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The Economist califica texto de nueva Constitución “absurdamente largo” y “excesivamente progresista”

Jueves 7 de Julio del 2022

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  • En un extenso artículo dedicado a la nueva etapa del proceso constituyente, semanario inglés afirmó
    que la Constitución actual “no es perfecta” pero
    al menos “es modelo de claridad” y “funciona”.

“Absurdamente largo”, “fiscalmente irresponsable y excesivamente progresista”. Esos son parte de los calificativos con que el semanario inglés The Economist calificó ayer el proyecto de nueva Constitución que el lunes fue entregado al Presidente Gabriel Boric y que la ciudadanía deberá votar -obligatoriamente- el 4 de septiembre.

En una publicación titulada “los votantes deberían rechazar el nuevo borrador de Constitución de Chile”, comienza por un recorrido por el escenario de protestas que se desencadenaron desde el estallido social y que contenían una serie de demandas en materia de pensiones y salud, situación que llevó a que muchos se centraran en culpar “los males de Chile en un solo documento”, la Constitución del ’80.

Luego, relata la apertura del ex gobierno de Sebastián Piñera a abrir un camino para un borrador de nueva Constitución, y la posterior elección de los constituyentes, mayormente de movimientos sociales que de los partidos establecidos. El texto señala que el resultado de ello, “es absurdamente largo, con 488 artículos. También es fiscalmente irresponsable y excesivamente progresista”.

“Para ser justos, éste omite algunas de las peores ideas ventiladas en la asamblea, la que estaba dominada por izquierdistas. Esto incluía la nacionalización de todos los recursos naturales (la minería genera el 12% del Pib) y la supresión de la Cámara Alta. El Banco Central mantiene su independencia, aunque se han ampliado sus competencias para incluir ‘la protección del empleo, el cuidado del medio ambiente y el patrimonio natural'”, indica el texto.

Por otro lado, también califica algunas ideas como “loables”, como que el documento “requeriría la devolución de algunos poderes a las regiones, y le daría a las personas indígenas el derecho de ser enseñados en sus propias lenguas en las escuelas. Pareciera que se requieren leyes para aprobar el aborto y el suicidio asistido”, agrega.

No obstante, el semanario afirma que “en general, el borrador es un lío confuso”. Incluso, menciona que está lleno de “lenguaje impreciso”, como que “la naturaleza tendría derechos”, o que se menciona “39 veces” la palabra “género”, y que las sentencias judiciales, la policía y el sistema nacional de salud tendrán que operar con “perspectiva de género, lo que no se define”.

Crecimiento económico

“El documento es mucho menos favorable a las empresas o al crecimiento que la Constitución actual”, agrega el texto. Entre otras cosas, “dice que todo el mundo tiene ‘derecho al trabajo’ y que se ‘prohíbe toda forma de precariedad laboral'”, lo que según The Economist, “podría dificultar el despido”. También menciona uno de los temas que generó en el país un extenso debate por el “precio justo” en las expropiaciones. “La compensación por las tierras expropiadas no sería a precio de mercado, sino a lo que el Congreso considere ‘justo'”, sostiene el artículo.

Así también la revista pone el foco en que el proyecto “crea un portafolio de derechos socioeconómicos que podría disparar el presupuesto”, y frente al sistema político, critica que “los controles legales de frenos y contrapesos del gobierno se diluirán”.

“Deberían rechazarlo”

En suma, el medio con sede en el Reino Unido recalca que “la antigua Constitución chilena no era perfecta. De hecho, ha sido modificada casi 60 veces. Pero comparada con la que se propone sustituir, es un modelo de claridad. Y lo que es más importante, el antiguo proyecto de gobierno funciona”.

Y agrega: “en lugar de
desechar la vieja Constitución, los chilenos deberían desechar la nueva. Cuando el proyecto se someta a referéndum en septiembre, deberían rechazarlo. La Constitución actual se mantendría y el Congreso mantendría el poder de revisarla gradualmente”. “Este enfoque puede resultar poco inspirador para quienes salieron a las calles en 2019 y 2020. Pero a largo plazo es mucho más probable que haga que Chile sea próspero y gobernable”, cierra el artículo.

Emol

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