Deseos legislativos para el 2023
Carlos Contreras Quintana
Abogado
Cada nuevo año presenta una posibilidad de cambio, una aspiración de logros, un especial ánimo para enfrentar el porvenir pero, por sobre todas las cosas, una larga lista de deseos y sentires que, esperamos, se concreten en los tiempos venideros.
En mi caso siempre estoy atento a las posibilidades que las leyes pueden generar para el bienestar de los ciudadanos y por ello es que voy a expresar mis seseos legislativos para el año 2023.
La reforma al sistema de pensiones, me parece, es la más urgente y ello por las implicancias naturales que tiene el sistema previsional en el futuro inmediato de los trabajadores. Creo que, así como en la vida, los dogmas no son buenos y en razón de esta claridad el sistema no debe renunciar a la administración privada, pero tampoco puede excluir una administración estatal, siempre pensando en la libertad de elección y en la existencia de una pensión mínima garantizada, por el privado o por el Estado, que permita al ciudadano mantener parte de su calidad de vida cuando deje de trabajar por una remuneración.
La reforma del Estado chileno es primordial para contar con un Estado eficiente y preocupado de la solución de los problemas colectivos y el bien común; en efecto, es urgente establecer sistemas de gestión más eficientes, una política de servicios y personal moderna que privilegie la obtención de los objetivos del bien común por sobre los derechos de los privados que postulan a las licitaciones públicas e incluso por sobre los derechos de los funcionarios individualmente considerados cuando se atenta contra la recta gestión pública de los asuntos. Por otra parte y en el mismo sentido la externalización de servicios y tareas en diversos ámbitos es fundamental para generar mayor eficacia y en las tareas públicas.
La reforma al sistema penal y, por ende, al sistema penitenciario, va de la mano con la urgencia de acciones y políticas públicas que permitan mejorar el sistema de seguridad pública y detengan las acciones, cada vez más usuales, de carácter delictual. No se trata sólo de penas, se trata de procedimientos de juzgamiento, de facultades a las policías, de protección efectiva a las víctimas y de un trabajo serio de reinserción cuando la sociedad ha fallado, entre otras.
La instalación de una nueva institucionalidad de apoyo a los deportistas, ojo: no al deporte, de modo tal que privilegiemos la constancia, el esfuerzo y el sacrificio de tantos y tantas jóvenes que día a día salen a entrenar en condiciones paupérrimas para avanzar y obtener resultados de excelencia. De muestra un botón. Es posible que los deportistas menores de catorce años viajen a un campeonato sudamericano, desde Punta Arenas a Santiago y luego al extranjero, a la 1 de la mañana para descansar en duras sillas de aeropuerto y alimentados con comida chatarra porque el sistema no se preocupa de programar y de exigir a quienes representan al Estado y una mayor eficiencia y previsión en el apoyo que se debe dar a los deportistas en lo formativo y en lo competitivo. Un niño deportista es un niño que se aleja de la droga y de la delincuencia, formándose en valores de constancia, solidaridad y cooperación.
Finalmente, es evidente que muchas cuestiones no tienen una solución legal, a pesar que nuestros parlamentarios insisten en ello; muchas instituciones requieren otras soluciones: direcciones inspiradoras, trabajadores dedicados y socialmente comprometidos y un gobierno desprendido de su ego y preocupado más del bienestar de todos (cualquiera sea la posición política del ciudadano), pues las leyes pueden ser eficientes, pero no son milagrosas.