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Angela Cerda Maturana, suboficial mayor de Carabineros

“Humanamente fueron muy dolorosas las cosas que me tocaron vivir durante el estallido social”

Martes 17 de Mayo del 2022

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Franco Manzo Mansilla

 

  • La carabinera, quien cumplió tres décadas en la institución policial, asegura que en octubre del 2019 se notó un profundo cambio en Chile y por primera vez le tocó recibir agresiones verbales.

El 16 de enero de 1992, la Escuela de Formación de Carabineros ubicada en Cerrillos, Santiago, recibió a Angela Cerda Maturana, quien asegura haber mantenido un cariño incondicional a la institución durante toda su vida.

El Escalafón de Apoyo Logístico es su alma máter, donde su principal desempeño ha sido en el ámbito administrativo, apoyando desde el área interna el desarrollo del carabinero que se desempeña en la calle. En este servicio, durante gran parte de su carrera Angela se mantuvo desenvolviéndose en la capital del país, donde tuvo la oportunidad de trabajar en la dirección de Bienestar y la de Salud, y también su labor que más destaca, como Agregada en el Ministerio de Defensa, tarea que mantuvo durante cuatro años.

El 28 de enero del 2018, con bastante experiencia en sus hombros y con el grado de sargento llegó destinada a Magallanes. La recientemente siniestrada Prefectura de Carabineros de Punta Arenas, ubicada en calle Waldo Seguel fue su casa laboral durante los últimos cuatro años, tiempo en el que logró llegar al grado máximo al que podía aspirar: suboficial mayor administrativo.

“Una sueña con llegar a esta instancia, pero muchas veces surgen dudas de poder alcanzarla porque es un camino largo. Esto me ha hecho sentir muy orgullosa por todo lo que logré y lo que tuve que sacrificar por hacer mi labor de la mejor manera posible”, comentó la suboficial mayor.

30 años en la institución

La carabinera relata que durante su vida ha mantenido un carácter “porfiado”, y cree que la percepción del resto para con ella es que es muy dura; sin embargo asegura que en el fondo es una persona sensible e incluso “corazón de abuelita”.

“Esa capacidad que he tenido de ser una persona ordenada y estructurada sirve mucho para este mundo institucional para poder realizar una buena labor. De igual manera considero muy importante amar lo que uno hace, y en mi caso, de chica siento que tuve esa vocación, siempre con mucha admiración hacia las Fuerzas Armadas en general, y de manera especial hacia Carabineros porque somos quienes están día a día frente al ciudadano”, asegura Angela Cerda.

Un país distinto

Por otro lado, cuenta que el país que la vio nacer en la Escuela de Carabineros en la década de los 90’ era muy distinto al actual, al igual que la misma institución de Carabineros que, asegura, se ha tenido que ir actualizando a medida que la sociedad también ha ido evolucionando y en conjunto con la tecnología, que ha “jubilado” a gigantes habitaciones llenas de carpetas con oficios que hoy se encuentran digitalizados.

“La institución ha cambiado muchísimo desde que entré. Antes éramos más estructurados y más estrictos, pero como la sociedad ha ido cambiando, Carabineros también se ha tenido que ir flexibilizando. Por ejemplo, el hecho de que existan parejas homoparentales en la institución es algo que antes era totalmente impensado e imposible. Hemos tenido que ir modernizando muchas cosas, pero con el cuidado de no perder o desperfilar la institución que es lo que siempre nos respalda”, remarca la suboficial mayor.

Lo bueno, lo malo y lo feo

Representar a Carabineros ante el Ministerio de Defensa fue de lo más trascendental que le tocó vivir en su vida profesional, donde asegura que realizó muchas cosas que la llevaron a desarrollarse y poder mejorar sus capacidades. “La labor interna que se realiza hace eco en las necesidades del carabinero y va en directo beneficio de aquél que se desempeña en la calle, ya que buscamos que efectivamente estas personas puedan ejercer su labor de buena manera ante la ciudadanía; esto con una mente y corazón tranquilos”, indicó.

