Necrológicas

Fundación Cavirata, una obra llena de amor que lleva décadas al servicio de los adultos mayores

Lunes 27 de Marzo del 2023

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Esta casita va a ser para ti”, me dijo la señora Elena. Y así comencé mi nueva vida acá”, cuenta Adelia Uribe Soto. Esta agradable mujer, que se define como “magallánica neta”, sólo tiene palabras de agradecimiento para quienes la acogieron en Fundación Cavirata, entidad humanitaria destinada a apoyar a los adultos mayores de Punta Arenas.

Adelia trabajó toda su vida en centros asistenciales de Los Angeles y Punta Arenas. Se jubiló después de 40 años de trabajo, pero su pensión sólo llegaba a los $115 mil mensuales. Optó por seguir trabajando y estuvo 10 años cuidando a enfermos y adultos mayores, hasta que se dio cuenta de que no podía continuar con ese ritmo. Fue así como llegó a Cavirata a pedir ayuda. Y se encontró con Elena Rada
Donath, quien la escuchó, entendió su situación y buscó una forma concreta de apoyarla.

Adelia es una alegre residente de Fundación Cavirata. Ella canta, baila, cuenta anécdotas y ríe sobre todo lo que le parece gracioso. Muestra orgullosa la casita que le asignaron al llegar al recinto de calle Rómulo Correa esquina Orella, en el Barrio Prat.

Así como ella está María Teresa Toro, quien fue modista durante muchos años. Compartió su vida con su esposo Alfonso Miranda, hasta que él falleció. A Cavirata llegó hace 7 meses, tras una conversación franca y adulta con sus hijas. Les explicó que quería su independencia y buscó un lugar en el cual pudiera vivir tranquilamente. Y así surgió la posibilidad de Cavirata.

Ramón Rada Senoseain y Ana Donath Fraymann fueron los creadores de esta obra silenciosa, pero intensa, que ha ayudado a cientos de personas mayores que -por distintos motivos- han necesitado de un lugar digno donde vivir.

Elena Rada Donath está próxima a cumplir 95 años, pero impacta por su despliegue e intensidad de trabajo. Ella lidera la fundación creada por sus padres y destaca el trabajo realizado por una cadena de voluntarios.

¿Qué es Cavirata?

¿Qué significa Cavirata? Pues Cavirata es la conjunción de ideas que Ramón Rada quería plasmar en un recinto que ideó junto a su esposa Ana mientras hacían trabajo voluntario en los años “20 en el sector del río de las Minas de Punta Arenas.

Conciente hacia los

Ancianos que

Viven sufriendo ante la

Indiferencia del

Resto de la humanidad

Ante tales miserias en

Tu corazón

Abierto

Ese es el significado de una obra que comenzó a plasmarse silenciosamente. Doña Elena cuenta que hacia 1925 sus papás comenzaron con las ayudas en el sector del río de las Minas, donde había mucha pobreza y la gente vivía en precarias viviendas. Durante los fines de semana llevaban víveres y medicamentos a las familias. Realizando esas acciones solidarias, Ramón Rada se percató de que los adultos mayores eran quienes se encontraban en una situación más carenciada que el resto. Así surgió la idea de encontrar un lugar para acoger a los senescentes.

A mediados de los años “40 empezó a buscar un terreno para construir una casa de acogida para personas mayores hasta que llegó al sector en que actualmente se emplaza la Fundación Cavirata. “Esto era un despoblado, no había casas y no había nada. Al frente estaba la Cancha Rayada, que le llamaban, y que era un lugar donde se practicaban deportes. Este terreno pertenecía a Florentino Fernández y conversando con él llegaron a un acuerdo. En el medio había una laguna y por eso a este terreno nadie le daba importancia. ¡Y mira hoy día cómo ha cambiado! Incluso venir acá era lejos en esa época y ahora estamos al lado de todo”, dice doña Elena, acompañada por su sobrina Ana María Rada, vicepresidenta de la Fundación Cavirata, y la voluntaria Maritza Tapia.

A partir de ahí empezó el trabajo solidario que, contando con el apoyo de la comunidad, dio paso a la primera casa hacia 1950. En la actualidad cuentan con 18 residencias en las que pueden vivir hasta 25 personas.

A Cavirata ingresan adultos mayores autovalentes. Esto significa que ellos se encargan de atender sus propias necesidades y la fundación les provee de los servicios básicos. 

Pueden ingresar personas que tienen la pensión mínima y que se encuentran en una situación que requiere apoyo económico. En el hogar los residentes no tienen que entregar su pensión como pago. Tienen libre acceso de visitas y pueden salir a realizar sus compras y todo lo que necesiten fuera de las instalaciones.

Algunos de sus usuarios llegan a través del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), por gestiones de trabajadoras sociales y simplemente por datos de personas que conocen la obra de Cavirata.

