Emprendedora estadounidense sufre de la burocracia para poder finalizar proyecto de cabañas de turismo
Tienen gran parte de la obra terminada, a punta de esfuerzos y superando los obstáculos de una burocracia que los ha hecho avanzar lento, y no siempre seguros. Sara Garthe es estadounidense y lleva más de diez años viviendo en Magallanes. Trabajando de guía turístico en el Parque Torres del Paine conoció a su novio, y con el tiempo, decidieron desarrollar un negocio ligado a este rubro: un hostel que se encuentra en pleno centro, en una casa principal de la familia de él.
Pero esta idea que partió en diciembre de 2019, no ha podido concretarse. “Nos apasiona el tema del turismo y quisimos formar un alojamiento, para familias, porque aquí hay hoteles, pero poca opción para gente que viene en grupo pequeño o familia, y que sean tranquilos, no que anden carreteando. Pusimos mucho cariño en el diseño, partimos antes de la pandemia, pero fue burocrático, porque demoraron nueve meses en entregarnos el permiso de construcción. Ibamos bien, a buen ritmo, pero la cuarentena nos pilló mal, porque no teníamos el techo, solamente el primer piso de las cabañas hechas, sin techo, hechas de lenga, materiales regionales de calidad. Intentamos ir a Carabineros muchas veces a pedir permiso para que los maestros pudieran trabajar, pero fue rechazado por no ser esencial. En ese momento, no vivíamos en la casa, porque estaba inhabilitada, tuvimos que rehacer la parte eléctrica, no tenía calefacción, gas, nada. Estuvimos viviendo en la parcela de mi pareja, en Ojo Bueno”, resumió la emprendedora sobre las dificultades iniciales, en que ni siquiera podían ir a ver la casa.
Tras ese periodo, al finalizar la etapa más complicada de la pandemia, notaron que la vivienda presentaba numerosos daños por el agua, humedad, “y nos costó mucho dinero tener materiales nuevos, mano de obra, además de tiempo. Fueron por encima de 30 millones de pesos. Preguntamos al alcalde, concejales, políticos regionales, en la radio, y no pasó nada, nos prohibieron trabajar y nos obligaron a ir empobreciéndonos, y no vamos a alcanzar a terminar el proyecto, no por mala gestión, sino por mal manejo durante la pandemia y al final nosotros tenemos que ‘pagar el pato’”, recalca Garthe.
Pensaron postular a fondos en Corfo y Sercotec, pero no encontraron posibilidades, “porque hay mucha letra chica y muchas condiciones. Cuando hicimos los trámites de manera formal con el contralor, éste nos dijo que teníamos que abrir legalmente una empresa, para contabilizar todos los gastos, facturas, y no pudimos, porque somos primera categoría; luego, en primera categoría hay que tener tanto nivel de ventas, las que obviamente no tenemos, porque estamos en etapa de desarrollo y no hay patentes, ni funcionando. Después, durante la pandemia, hubo un programa para ayudar a las Pymes, que igual exigía ventas, pero nadie pensó en los que estábamos en proceso de desarrollo. Otro programa nos indicó que podíamos sacar todos los remanentes en Impuestos Internos, unos 13-14 millones, que no pudimos acceder, pero sí pagamos en impuestos y hubiéramos podido terminar y funcionar”, lamentó.
Todos estos problemas les han impedido concretar este negocio, en que no solamente tienen cabañas, sino que además, en la casa principal contarán con lavandería y gimnasio, que son servicios extras con los que quieren marcar la diferencia dentro del rubro.
La incertidumbre se mantiene porque los materiales aumentan de precio, han tenido problemas para encontrar mano de obra, por lo que ellos mismos han tenido que aplicarse para ejecutar los trabajos, principalmente, porque el dinero no les sobra. Por eso, Sara Garthe critica “que haya apoyo para muchas personas, pero yo creo que merezco, he dado pega a muchas personas en este tiempo: mínimo ocho carpinteros, soldador, gásfiters, electricistas, ingenieros eléctricos, arquitectos, ayudantes. Me gustaría postular a otros proyectos de fondos públicos, pero según las bases, quedamos fuera”.
Es por ello que, para reunir fondos, realiza clases de inglés y de música, con la idea de implementar otro proyecto, que también postuló, como persona natural, para ocupar la casa con este fin, “pero igual fue rechazada por combinación de factores, pero el que me llamó la atención fue el de falta de conocimientos técnicos para dar clases de inglés y yo hablo inglés nativo”, cuestionó. “Igual no quiero criticar a las personas en Sercotec, que me trataron de forma amable, pero es un sistema que no está sirviendo a nadie, porque en una reunión virtual hubo muchas personas con problemas similares”, finalizó Sara Garthe, que llegó hace más de diez años a Magallanes y que espera abrir algunas de sus cabañas en septiembre.