Tribunal paquistaní condenó a 88 personas por linchar a un hombre y tomarse selfies con su cadáver
La víctima era oriunda de Sri Lanka. Había sido acusado de blasfemia por una turba
de trabajadores por supuestamente profanar una imagen del profeta Mahoma.82
personas han sido asesinadas en Pakistán desde 1990 por acusaciones asociadas a la blasfemia, incluso por rumores no probados
Un tribunal paquistaní condenó a 88 personas por el asesinato de un gerente de fábrica nacido en Sri Lanka a manos de una turba de trabajadores que lo acusaron de cometer blasfemia.
Seis de los acusados fueron condenados a muerte, nueve a cadena perpetua y los restantes 72, entre los que estaban ocho menores de edad, recibieron sentencias de entre dos a cinco años de cárcel.
Los hechos sucedieron hace menos de cuatro meses, cuando una turba en la ciudad paquistaní de Sialkot golpeó sin piedad a Priyantha Diyawadanage, lo linchó y le prendió fuego a su cuerpo. Varios perpetradores incluso se tomaron selfies con su cadáver en llamas.
La víctima era acusada de blasfemia, un cargo por el cual nunca se ha ejecutado legalmente a nadie en Pakistán, aunque hay alrededor de 40 condenados a muerte en las cárceles del país por este crimen.
El tema es controvertido y aterrador, sobre todo para la mayoría musulmana del país, pues las acusaciones infundadas de blasfemia han ocasionado asesinatos perpetrados por civiles que se toman la justicia por sus propias manos.
Según Al Jazeera, al menos 82 personas han sido asesinadas en Pakistán desde 1990 por acusaciones asociadas a la blasfemia, incluso por rumores no probados.
La última víctima que engrosa esa estadística es Diyawadanage, un ciudadano de Sri Lanka que desde hace 12 años vivía en Pakistán. El hombre trabajaba como gerente en una fábrica de Rajco Industries, cuando fue torturado sin piedad hasta la muerte por una multitud de cientos de personas el 3 de diciembre pasado.
Más temprano ese día, los rumores de que Diyawadanage cometió una blasfemia al romper unas calcomanías con el nombre sagrado del profeta Mahoma se habían extendido por toda la fábrica, lo que provocó una gran protesta frente a sus puertas.
Asustado y temiendo por su vida Diyawadanage trepó al techo de la fábrica buscando escapar de la turba, pero los alborotadores lo atraparon y arrastraron a la fuerza hasta la calle, donde lo golpearon hasta matarlo.
Un colega que intentó rescatar a la víctima de sus atacantes dijo a medios locales que él no blasfemó y que las pegatinas de Mahoma habían sido retiradas temporalmente como parte de la limpieza de la fábrica.
Sentencia fue
recibida con recelo
La policía había registrado inicialmente casos contra 800 a 900 personas por su participación en el ataque y arrestó a 131.
“El equipo de la Fiscalía trabajó muy duro para presentar su caso ante el tribunal y llegar a esta sentencia”, dijo a la AFP Abdul Rauf Wattoo, el fiscal. “Estamos satisfechos con el resultado”.
Pero en Pakistán la sentencia fue recibida con recelo, con activistas en contra de las leyes de blasfemia afirmando que este tipo de sanciones no ataca el problema de raíz.
Según Saif-ul-Malook, un abogado experto en leyes de blasfemia y defensor de derechos humanos, estos fallos judiciales son un intento inadecuado de hacer justicia. El enfoque de los jueces es castigar sólo a quienes participaron directamente en el linchamiento, pero absolver a quienes lo presenciaron y los que permitieron que sucediera, “como los dueños de la fábrica, la policía y la administración del distrito de Sialkot”.