Necrológicas

Buscan en algas, helechos y hongos patagónicos principios activos contra el Alzheimer y el Parkinson

Jueves 13 de Octubre del 2022

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Enorme es el potencial farmacéutico de numerosas especies endémicas y milenarias de la Patagonia y esta es una línea de investigación que ha abrazado el Centro de Excelencia en Biomedicina de Magallanes (Cebima), entidad que recientemente se adjudicó $1.700 millones para estudiar el uso de recursos naturales patagónicos y de los ecosistemas antárticos y subantárticos como agentes terapéuticos para enfermedades neurodegenerativas.

Algas, helechos y hongos serán estudiados para hallar principios activos que puedan ser utilizados en el tratamiento de patologías como el Alzheimer y el Parkinson, entre otras.

De esta forma, el Cebima prosigue su meta de transformarse en un referente nacional e internacional en investigación biomédica.

Alga y helecho

Según informó el Cebima, el objetivo principal de la iniciativa aprobada es identificar nuevas moléculas y/o compuestos químicos presentes en la flora terrestre y marina de esta zona “que nos permitan enfrentar tanto las enfermedades neurodegenerativas como aquellas de alta incidencia en la población de la región de Magallanes y Antártica Chilena”.

Así lo informó el director del centro, Nibaldo Inestrosa, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2008 desde Punta Arenas.

En particular -apunta el científico-, se centrarán en compuestos “que permitan combatir o mitigar las consecuencias negativas de enfermedades como Alzheimer y Parkinson, traumas cerebrales y los efectos del alcohol, junto a alteraciones musculares y condiciones como la sarcopenia, asociada a la menopausia y al envejecimiento”. 

La sarcopenia es una afección que se caracteriza por la pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos, muy prevalente en los adultos mayores.

 Uno de los recursos naturales en torno al que se trabajará es la luga roja, un alga carregenófita que, al contener la mezcla de polisacáridos naturales carragenina, permite gelificar o espesar alimentos y cosméticos. Según la Subsecretaría de Pesca, se obtiene artesanalmente mediante recolección de orilla y buceo, y habita ambientes rocosos submareales protegidos del oleaje, entre los 2 y 30 metros de profundidad.

 Investigadores del Cebima buscarán, por ejemplo, establecer la capacidad que puedan tener compuestos lipídicos (las oxilipinas) de la luga roja “de estimular receptores de proliferadores peroxisomales de tipo gamma (PPARg) y proteger neuronas de los efectos tóxicos del péptido b amiloide (proteína que se acumula y así causa la toxicidad neuronal en la enfermedad de Alzheimer) y de la a-sinucleína”, proteína que es clave en generar Parkinson.

 Como se explica en el proyecto, los PPARs son moléculas que “tienen un importante papel en la homeostasis metabólica asociada a la insulina. En el último tiempo se ha descrito que podrían prevenir el daño neurodegenerativo, pero no se ha profundizado en los mecanismos asociados, ni en la posible modulación por compuestos de origen natural”.

 Asimismo, el centro científico magallánico trabajará en caracterizar si las oxilipinas de la luga roja afectan la potenciación de largo plazo junto con mejorar la memoria en ratones modelo de la enfermedad de Alzheimer.

También analizará si dichos compuestos lipídicos de esta alga afectan la presencia de depósitos de a-sinucleína en las paredes musculares y la integridad de neuronas productoras de dopamina en el nemátodo (un tipo de gusano) Caenorhabditis elegans modelo de la enfermedad de Parkinson.

El Cebima estudiará el efecto de las oxilipinas previniendo alteraciones de conectividad neuronal a través de procesos de neuroinflamación en un modelo experimental de trauma cerebral inducido por golpe; y buscará caracterizar el efecto de estos compuestos modulando alteraciones inflamatorias y el aumento del estrés oxidativo a nivel neuronal y muscular, en un modelo de laboratorio de ingesta de alcohol por atracón y en el mencionado nemátodo.

En el marco del proyecto, asimismo, se harán pruebas en torno a un pequeño helecho perenne, llamado Huperzia fueguina, que se encuentra solamente en la región de Magallanes y la Antártica Chilena. Crece en el lado occidental de Tierra del Fuego y en las islas Malvinas, usualmente en terrenos pantanosos, según constata el Ministerio del Medio Ambiente.

En lo específico, se buscará identificar posibles efectos neuroprotectores de la Huperzina A, presente en otras especies -como la Huperzia serrata china-. Los efectos potenciales que se buscará determinar con el mencionado alcaloide son la inhibición del procesamiento amiloidogénico del APP (proteína precursora del amiloide), la alteración de los depósitos de amiloide y a-sinucleína en los modelos de C. elegans, la activación de una respuesta mitocondrial en el C. elegans, la neuroinflamación generada por trauma cerebral inducido por golpe, y alteraciones inflamatorias y aumento del estrés oxidativo a nivel neuronal y muscular en un modelo de laboratorio de ingesta de alcohol por atracón y en el aludido gusano.

 El doctor Inestrosa apunta, por ejemplo, que uno de los focos está en la mitocondria “porque este es un organelo muy importante; cuando la neurona está siendo atacada, la mitocondria usa elementos que le permiten ayudar a proteger a la célula”. Y agrega: “Nosotros queremos introducirnos en el interior de la célula y entender por qué ocurre la toxicidad”.

Oreja gelatinosa

El tercer recurso natural presente en el extremo de la zona austral chilena y que sustenta este proyecto investigativo del Cebima es el hongo patagónico Aleurodiscus vitellinus, más conocido como oreja gelatinosa, una especie endémica de los bosques andino-patagónicos y que suele aparecer en otoño, según consigna el Servicio de Información de Biodiversidad de la Patagonia argentina. Su textura y su color varían: firme y de color claro cuando joven, se torna gelatinoso y anaranjado fuerte en la madurez. Se desarrolla de manera abundante sobre ramas o troncos en madera viva o muerta o sobre corteza. Prefiere los lugares abiertos, con baja cobertura arbórea.

 “En los bosques cercanos a Punta Arenas, la oreja gelatinosa abunda en la corteza de los árboles”, afirma Nibaldo Inestrosa, quien añade que, en un trabajo de investigadores de la Universidad de Concepción, hace algunos años, se describió que el furano -compuesto orgánico heterocíclico- que proviene de dicho hongo, entrega protección neuronal ante el amiloide.

 En la iniciativa del centro, se intentará definir si la fomanoxina, o variaciones de los benzofuranos de la oreja gelatinosa, es capaz de modular la actividad neuromuscular y, en consecuencia, combatir la sarcopenia, por sus efectos sobre la frecuencia de transientes citosólicas de calcio, mediante la promoción y activación de vías anabólicas y disminución de las vías catabólicas, en el C. elegans y en modelos murinos (cepas especiales de ratones) de sarcopenia.

 “Los investigadores de la Universidad de Concepción encontraron que, en presencia de este compuesto -la fomanoxina-, se generan cambios en los niveles relativos de calcio, ion que viene desde fuera de la célula; ante su paso por la membrana, se generan cambios de corriente que se detectan como lo que se conoce como transientes de calcio, es decir, este ion moviéndose en una y otra dirección. Se vio que el furano tiene efectos sobre las corrientes de calcio, que son importantes en la neurona, pero más importantes aún en el músculo; de ello surgió estudiar lo que pasa en la sarcopenia”, sostiene el director del Cebima. “Queremos probar si dicho compuesto es capaz de bloquear los movimientos del calcio que inciden en la sarcopenia”, remató.