Justicia no le creyó a Luis Huaiquil y fue condenado por el brutal femicidio de Elizabeth Mella
- Para el fiscal Fernando Dobson el autor pretendió establecer una coartada basada
en mentiras y por eso pide que lo castiguen con presidio perpetuo calificado.
Los hijos de Elizabeth Mella Cárcamo sintieron ayer algo de alivio y tranquilidad al escuchar la palabra “culpable”.
El largo proceso judicial en contra del único acusado, Luis Moisés Huaiquil Andrade, llegó a su fin para el fiscal jefe de Punta Arenas, Fernando Dobson, que lideró una de las más complejas investigaciones de la mano de la Brigada de Homicidios de la PDI.
Un año demoraron en poder aclarar el femicidio y también el incendio, porque Huaiquil siempre negó su autoría del crimen de la mujer, y de prenderle fuego a la casa para borrar las evidencias.
Hasta que el cúmulo de pruebas, y pericias bioquímicas lo terminaron inculpando.
Femicidio
Con 27 puñaladas, y al interior de un dormitorio semi calcinada, fue encontrada la mujer la madrugada del 8 de marzo de 2020. El acusado intentó encubrir el delito con un incendio, prendiendo fuego a unas frazadas y de ahí escapó. Pero dada la cercanía con el cuartel, bomberos de la Tercera Compañía llegaron rápidamente a Manantiales Nº01868, y sofocaron las llamas.
En la remoción apareció el cuerpo de la víctima. Pero no sólo presentaba quemaduras, sino que lo más terrible fue cuando la PDI confirmó que presentaba 27 puñaladas. Esto convirtió el crimen en uno de los episodios más crueles de la historia policial de Punta Arenas.
Las extensas indagatorias apuntaban a una sola persona: Luis Huaiquil, que esa noche compartió íntimamente con la mujer.
Pero sin embargo nunca prestó colaboración y esto fue retrasando la orden de detención.
Desde un comienzo Fernando Dobson advirtió que no sería fácil aclarar este crimen. De ahí que pasara un año y tres meses para encarcelar al único sospechoso. El día de la formalización negó los hechos incriminatorios. Pero la Fiscalía y la BH no tenían dudas.
Fue él quien la agredió, le pegó en el rostro y la nariz, y le propinó sucesivas y reiteradas puñaladas en su cuerpo.
Las muestras biológicas y ADN tomadas al cuerpo de la víctima se cotejaron con los análisis del “isopado bucal” de todos los eventuales amigos y cercanos de la víctima. Sin embargo el proveedor de ese ADN era uno solo: Huaiquil.
Lo mismo ocurrió con otras evidencias recogidas en la escena del crimen. A pesar de ello, él seguía negando que esa noche estuvo en el lugar.
El imputado buscó como coartada que esa noche estaba fuera de Punta Arenas, en el sector de seno Skyring. Pero la georreferenziación del teléfono celular lo situó siempre en la ciudad, como lo estableció un perito del laboratorio de criminalística de la PDI.
La aparición de una carta dos días después del crimen dirigida al hijo de la víctima, que el acusado fue a dejar a un domicilio cercano a donde vivía él lo incriminaron aún más. En ella entregaba ciertos antecedentes que sólo la persona que estuvo con la mujer podía conocer. Y también inculpaba a alguien que no tuvo nada que ver con el crimen, sindicándolo como el sujeto que ofrecía en venta uno de los teléfonos celulares de ella.
Además que la vivienda donde fue a dejar la misiva estaba custodiada por tres perros. Guardianes que nunca ladraron.
El querellante Ramón Ibáñez explicó ayer, al término del juicio, que esto fue porque los animales lo conocían ya que habitualmente los alimentaba.
Se adhirió también a la pena de presidio perpetuo calificado por femicidio y de 20 años de cárcel por incendio.
Fiscal y querellante pidieron al tribunal que no considere la solicitud del defensor Guillermo Ibacache, de que el acusado colaboró con la investigación.
El Tribunal dará a conocer la sentencia el próximo 9 de junio, a las 11 de la mañana.