, pero ya veremos más adelante”.
“Le deseo el mejor de los éxitos a Luz Bermúdez”
“Los cargos de gobernador y delegado son compatibles, pero se necesita de voluntad. Si uno llega a un cargo ya sea por elección o designación lo hace para servir a la comunidad y buscar el bien común. Estos son cargos complementarios, porque la figura del delegado representa al Presidente y al programa de gobierno por el cual la gente votó, por eso no puede jibarizarse o eliminarse drásticamente. Las cosas pueden parecer fáciles, pero como digo siempre: ‘otra cosa es con guitarra’, y hay que ver quién va a resolver los conflictos una vez que surjan”.
“Le deseo el mejor de los éxitos a Luz Bermúdez (nueva delegada presidencial) y a todo el equipo de un gobierno que ha creado hartas expectativas, que ojalá se hagan realidad en el más corto plazo posible por el bienestar del país y de la región. Se lo dije a ella personalmente, que valore el cargo, que lo asuma con cariño y aproveche las herramientas que tiene para ir en apoyo de los magallánicos. Me dejó una muy buena impresión, primero porque es mujer y también porque es una profesional del área de la salud”.