Necrológicas
María Luzmira Soto Villarroel nació en 1928 en Puerto Montt

Con 94 años volvió a Punta Arenas a visitar los liceos de su infancia

Lunes 27 de Marzo del 2023

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  • Llegó junto a su tía Ermelinda Soto Hernández y tuvo sus primeros aprendizajes en el Liceo María Auxiliadora y posteriormente, en el Liceo
    Sara Braun, que en esos años, tenía una ubicación distinta a la actual.

Resulta imposible determinar todas las sensaciones que experimentó desde el pasado miércoles, María Luzmira Soto Villarroel, que regresó a Punta Arenas después de más de 70 años, cuando era una joven e inquieta estudiante de enseñanza básica. Pero sus ojos brillantes dieron cuenta de la emoción que sintió en este reencuentro, en la que es acompañada de su hija Beatriz Brito. Una visita que se prolongará por una semana, y que la tendrá recorriendo calles, aulas y plazas que forman parte de sus primeros recuerdos.

Su cédula de identidad establece que María Luzmira Soto nació en 1928, por lo que tiene casi 95 años. Pero como se apura en aclarar su hija, al haber nacido en una zona aledaña a Puerto Montt hizo que sus padres la fueran a inscribir a caballo y unos años después de su verdadera fecha de nacimiento. En todo caso, esta sencilla y amable mujer ya a estas alturas no se preocupa de estos números y vuelve a disfrutar de la vida como en aquellos años en que todo era un descubrimiento. 

Su hija relata que “una tía, Ermelinda Soto Hernández, que era hermana del papá, mi abuelo Manuel, la trajo a vivir a Punta Arenas. Primero llegó al Liceo María Auxiliadora”. De ahí, la nonagenaria mujer toma el testimonio para recordar que “lo pasé muy bien. Las monjitas eran muy buenas, aunque me retiré pronto, porque me dio pena que hubiera niñas internadas, de mala situación y si una les daba una galleta o un pastel, ellas decían que se las quitaban. Así que le dije a mi tía que quería cambiarme al liceo, que estaba cerca de la casa”. Esto porque llegaron a vivir a O’Higgins con Ignacio Carrera Pinto, que en esos años se llamaba Ecuatoriana.

Claro que en aquella época, el Liceo Sara Braun se encontraba donde actualmente funciona La Araucana. Pero en el recinto actual, especialmente en el pabellón dedicado al paso de Gabriela Mistral como directora, permanecen una serie de elementos que iluminaron el rostro de María Luzmira Soto. Sillas, libros de clases, un globo terráqueo, mapas, entre otros, son algunos de los objetos que le despertaron los recuerdos de su infancia.

No recuerda los nombres de las profesoras que tuvo, pero en su memoria quedó la imagen “de un joven que venía con su bebé a trabajar. Yo le decía que le llevaba el coche y él accedía. Un día mi tía me preguntó por qué ese hombre llevaba al bebé al trabajo y no lo deja con la mamá. Le pregunté al día siguiente y me respondió que cuando su esposa había fallecido después que nació el bebé y eso me dio tanta pena que me puse a llorar. Y cuando regresé a Puerto Montt me despedí de él y me decía que se iba a acordar mucho de mí”.

Reconoció también que fue “media desordenada y la profesora siempre me decía ‘te voy a poner detrás del pizarrón’. Y mientras ella daba vuelta la cara, yo tomaba la almohadilla y me embetunaba toda la cara, y desde la oficina del frente se asustaban. Yo me reía de ellos”.

De todas maneras, permaneció pocos años en el liceo, calcula que entre tres y cuatro, y con 12 regresó a Puerto Montt junto a su tía. Su hija Beatriz Brito indica que desde entonces, no había regresado a Punta Arenas. “Está bonito, precioso, dice que está muy distinto. Lo que quiere conocer ahora es el cementerio”, apuntó. De esa época recuerda también “que nevaba mucho, todos los días, se escarchaba todo, las llaves del agua no se podían abrir. Teníamos esas cocinas antiguas a leña y carbón. También una señora alemana de apellido Gross.

María Luzmira Soto tuvo cinco hijos, una de las cuales falleció en 2011. Además, tiene diez nietos y ocho bisnietos. “Y todos la adoran, siempre la están llamando y jugando con ella, porque tiene muy buen carácter, siempre sonriente. Los vecinos igual. Al frente de mi casa, que es concesión patrimonial de Valparaíso, hicieron todos los trámites para que pudiera venir y estar en una hostal, donde nos han atendido muy bien. Mi hijo fue el que se encargó de los pasajes”, resumió su hija, que transporta a su madre por todo Punta Arenas, aunque fueron tantas las emociones que vivió en su primera jornada que tuvo un alza de presión y debió ir a una clínica, donde fue estabilizada.

El viernes, ya recuperada del susto, fueron hasta el Liceo María Auxiliadora, el primero que la acogió. “Sigue igual, es muy bonito”, comentó mientras recorría los patios interiores.

Antes del regreso esperan ir a la catedral y, si las condiciones lo permiten, viajar a Puerto Natales. De todas maneras, para María Luzmira Soto Villarroel, recorrer las calles y aulas que conoció en su niñez han sido una inyección de energía, que se vio reflejada en la humedad que quedaba en sus ojos a medida que relataba algunos de sus recuerdos.