De la “Seven UP”, el “Birome” y Gabriela Mistral escribiendo en “Billiken” (2ª parte a pedido del público)
El domingo recién pasado aludíamos a la historia común con las localidades argentinas cercanas, y de como ello ha generado un intercambio comercial -formal e informal- que ha posibilitado el acceso a diversos productos que forman parte de nuestros usos cotidianos. Conversando con algunos lectores de este espacio dominical, nos reclamaban algunas omisiones y les encontramos la razón; por lo tanto, ampliaremos la nota anterior con nuevo material y también atando algunos cabos sueltos.
La revista infantil Billiken marcó una época para los magallánicos, pues llegaba con tanta o más frecuencia y facilidades que sus similares nacionales. El semanario fue una idea del uruguayo avecindado en Argentina Constancio Vigil, fundador de la Editorial Atlántida y creador de “El Gráfico”, “Para ti” y otras tantas publicaciones. El nombre de la revista se debe a una figura hindú que atraía la buena suerte. El primer número fue lanzado el 17 de noviembre de 1919 y se ha publicado ininterrumpidamente hasta la fecha, alcanzando previo a la pandemia covid 19 un tiraje de 2.900.000 ejemplares.
Gabriela Mistral fue colaboradora de la revista y ello lo refiere durante su estancia en Punta Arenas: “Me entretiene Billiken, la revista que Constancio Vigil dirige en Buenos Aires, necesita láminas y literatura infantil y le colaboro desde Chile” (reproducido en Quezada, Jaime; “Gabriela Mistral: El Libro de la Patagonia”). Mistral fue amiga de Vigil, uno de los tantos intelectuales que apoyó su postulación al Premio Nobel de Literatura. Probablemente, las colaboraciones en “Billiken” trasciendan la temporada vivida en Punta Arenas como lo apunta Paula Bontempo: “De hecho, varias personalidades relacionadas con el ámbito de la educación, entre ellas la chilena Gabriela Mistral, firmaban contribuciones o tenían a cargo una sección” (M. Paula Bontempo, Universidad Nacional Arturo Jauretche, Argentina. “Los lectores y las lectoras de Billiken se asocian. El desarrollo de los Comités Billiken. Argentina, 1919-1925”).
A propósito de la bebida Seven UP, mencionada en nuestra crónica anterior; recordemos que ésta no se comercializó en Chile, sino hasta la década de 1980 y las que se consumían en Magallanes, era porque alguien las traía de Argentina. Después del golpe de estado de 1973 que derrocó al Presidente Salvador Allende, se rumoreaba que cada letra de la denominación Seven UP significaba en clave: Su Excelencia Volverá En Noviembre – Unidad Popular (una fábula de la misma época, de aquella de las cajetillas de los cigarrillos Monza, cuyas letras e imágenes se asociaban al Ché Guevara y al publicitado Plan Z).
En cuanto a los “Biromes”, como les decimos los magallánicos (en especial, los magallánicos de más edad) y por lo cual, entre otras cosas, hemos sido blanco de bromas y burlas por parte de “los nortinos”, la historia tiene sus ribetes. Aclaremos que en nuestro léxico, un “Birome” (una “Birome”, más precisamente) no es otra cosa que un bolígrafo, o sea, un “lápiz pasta”, independientemente de su marca. Los más famosos “Biromes” han sido los BIC con su tradicional tubo o caña amarilla y con la “tapita” de ésta y la tapa contenedora del lápiz, del color correspondiente a la tinta con la cual se escribe (negro, azul, rojo o verde). Los de manufactura chilena eran amarillos, algunos con la inscripción “República de Chile, Propiedad del Estado” para repartirlos en las escuelas públicas. En Argentina, la cosa era (o es) distinta: el color de la caña corresponde al color de la tinta y tanto la “tapita” de esa caña, como la tapa contenedora, son blancas en todos los casos. Entonces, la pregunta es: ¿por qué le decimos “Birome”?
El “Birome”, viene de Argentina, pues allí se perfeccionó el diseño del lápiz pasta o bolígrafo y se inició su comercialización masiva. Por lo tanto, el bolígrafo tal como se lo conoce hasta ahora fue inventado en ese país; al igual que el sistema para reconocimiento por huella digital o como el mecanismo para conservar la sangre para transfusiones y como muchas otras cosas inventadas por los argentinos y, como tantas otras creadas por los chilenos.
La historia la podemos conocer recurriendo a internet. Se inicia cuando el húngaro (luego nacionalizado argentino) Ladislao Biro junto a su hermano George (quien era químico) desarrollaron una tinta para la escritura, pero que se atascaba al usarla con pluma fuente. Para superar el inconveniente, Ladislao creó entonces el bolígrafo y patentó un prototipo en 1938 en Francia y Hungría, sin llegar a comercializarlo. En 1938 también conoció en Yugoeslavia a Agustín Pedro Justo, quien había culminado su mandato de presidente argentino ese mismo año. Justo quedó impresionado al verlo usar el prototipo del bolígrafo y le ofreció que se radicara en Argentina
Continuará…