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La reforma Constitucional: drama, comedia o realidad

Por Carlos Contreras Martes 13 de Diciembre del 2022

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A medida que pasa el tiempo se va alejando la concreción de la promesa de aquellos que sostuvieron la posición del rechazo con el pretexto de “rechazar para reformar” y todo este proceso tiene un poco de comedia, un poco de drama y mucho de realidad. Veamos.

Lo cómico es que todo el mundo tiene disposición para proceder con la mentada reforma, pero en los hechos la conclusión es que no existe acuerdo en la forma para proceder, así hemos pasado de una posición del oficialismo totalmente purista en cuanto a que todos lo integrantes sean electos para el encargo hasta la posibilidad de incorporar un panel de expertos; del otro lado, aun cuando se ha cedido en la existencia de expertos que formen parte de la nueva convención o entelequia constitucional, pareciera que ello no es suficiente. Se acusan unos a otros en cuanto a la carencia de voluntad para avanzar, como si fuera imposible generar un acuerdo que, en rigor, es más sencillo de lo que parece; por lo demás, como lo demostró el proceso fallido, la importancia radical es el texto y no, necesariamente la composición, aun cuando debemos entender que en democracia la estructura que defina la nueva Constitución no puede ser antidemocrática o, si se quiere, oligárquica o autoritaria, pues no podemos generar un acto democrático que no respete principios básicos de la democracia. Así las cosas pasamos de una propuesta a otra, de cambios en las posiciones y de frases categóricas a expresiones relativas y uno solo puede esbozar una sonrisa o quizás una carcajada por este espectáculo de personajes pintorescos y “representativos” que al menor asomo de incredulidad respecto a sus pretensiones no dudan en decir que el pueblo chileno dijo esto o aquello, que lo que quiere el pueblo de Chile es esto o aquello, en circunstancias que lo único que ha dicho, de verdad el pueblo chileno, hasta ahora, es que la Constitución que hicieron los convencionales la rechazó.     

El drama está determinado por las actuaciones de alta factura que protagonizan algunos de los personeros de los distintos grupos políticos que se refieren a la seriedad del proceso a la necesidad de contar con garantías, de incluir expertos, de requerir o efectuar consultas para que no se repita el desastre de lo acontecido con el rechazo, atribuyendo a ese simple y puro rechazo del texto constitucional ofrecido por los constituyentes, una serie de intenciones y de significados que, por cierto, escapan bastante de lo que realmente fue; de ahí se estipula que se rechazó una asamblea cien por ciento elegida, que el verdadero sentido del nuevo texto está determinado por la moderación, la generosidad y la necesidad de diálogo, ideas que son muy contundentes, pero que no se reflejan, al final del día, en la concreción de un nuevo camino constitucional.

Pero, en definitiva, sólo somos espectadores de un reality, de un programa de realidad que nos coloca en la perspectiva de lo que somos: individuos de posiciones cerradas, de intereses complejos, de opiniones rígidas, concepciones ideológicas asumidas y protectores de nuestros espacios de confort, porque lo único real es que el pueblo deshechó, desperdició, la posibilidad de una nueva Constitución consecuencia del resultado del trabajo de constituyentes electos y esto es lo más determinante: ideas afiebradas de equidad al punto de atomizar la sociedad a niveles inéditos, conceptos de un Estado super poderoso que pareciera responder a todas y cada una de las necesidades, modificación profunda, e injustificada a mi juicio, del Poder Judicial, absolutismo en las soluciones sociales como si sólo dependieran del gobierno de turno y no de la sociedad, esta es la realidad, una propuesta, estimada mala por la mayoría de nuestros conciudadanos, fue rechazada. Espero que quienes vengan puedan entender que el bien común no es lo que cree subjetivamente cada uno, sino que un concepto que requiere de verdadera generosidad, empatía y dedicación a los asuntos públicos, privados y sociales, tarea en la que, lamentablemente, pocos tienen la experiencia y el corazón puesto hoy en día.        

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