Las oportunidades se toman o se pierden
Mucho se ha hablado respecto de la potencialidad que tiene la Región de Magallanes y Antártica Chilena, respecto de la producción de e-combustibles, como es la separación de la molécula del hidrógeno del agua, proceso que usa como insumo energético los recursos naturales como en el caso que nos interesa, del abundante viento magallánico.
Desde hace 2 ó 3 años venimos escuchando sistemáticamente la potencialidad de Magallanes para con la producción de hidrógeno verde, o la producción de combustibles bajo una forma y tecnología sustentable, que comience a dar vuelta la aguja para comenzar a transitar o reversar sistemáticamente el cambio climático. Claramente para allá va o debe ir el planeta, y esta batalla se pelea hoy, no hay mucho tiempo para ganarla o al menos mitigar el alto impacto que se está teniendo con evidencias incuestionables en distintos puntos de la Tierra.
Junto a lo anterior, se ha dicho dentro de este lanzamiento de predicciones, frases para el bronce, anuncios endebles o con pies de barro, que sólo en Magallanes se podría llegar a producir o habría potencial para producir cerca del 13% del hidrógeno verde mundial.
Como se sabe en la vida, “las oportunidades se toman o pasan y se pierden”. Pensar que el mundo se encuentra esperando (nos) y, que tenemos todo el tiempo del mundo para estudiar, aprobar y desarrollar los proyectos en carpeta o en gestión, es de una candidez y una ineptitud preocupante.
Chile se ha autodeclarado hace unos años como una ‘Potencia Agroalimentaria’ y hoy día ni siquiera produce trigo, arroz o azúcar en cantidad para satisfacer sus requerimientos internos. En el mismo tenor, Chile se ha autoerigido como un país que quiere avanzar aceleradamente a ser carbono neutral, pero esas necesarias declaratorias no comienzan a ser consecuentes con los procesos internos, que nos exige la legislación y la burocracia.
Hace pocos días las Empresas Hif y Enel Green Power, impulsoras del proyecto Faro del Sur, Parque Eólico, sin parangón en nuestra ventosa región, con 65 grandes aerogeneradores, capaces de producir 325 MW y una inversión estimada de 500 millones de dólares en la materialización de este proyecto, han retirado desde la institucionalidad ambiental de nuestra región, su Estudio de Impacto Ambiental. Versiones contrapuestas o al menos, que se estaría yendo más allá de lo que nuestras abundantes, pero precarias leyes o legislación dan como marco.
Las compañías señaladas han considerado que “las observaciones de algunos organismos públicos (ministerios, seremías o direcciones regionales), en el proceso de evaluación de este parque eólico sobrepasan el estándar habitual, dado que se entregaron todos los antecedentes exigidos por la normativa”. Por otro lado, han dicho que “para avanzar, es necesario que las Autoridades entreguen lineamientos claros a las empresas sobre las expectativas para el desarrollo regional, resguardando a las comunidades y al medio ambiente”.
¿Qué tan sólido o tan feble es el estudio entregado o ingresado al Sistema de Evaluación Ambiental?, es una buena interrogante. ¿Qué tan pertinentes o criteriosas son las exigencias u observaciones que los servicios públicos evaluadores o en consulta han establecido?, es también una buena pregunta.
En cualquier caso, lo que uno esperaría es que, ante la vital importancia que significaría la verdadera implementación de esta forma de producción de combustibles con energía verde o sustentable, es que se sea diligente, proactivo, que ambas partes, es decir empresas de alcance mundial que han visto a Magallanes con un potencial eólico importante, se sienten a una mesa en conjunto con los servicios públicos y se pongan a trabajar prestamente, para aclarar, establecer y “rayar la cancha”, para que las dudas se aclaren, las mitigaciones se extremen y las afectaciones eventuales se minimicen o se mitiguen adecuadamente.
No entender que, si no le damos importancia de Estado (no sólo rimbombantes y vacías y repetitivas declaraciones de personeros de gobierno o del Estado) las oportunidades que pareciera tenemos por nuestra generosa naturaleza (extensión, vastedad, conectividad al Atlántico y Pacífico, y viento en abundante generosidad) serán sólo eso y, habrán muchas otras localidades, lugares, regiones o países que se llevarán estas inversiones, que buscan cambiar la matriz energética, por una emergencia planetaria de des-carbonizar o abandonar progresivamente el uso de los combustibles fósiles.
Las oportunidades se toman o se pierden, y con ello no digo que se salten o vulneren las normativas, sino que sólo se pide, que se TRABAJE a toda máquina, para que esta lluvia de declaraciones y expectativas que hemos escuchado estos últimos dos o tres años, no queden sólo en otra expectativa frustrada para nuestra región y país.