Patrimonio o matrimonio
El último fin de semana en Chile, se ha celebrado el día del Patrimonio Cultural, lo que se instauró el año 1999, cuando se estableció el último domingo del mes de mayo, para celebrar, lo que en la primera ocasión, se llevó a cabo a través de una jornada festiva y reflexiva.
En años anteriores, y no necesariamente a propósito del día del Patrimonio o de “los Patrimonios” como se suele decir hoy día, me he referido con una visión crítica respecto del trecho aún muy grande que nos queda recorrer como “Sociedad chilena” (¿somos sociedad o sólo un grupo de ciudadanos en un determinado territorio?) para conocer, valorar, preservar y reconocer esencialmente nuestra cultura o nuestras culturas como se viene en llamar hoy.
Al escudriñar, en el origen de las palabras y al lenguaje (y el lenguaje crea realidades dicen), me he preguntado ¿por qué llamar Patrimonio y no Matrimonio, a todo lo que dice relación con la transferencia, la herencia, lo precedente, la forma de actuar de quienes nos precedieron y que se expresó en diversas manifestaciones que de una u otra manera nos moldean como lo que somos o nos permiten reflexionar para intentar ser mejores seres humanos y constituir realmente una sociedad?.
Pero vamos a la polémica que sólo tiene como objetivo pensar o repensar esta fecha y con esto repensar nuestro por ahora “MAPATRIMONIO”.
Patrimonio y matrimonio, provienen del latín, y ambos aluden al “pater”, padre y a mater, madre, ambos acompañados, con el sufijo “monium” (calidad de). Es decir calidad de padre o calidad de madre. Calidad en su más amplio sentido cultural y jurídico.
La relación de origen, entre términos como matrimonio y patrimonio no sólo indicaría el sentido general con el que se desarrollan estos vínculos sociales entre nosotros, (como puede ser el sentido superficial de patrimonio para referirse a una relación de verticalidad entre distintas generaciones, mientras que el de matrimonio comprendería a las relaciones horizontales entre individuos de la misma generación).
Desde un punto de vista semántico de los sistemas culturales indo-europeos en el que se gestó la oposición patrimonio/matrimonio, estas dos palabras describirían a dos tipos distintos de circulación de la información en la comunicación dentro de los procesos primarios de socialización por los cuales se reproduce nuestra cultura.
De esta manera, se hace ostensible como el lenguaje se moldea a través de la costumbre, al reparar en que “pater” encontraría sentido en la transferencia intergeneracional de la cultura a través de relaciones sociales asimétricas planteadas (propio de sociedades patrimoniales y de culturas machistas como la occidental, donde la estructura social se recuesta sobre el lado masculino de las familias), mientras que el de mater aludiría al intercambio cultural en la interacción social (relacionado a modos informales de intercambios, donde no se ponen jerarquías entre las partes).
La palabra matrimonio el día de hoy sólo significa la unión jurídica de una pareja. En latín (que es su origen), no era así, pues esta relación se denominaba “connubium”. “Matrimonium” es una palabra formada por la raíz mater, “matris”, madre y un elemento de segunda composición “monium o monia” que se especializa en designar un conjunto de actos o situaciones rituales y jurídicas.
De cualquier modo lo que intento indicar es que la palabra Patrimonio alude o significa sólo una parte, lo masculino, el sentido jurídico del Patrimonio como un conjunto de cosas, de bienes, de riqueza, sólo atribuible a lo monetario. (un significado muy del derecho romano). ¿Cuál es su patrimonio le consultan en el Banco o en su declaración de intereses?
Quiero decir finalmente para dejar instalada la reflexión, que la palabra o el concepto de Patrimonio deja de lado, lo femenino (Matrimonio, calidad o condición de mater), que expresa en esencia el valor del calor, de la confianza, de la transmisión que va desde lo más básico y humano hasta el traspaso de las formas más tempranas de relacionarnos entre seres humanos.