Tiempos de amenazas y sedición
Emilio Boccazzi Campos
Arquitecto
Chile se encuentra tironeado. Son tiempos de tensión, de visiones totalmente contrapuestas. A ratos de visiones e intentos totalitarios. De imponer la violencia para el logro de los objetivos minoritarios que representan. La violencia en La Araucanía o el Wallmapu. Debo escribir con cuidado. Las sensibilidades están a flor de piel.
Y las amenazas y la sedición a flor de labios. A las declaraciones sediciosas de Héctor Llaitul, líder de la CAM, de “organizar la resistencia armada”, ante el Estado Intermedio implementado por el gobierno para permitir el libre tránsito y flujo de personas y mercancías y no tener un país cortado en dos y con balazos y atentados por doquier.
Luego de la dicotomía y duda del gobierno de implementar el Estado de Excepción en la denominada Macrozona Sur (parte de la Región del Biobío y de la Región de La Araucanía) vienen las amenazas de Llaitul. Lo anterior aderezado con nuestra cultura ambigua de pasarse la pelota entre el Ministerio Público y el gobierno, de si debía o no querellarse o si estas como indicó el gobierno, el Ministerio Público está atiborrado de éstas, hace años y no ha resuelto nada.
Como funcionario público que soy y he sido en una buena parte de mi vida, entendía que el artículo 15 del Estatuto Administrativo indica: “Todo funcionario público tiene la obligación de denunciar ante el respectivo superior jerárquico y si la situación lo amerita ante cualquier superior, las irregularidades de las que tuviera conocimiento y los hechos con apariencia ilícita y/o delictiva”.
¿Las policías, los jueces, los ministros, los fiscales y defensores, no son funcionarios públicos?
Por otra parte el artículo 175 del Código Procesal Penal indica la denuncia obligatoria (no incluyo el artículo pues es relativamente extenso para esta columna), pero obliga a Carabineros de Chile, Policía de Investigaciones y de Gendarmería, a los fiscales y demás empleados públicos, jefes de Puertos y Aeropuertos, estaciones de trenes y buses, jefes de establecimientos hospitalarios, de clínicas particulares, directores, inspectores y profesores cada uno en el ámbito de sus responsabilidades a denunciar los ilícitos. Es decir las leyes existen. Por lo tanto lo señalado por el fiscal Abbott es por decir lo menos paradojal.
Pero no sólo los Llaitul y Queipul, han amenazado al Estado de Chile, sino que en las últimas horas, se ha agregado el ex comandante en jefe de la Armada de Chile entre los años 2001 y 2005 que ha señalado “la Patria no sólo puede estar amenazada por fuerzas externas, sino también, y quizás más graves, desde su interior y de manera solapada. Por eso, los marinos de corazón bien puesto, si fuese necesario, deberemos estar preparados para saltar al abordaje”. Si esto al igual que las expresiones de Llaitul y Queipul no son amenazas y sedición, no entiendo nada.
Tengo la percepción, casi la convicción que los chilenos, la inmensa mayoría quiere desarrollo, quiere vivir en paz, quiere y necesita oportunidades y que sus derechos conculcados, tengan un escenario de paz y trabajo, para que estos sean una realidad y no una quimera escrita en letras de oro. Si el derecho a la vivienda para todos los chilenos ha sido conculcado y reconocido en esta nueva Constitución en desarrollo, no bastará que esté escrito y validado con el Apruebo, sino que se requerirá para hacer efectivo ese derecho que hoy tiene a 600.000 familias viviendo en condiciones marginales o inhumanas, de condiciones de paz, de encuentro, de disciplina y de trabajo.
He dicho disciplina. Derechos Universales, requieren deberes cumplidos por todos los ciudadanos. No puede permitirse sedición ni de comuneros que no representan a todo el mundo mapuche de Chile, ni de almirantes en retiro, que tampoco creo expresan la inmensa voluntad y trabajo de una institución como la Armada que está en cada rincón de Chile, uniéndola, trabajando por su gente y su seguridad en mar o en tierra.
La inmensa mayoría de los chilenos no quiere más, villas Baviera ni Temucuicui. Lugares inexpugnables y ajenos a la justicia y al Estado de Derecho. Tampoco queremos Fuerzas Armadas alineadas con un sector político ni con atavismos dictatoriales, sino que al servicio de todos los chilenos. Y con menos escándalos que avergonzarían a O’Higgins, Prat, Manuel Rodríguez, Condell, Latorre o Carrera.
A bajar las revoluciones, la sedición viene de varios frentes. Y en ello al gobierno le viene mucha tarea. A bajar la polarización sino no habrá posibilidades de cumplir los derechos que esperamos se transformen en realidades para los chilenos.