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Enfermedad y vejez

Por Jorge Abasolo Lunes 10 de Octubre del 2022

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Por Jorge Abasolo

Aunque duela reconocerlo, parece que la vejez es la única etapa de la vida en que no nos molesta formar parte de la solución… porque ya no hay ninguna.

También puede que usted se esté poniendo viejo si ya no le molesta que otro maneje el auto. Ahora, si usted decidió que va a consultar a otro médico, más joven…ya no hay lugar para dudas: usted marcha a esa etapa en que ya tiene más pasado que futuro.

En la época de nuestros abuelos la expectativa de vida era de 55 años. A los 50 la abuela se ponía una mantilla negra…pensaba como vieja…caminaba como vieja…y hasta sentía como vieja. Es decir, su biología se adaptaba a ese proyecto, y cinco años más tarde moría…de vieja.

Hoy por hoy tenemos derecho a cuestionarnos si a los cincuenta había un mandato social que ordenaba que se era viejo, y por eso se moría a los 55 años. Entonces, ¿era la estadística la que condicionaba a nuestra abuela? ¿O eran nuestras abuelas las que somatizaban las estadísticas?

A esta altura queda muy clarito aquello de que una cosa es el  envejecimiento y otra muy distinta es la enfermedad.

Hemos creado un mundo en el que algunos “viven demasiado corto”, por falta de medios que fabrican el bienestar, pero otros…”mueren demasiado largo”, tal vez por exceso de bienestar o por el estrés que significa obtenerlo.

En otras palabras, hemos logrado extender la vida, pero todavía nos falta extender su calidad.

Conviene tener en cuenta que la Edad Psicológica tiene una enorme importancia en la expresión de la Edad Biológica. Fíjense ustedes que en la época de los griegos, el promedio de vida era sólo de 24 años.

¿Saben qué edad tenía Helena de Troya cuando fue rescatada por el Príncipe Paris?

¡Doce años de edad!  Leyó bien…12 años de edad.

Por esa época, una niña de esa edad era ya una mujer hecha y derecha…y a los dieciocho, ya se le miraba y trataba como en el umbral de la tercera edad.

Mienten descaradamente los que señalan que se puede llegar a viejo sin mayores cuidados y gozando plenamente de la vida, sin resguardo alguno. La historia siguiente lo confirma de modo palmario.

Un joven decide visitar a su abuelo de 87 años a la Clínica.

-¿Cómo estás, abuelo?

-Como un roble, nietecito querido.

-¿Qué tal la comida?

-Exquisita. No me puedo quejar.

-¿Y las enfermeras?

-No podían ser mejores. Todas buenas mozas y muy amables. Me regalonean hasta decir basta,

-Y de noche…¿duermes bien?

-Cero problema. Nueve horas cada noche y como un lirón. A las 10 de la noche me traen una taza de chocolate y una pastilla de Viagra, y con eso me duermo como una guagua hasta el día siguiente.

El nieto, algo sorprendido con lo del Viagra, increpa a la enfermera jefe:

-¿Qué están tratando de hacer con mi abuelo? Me dice que le están dando Viagra diariamente. ¡Viagra a un anciano de 87 años! ¡Eso es una irresponsabilidad!

La enfermera responde con amabilidad:

-¡Oh, sí, claro…Pero déjeme explicarle. Todas las noches a eso de las 10 le damos una taza de chocolate y una pastilla de Viagra. Todo funciona estupendamente bien. El chocolate lo pone a dormir…y el Viagra evita que se caiga de la cama…

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