Las casas no tienen número sino nombres de flores. Esta fue una idea del fundador, que se ha mantenido como una tradición.
Así están “Begonia”, “Copihue” o “Geranio”, algunas de las residencias de alegres senescentes que son acogidas en el lugar.

Elena Rada y su sobrina Ana María comentan que lo más costoso de Cavirata es la mantención de las viviendas, ya que hay que preocuparse constantemente de renovar los materiales. Destacan el apoyo de la comunidad en donaciones de distinto tipo. También mencionan los aportes a través de una cuenta corriente del Banco de Chile. La idea es que quien quiera pueda ayudar a Cavirata a través de transferencias bancarias o del Programa Pat. Sólo basta hacer el depósito a Fundación Humanitaria Cavirata, Rut 71.094.400-8, cuenta corriente 000 879 755 179, correo electrónico [email protected]. Para consultas los interesados pueden contactarse al número +56 9 97991721.

“Acá no tuvimos Covid”

Si bien la pandemia del Covid-19 generó una serie de complicaciones en distintos ámbitos, en Fundación Cavirata los aportes no cesaron y se mantuvieron las donaciones de alimentos, pan, verduras y hortalizas, a través de la campaña “Kilos de amor”.

“Cuando empezó la pandemia nosotras dijimos “aquí no entra ni sale nadie” y nuestra gente estuvo casi todo el año aquí. A pesar de eso se manejaron muy bien, porque cuentan con espacios libres para compartir y realizar actividades. Durante la pandemia nadie se enfermó. Acá no tuvimos Covid”, afirma orgullosa la señora Elena, resaltando que ninguna de las residentes se contagió de coronavirus.

A pesar de este gran logro, la pandemia hizo que el recinto se desconectara de parte de la comunidad y hay conciencia de que se debe realizar un trabajo educativo y de difusión, sobre todo en las nuevas generaciones.

Doña Elena opina que es importante que los jóvenes sepan lo que se realiza en el recinto y el aporte que entregan a la comunidad.

Ana María dice que “lo más importante es la educación de los niños en el respeto hacia los padres. Es impresionante ver cómo hay hijos que no respetan a los padres cuando éstos son adultos mayores. Eso se ve todos los días y lamentablemente no es algo puntual y pasa mucho más de lo que uno cree”

Maritza expresa que hay que organizarse e ir a los colegios para entregar conciencia de que Cavirata existe. 

Y doña Elena insiste en que es muy importante la educación de los niños hacia la valoración de los adultos mayores, pero hoy están más dedicados al celular y no se conectan con sus realidades.

En Cavirata funcionan con una directiva y todos sus colaboradores son voluntarios, ya que ninguno recibe remuneración. Agradecen el apoyo de la Umag; del Cesfam Mateo Bencur que gestiona operativos para realizar controles de salud de los residentes; del Centro de Rehabilitación Cruz del Sur y Ministerio del Deporte.

Así también mencionan los anónimos aportes que han permitido dar forma a Anita Boutique, que partió vendiendo ropa de mujer y que hoy también incluye ropa masculina y accesorios de distinto tipo. Allí, las voluntarias clasifican, reciclan y ofrecen productos de calidad a bajos precios. Lo obtenido va en beneficio de los residentes. La tienda se llama Anita en recuerdo a Ana Donath, la mamá de doña Elena, que confeccionaba las cortinas y las sábanas de las primeras casitas de Cavirata.

Esta hermosa obra magallánica está llena de cariño y amor. Sólo basta conocerla para apreciarla. Y por eso hay que apoyarla para que siga colaborando con quienes lo necesitan.

Cantando con
Leo Dan o disfrutando
de la pintura

Gladys Barría Pérez lleva 7 años viviendo en Cavirata. Cuenta que entre sus entretenciones está cantar karaoke con sus compañeras y que su intérprete favorito es Leo Dan. 

Adelia Uribe confiesa que sus gustos son diversos al cantar ya que disfruta tanto con la música ranchera como con el tango y la milonga. 

Eliana Maldonado Maldonado y María Rojo Villarroel también se deleitan de las tertulias en grupo, donde comparten experiencias y recuerdos.

A Marcia Rojo le encanta tejer y, gracias a sus habilidades, ha adornado prácticamente todos los sillones del salón en que se realizan actividades grupales.

Para María Teresa Toro Valenzuela su experiencia en Cavirata es serena y placentera y valora el intercambio con sus compañeras.

Mientras que el único varón del grupo es Paul Maillard, quien se reconoce un asiduo a la pintura. Tiempo atrás presentó una exposición en el Centro Cultural, donde mostró varios de los trabajos realizados durante su estadía en
Magallanes.

Paul ya prometió reactivar el invernadero de Cavirata para proveer de productos frescos para quienes residen en el lugar.