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La reconstrucción del imperio ruso

Por Abraham Santibáñez Sábado 30 de Abril del 2022

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El siglo XIX fue un periodo de gloria y esplendor para los imperios tradicionales. El siglo XX, en cambio, vio su disolución. El último, aunque nunca se proclamó como tal, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, se desintegró entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991. Como resultado se independizaron quince repúblicas.

En el mismo siglo, la primera Guerra Mundial puso fin a cuatro imperios: el Austro-Húngaro, el Alemán y el Otomano. El cuarto, el imperio de los zares rusos, mantuvo gran parte de sus antiguos territorios bajo el dominio soviético.

Desde la caída del imperio Romano, la disolución de un conglomerado de naciones a veces muy diferentes entre sí, nunca ha sido fácil.

La decadencia del imperio Austro-Húngaro empezó con el asesinato del heredero del trono, el archiduque Francisco Fernando, en Zarajevo, en agosto de 1914. Fue la chispa que encendió la primera guerra mundial. Al final, su desintegración permitió el surgimiento de las Repúblicas de Austria, de Checoslovaquia, de Hungría, de Polonia, el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. Estos últimos dieron forma a Yugoslavia, que sobrevivió solo gracias a la férrea conducción del Mariscal Tito. Se disolvió después de la caída del Muro de Berlín, a fines de los 80’.

El Imperio Alemán -el Segundo Reich- surgió tras la unificación de Alemania el 18 de enero de 1871, hasta su disolución el 9 de noviembre de 1918.

En todos estos casos, las secuelas tuvieron larga vida. Es que, como se ha visto ahora, en el caso de la Unión Soviética, en varias de las quince repúblicas, quedaron grupos que no querían renunciar a Rusia. En Ucrania, la invasión ordenada por Putin se estrelló con una vigorosa respuesta encabezada por el Presidente Zelenski. Al mismo tiempo, sin embargo, se manifestaron los partidarios del régimen ruso en el Donbass, donde hay dos provincias gobernadas por grupos separatistas pro-rusos: Donetsk y Luhansk. 

Las victorias de los alemanes en la Batalla de Tannenberg y la Batalla de los lagos Masurianos generó un descontento generalizado entre los rusos. En febrero de 1917, los movimientos marxistas desencadenaron la abdicación del Zar Nicolás II. Marcó el término del Imperio Ruso.

El Imperio Alemán había surgido tras la unificación de Alemania en enero de 1871, hasta su disolución oficial en noviembre de 1918. Era una de las grandes potencias industriales del mundo a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

El Imperio Otomano fue el más antiguo de los que cayeron tras la Primera Guerra Mundial. Fue el último en desaparecer. Había entrado en la Primera Guerra Mundial como aliado de las potencias centrales, el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Alemán. Con la ocupación de Constantinopla, llegó a su fin el 1 de noviembre de 1922, con la abdicación de Mehmed VI.

En noviembre de 1918, con la creación del efímero estado libre de Eslovaquia y su posterior unificación con el Ducado de Bohemia-Moravia, el territorio de Hungría quedó separado del de Austria, por primera vez en siglos. 

Ahora, treinta años después de la disolución de la URSS, Vladimir Putin está intentando reconstruir el imperio de los zares y de Stalin, a sangre y fuego, empezando por Ucrania.

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