El cierre de su carrera en Punta Arenas fue una gran sorpresa para ella, ya que involucró grandes sacrificios a su vida personal, como tener que dejar su confort familiar y también alejarse de sus amistades. “Llegar a Magallanes era algo totalmente desconocido y novedoso. Las experiencias que me tocaron vivir me hicieron sentir mucho más de cerca la labor del carabinero y su quehacer con la población. Me tocó conocer más de cerca la realidad de quienes vibran con el uniforme y no quedarme tan encerrada en mi rol administrativo”, agregó Angela Cerda.

Estallido social

Sin embargo, la carabinera entrega un veredicto negativo frente al accionar de la población magallánica frente al denominado estallido social de octubre de 2019, ya que en esa ocasión fue la primera vez que le tocó recibir insultos por vestir el uniforme de Carabineros.

“Durante esa etapa del país me tocó poder ver desde cerca un radical cambio en Punta Arenas, porque antes podíamos sentir una ciudad tranquila y calma, lo cual dejó de ser así en ese tiempo. Una está acostumbrada a ver ese tipo de cosas en Santiago, pero no acá, y humanamente fueron muy dolorosas las cosas que me tocaron vivir durante ese periodo, porque escuché cosas que nunca me había tocado escuchar de manera personal”, explica la suboficial Cerda.

A lo anterior, agregó que “siento que la sociedad y particularmente la juventud se deja llevar por la ansiedad de llamar a refundar Carabineros, pero la realidad es que no conocen bien la historia. Pienso que hay que conocer bien la raíz, porque si usted quiere arreglar la casa, la modifica pero no la desarma, porque por algo llevamos 95 años siendo una de las instituciones más sólidas del país”.

Sus últimos años

en la institución

Confiesa que uno de los episodios más tristes de su etapa como carabinera lo vivió en su permanencia en la capital magallánica, y por un motivo personal: la muerte de su padre Angel Cerda Sepúlveda. El 27 de abril pasado se cumplió el aniversario número 95 de Carabineros de Chile y coincidentemente o no, también durante ese día se cumplieron dos años del fallecimiento de su progenitor. “Creo que su partida en esa fecha fue para que no me olvidara de él”, reflexiona la suboficial, quien a la vez resalta el gran apoyo y comprensión que ha tenido de parte de su hija Valeria Pérez Cerda, quien tiene 26 años y reside en Villarrica. Igualmente guarda un especial recuerdo de su mamá, Irene Maturana Galaz, quien -dice- siempre la instó a perseverar en sus propósitos. “Ella ya no está con nosotros, pero su recuerdo siempre nos acompaña”, indica.

Angela Cerda dejará las filas de Carabineros probablemente en la próxima primavera, tras cumplir 30 años de servicios en la institución. Sin embargo, al final de su impecable trayectoria de servicio público la suboficial mayor le tocó vivir una de las tragedias patrimoniales más importantes que ha sufrido Carabineros durante los últimos años: el incendio de la Prefectura de Punta Arenas.

“Fue un hecho absolutamente inesperado. Ver destruida la Prefectura, que es como nuestra casa donde pasamos la mayor parte del tiempo de nuestras vidas, en lo personal me hizo botar algunas lágrimas. Es un lugar donde uno desempeña su tarea, donde comparte con los colegas, donde almuerza, y más duele cuando uno sabe que se trata de un lugar simbólico que carga con una gran historia y orígenes. Sin dudas fue muy doloroso, pero a la vez nos da la fuerza de poder en un futuro renacer como el Ave Fénix”, aseguró Angela Cerda.

Su partida a Santiago es inminente, sin importar que Magallanes dejó una huella imborrable en su corazón. La suboficial afirma que se enamoró de Punta Arenas, de su aire y de la ciudad en sí, aunque le teme a la escarcha porque en el primer periodo que llegó sufrió una fuerte caída producto de esta condición que genera el frío.

“Me iré de Magallanes con un profundo respeto hacia esta zona y a su gente. Pienso reencontrarme con mi familia, disfrutar un poco más del tiempo sin mirar el reloj, y luego espero buscar algún quehacer que me mantenga ocupada para no decaer, ya que estoy muy acostumbrada de toda la vida levantarme a las 6 de la mañana y andar con la mente rápida. Enfrentaré un nuevo desafío en la vida, pero esta vez como adulta mayor y sin uniforme, donde todo puede pasar pero siempre feliz de poder seguir disfrutando de la vida”, concluyó la suboficial mayor administrativo, Angela Cerda.