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Por qué la invasión rusa a Ucrania puede crear una hambruna global

Lunes 23 de Mayo del 2022

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La guerra está golpeando un sistema alimentario mundial debilitado por la pandemia,
el cambio climático y la crisis energética. Las exportaciones ucranianas y rusas de granos,
que suministran el 12% de las calorías que consume el planeta, están paralizadas.

Las guerras matan mucho más allá de los campos de batalla. Una bomba puede destruir un granero sin provocar víctimas, pero muchos podrían morir a causa de la falta de los granos que estaban allí acumulados. La invasión ordenada por Vladimir Putin amenaza con convertirse en una desgracia mucho más grande que la que están viviendo los ucranianos. “La guerra está golpeando un sistema alimentario mundial debilitado por el Covid-19, el cambio climático y una crisis energética”, dice la revista The Economist. Las exportaciones ucranianas de grano y semillas oleaginosas están paralizadas y las rusas en camino de estarlo. Juntos, los dos países suministran el 12% de las calorías que consume el planeta.

Antes de la guerra ya la situación alimentaria global era preocupante. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas había advertido que 2022 sería un año muy difícil debido al arrastre de la crisis de la pandemia y los efectos de las sequías. China, el mayor productor de trigo, ya anunció que esta cosecha puede ser la peor de su historia a causa del retraso de las lluvias. Las temperaturas extremas también golpearon duramente en la India, el segundo productor mundial. Lo mismo ocurre en el Cuerno de Africa y en el denominado “cinturón de trigo” de Estados Unidos y la región cerealera de Francia.

El secretario general de la Onu, António Guterres, advirtió en la semana recién pasada que los próximos meses amenazan con “el espectro de una escasez mundial de alimentos que podría durar años”. Y, obviamente, las primeras víctimas de una situación como esta son los más pobres. Los hogares de las economías emergentes gastan el 25% de su presupuesto en alimentos, y en el Africa subsahariana llega hasta el 40%. En Egipto, el pan proporciona el 30% de todas las calorías a la población. De acuerdo al estudio del PMA, hay 250 millones de personas que están al borde de la hambruna y otros 1.600 millones “en riesgo latente de estarlo”. Si, como es probable, la guerra se prolonga y los suministros de granos por parte de Rusia y Ucrania continúan en estos niveles, la creciente y preocupante inflación que azota al mundo pasará a ser un problema menor.

Países sustitutos

En este contexto, la atención del mundo comienza a centrarse en los países y regiones que podrían suplir esta escasez tan grande de alimentos. Y es aquí donde aparece el Mercosur. Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay son los países con capacidad excedente para sustituir a los que la guerra colocó fuera de los mercados mundiales, sobre todo trigo, maíz, cebada y aceite de girasol. Una oportunidad única para el crecimiento de sus economías y contener el estrepitoso aumento de la pobreza en la región. Claro que esto no es mágico. Es sumamente difícil pasar a producir un 50% más de una cosecha a otra. Sudamérica también está afectada por las sequías y otros efectos del cambio climático. Y todos los países de la región tienen sus propias dificultades interiores políticas y económicas. Pero aún está fresca en la memoria de sus habitantes que hace cien años o poco más constituían precisamente lo que ahora se requiere: ser los productores de alimentos más importantes del mundo.

Hay incentivos para estos países que también constituyen sirenas de alarmas para ellos y los necesitados. El precio del trigo, que ya había subido un 53% desde principios de año, aumentó otro 6% más el 16 de mayo, después de que la India dijera que iba a suspender las exportaciones a causa de una ola de calor extremo.

La India no está sola. Otros 26 países están aplicando severas restricciones a las exportaciones de alimentos que abarcan el 15% de las calorías comercializadas en todo el mundo. En la mayoría de los casos se trata de prohibiciones totales. Pero Ucrania y Rusia constituyen la parte del león. Suministran el 28% del trigo comercializado a nivel mundial, el 29% de la cebada, el 15% del maíz y el 75% del aceite de girasol. Las exportaciones de alimentos ucranianos proporcionan las calorías para alimentar a 400 millones de personas. Pero la parte de la cosecha de grano del año pasado que aún se encuentra en el país -unos 25 millones de toneladas, gran parte de ellos de maíz- está atascada por el bloqueo ruso a los puertos del sur del país, particularmente el de Odessa que es por donde salen casi todas las exportaciones de granos. Están trasladando parte de esas reservas agrícolas en camiones hasta puertos de Rumanía y Bulgaria, pero es mucho más costoso e insuficiente.

Por su parte, Rusia, está afectada por las sanciones impuestas por Occidente como consecuencia de la decisión de Putin de invadir al país vecino. La mayoría de los pesticidas que usa en la producción agrícola los compraba en la Unión Europea. También tiene graves dificultades para exportar a través del Mar Negro.

Precios volátiles

A pesar de la subida de los precios de los cereales, es posible que los agricultores de otras partes del mundo no puedan compensar el déficit. Una de las razones es que los precios son volátiles. Y lo que es peor, los márgenes de beneficio se reducen debido al aumento de los precios de los fertilizantes y la energía. “Si los agricultores recortan el uso de fertilizantes, los rendimientos globales serán menores justo en el momento más inoportuno”, dice The Economist.

Se necesita un mundo para alimentar a un mundo, repiten los economistas. Casi el 80% de la población global vive en países que son importadores netos de alimentos. Más del 20% de las calorías del mundo, y más del 18% de los cereales, cruzan al menos una frontera en el camino que va desde el campo hasta el estómago. Y los cambios geopolíticos modifican profundamente este comercio y el equilibrio de poderes.

La salida a la crisis alimenticia global en la próxima década podría venir de la mano de una mayor producción y facilidades de comercialización por los países del Mercosur; pero el alivio inmediato tendría que venir con un cese al fuego en Ucrania y el levantamiento del bloqueo del Mar Negro.

Infobae