Necrológicas

– José Luis Ampuero Pena
– Guillermo Antonio Soto Santana
– María Angela Muñoz Bustamante
– María Matilde Ibarrola González

Hace 50 años provocó la caída de Richard Nixon, el primer y único Presidente de EE.UU. en renunciar

Espías, teléfonos pinchados y dos periodistas tenaces: así empezó el escándalo Watergate

Sábado 18 de Junio del 2022

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  • Fue una investigación periodística excepcional, y peligrosa, llevada adelante por Bob Woodward y Carl Bernstein, y por el diario en el que trabajaban: The Washington Post. El caso Watergate cambió para siempre las relaciones de la prensa con el poder e impulsó en el mundo el periodismo de investigación.

Era raro. Esa puerta debía estar cerrada. Frank Willis, el vigilante nocturno del enorme complejo de departamentos y oficinas del Hotel Watergate, en el centro de
Washington, intentó cerrarla. No pudo. El pestillo estaba trabado por una cinta adhesiva que le impedía calzar en la cerradura y dejaba libre el acceso a las oficinas del Comité Central del Partido Demócrata. Alguien se había descuidado, pensó Willis, alguien había trabado la puerta y había olvidado destrabarla. Quitó la cinta y salió a comprar comida en el vecino restaurante Howard Johnson’s.

Eran las 0,30 horas del sábado 17 de junio de 1972, hace ya cincuenta años.

Al regresar y reiniciar su ronda de vigilancia, Willis volvió a pasar por las oficinas de los demócratas y notó no sólo que la puerta volvía a estar abierta, sino que habían vuelto a trabar el pestillo con una cinta adhesiva. Así que llamó a la policía. A las 2,30 de la mañana, cinco personas fueron apresadas cuando trataban de instalar micrófonos, pinchar teléfonos y robar decenas de documentos de las oficinas del Partido Demócrata. Les preguntaron los nombres y la profesión. Todos dijeron que eran plomeros, y nadie les creyó.

Fueron llevados a la cárcel para ser presentados ante un juez el día siguiente por intento de robo. El gobierno de Richard Nixon había dado el primer paso hacia su vergonzoso final, la renuncia del Presidente dos años después, en agosto de 1974. Así empezó el caso Watergate: casi por casualidad y como un robo menor.

¿Qué fue Watergate? El mayor escándalo político del siglo pasado en Estados Unidos, el éxito de una meticulosa investigación periodística a cargo de dos jóvenes redactores del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, y la decisión inquebrantable del diario de publicar los resultados de esa investigación.

Woodward y Bernstein ligaron a los ladrones de Watergate con la Casa Blanca, Nixon intentó frenar la investigación porque el espionaje en Watergate había sido una operación diseñada en la Casa Blanca, el Presidente sugirió incluso que el FBI dejara de investigar, todo quedó en las cintas del sistema de grabación que Nixon había instalado en su oficina, por lo que resultaba evidente que había obstaculizado el accionar de la Justicia y podía ser sometido a juicio político. Antes, Nixon prefirió renunciar el 8 de agosto de 1974, dos años y dos meses después del asalto en Watergate.

La historia de esos dos años es apasionante. Pero bien pudo no ocurrir sin que el azar metiera la cola, y si Woodward, Bernstein, la propietaria del Post, Katharine Graham y el editor general, Benjamin Bradlee, hubiesen cedido un centímetro en la larga batalla que los enfrentó con un gobierno que intentaba perpetuarse, y con un Presidente que sólo buscaba impunidad.

Los reporteros que sacaron a la luz el caso forjaron una relación tan sólida que pronto se los conoció como si fueran uno solo, con un apellido común a ambos: “Woodstein”. Esa relación perduró a lo largo de las décadas, aunque Bernstein se marchó del The Washington Post y la vida los llevó por caminos muy distintos.

Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, claro está, vivieron momentos durísimos, de esos que quiebran vínculos o los cimentan para siempre. Así fue con ellos, que eran jóvenes (Woodward tenía 29 años y Bernstein, 28) y decididos, pero que también debieron lidiar con el mito que se construyó alrededor de una de sus fuentes -la más importante- a la que aludían con el nombre de una película porno de la época: “Garganta profunda”.

Cuando Woodward necesitaba reunirse con esa fuente, corría de lugar unos metros una maceta con una banderita colorada que tenía en su balcón. Con ello le hacía saber que lo estaría esperando cerca de las 2 de la mañana del día siguiente en un garaje en Rosslyn, Virginia, al otro lado del río Potomac.

Camino a su encuentro secreto, Woodward cambiaba varias veces de taxi para despistar a cualquier persona que lo estuviera siguiendo. El último tramo lo hacía a pie. Por razones de seguridad, empleaba entre una y dos horas para hacer un recorrido que, en circunstancias normales, podría haber hecho en 10 ó 15 minutos.

La fuente también recurría a un código secreto cuando quería reunirse con Woodward. Dibujaba un círculo en la página 20 del diario The New York Times que el periodista recibía en su domicilio. En la misma página, dibujaba unas agujas de reloj para comunicarle la hora de la entrevista.

¿Quién era “Gargante profunda”? El misterio sólo se develó en junio de 2005, cuando el otrora número dos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Mark Felt, lo confesó a los 91 años y Woodward y Bernstein, lo confirmaron.

Infobae/La Nación