Teresa Wilms Montt. ¡Oh sangre mía que fuiste azul y hoy roja luces!
María Teresa de las Mercedes Wilms Montt nació en 1893 en Viña del Mar y murió en París, Francia en 1921. Mujer de una belleza extraordinaria, fue la segunda de siete hijas de un matrimonio que buscó infructuosamente el varón.
Su madre Luz Victoria Montt y Montt, contaba entre sus antepasados a cuatro presidentes de la república. Su padre Federico Guillermo Wilms y Brieba, fue accionista fundador, Director y Vice-Presidente de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego (“La Explotadora). Quien dice si el Sr. Wilms o la misma Teresa anduvieron en algún momento por nuestro territorio.
Sin embargo la gloria de esta aristocrática familia no vendría de los negocios ni de la política, tampoco de la nobleza: “mi sangre diez veces más noble, santa y estulta por los alambiques que ha cruzado…De noble, santa y estulta se ha vuelto fiera…¡ Oh sangre mía que fuiste azul y hoy roja luces! Roja de infierno, de pecado y de revolución…”. Fue Teresa la más célebre de todos y todas las integrantes de este clan.
En 1910 a los 17 años de edad se casa con Gustavo Balmaceda Valdés, sobrino del Presidente Balmaceda, con quien tuvo dos hijas: Silvia Luz (1911-2005) y Elisa (1913-2005). Al poco tiempo de casados y estando el matrimonio en Santiago, empiezan los conflictos: celos, maltrato verbal e incluso golpes por parte de Balmaceda. Teresa es el centro de atención de las reuniones sociales cantando ópera o tocando piano, su conversación fluye alimentada por los autores que lee: Víctor Hugo, Baudelaire, Byron, Flaubert, Balzac, Azorín, Valle-Inclán, Machado.
Teresa contrata a Rosa Montes, “Mamá Rosa”, en principio una “criada”, luego su amiga y confidente y el matrimonio se va a Valdivia. regresan a Santiago, después Iquique, en todas partes ella se relaciona con la intelectualidad y en el norte salitrero con los anarquistas y sindicalistas y participa de las ideas del feminismo y la masonería.
De vuelta en Santiago, su marido la acusa de infidelidades y se da el lujo de escribir “Desde lo alto”, novela que no es más que conjunto de diatribas en contra de ella. Los Balmaceda deciden enclaustrarla en el convento de la Preciosa Sangre en Plaza Brasil, Santiago, separándola de sus hijas, es su primer gran dolor. Esta era una costumbre arraigada desde la colonia, dichos recintos hacían las veces de celda de castigo para las hijas que, por diversos motivos, incomodaban a las familias de la alta sociedad.
Luego de ocho meses y sin haber contado con el apoyo de su familia, huye del convento con la complicidad del poeta Vicente Huidobro. Llegan hasta Buenos Aires, donde Teresa se relaciona con lo más granado de la cultura; Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges, incluidos. Difunde sus trabajos en la prensa, publica su primer libro y conquista el corazón de un joven; Horacio Ramos Mejías, con quien mantiene una relación, no obstante, rechaza su propuesta de matrimonio, le dice que ella tiene un pasado y le dedica apasionados versos “te aspiro en todas las flores, te veo en todos los árboles y te poseo rodando, ebria de amor, en los céspedes de yerbas olorosas”. “Anuarí”, así lo llamaba, toma la trágica decisión de suicidarse ante los ojos de su enamorada, fue su segundo gran golpe.
Tras un paso por Nueva York donde se integra a la Cruz Roja, llega a Madrid, allí se vincula con Valle Inclán, Gómez de la Serna, Azorín, los hermanos Machado y el chileno Joaquín Edwards Bello. Siempre vivió sola en hoteles y residenciales, sin ataduras ni horarios: “la noche es para charlar, el día para dormir, la tarde para escribir”. Nuevos viajes y regresos y finalmente ancla en París en 1920, conoce a André Breton, André Gidé al pianista Arthur Rubinstein y al pintor Max Ernst.
En marzo de ese año, su suegro es enviado por doce meses a la embajada de Chile en París, viaja con las hijas de Teresa. También va “Mamá Rosa”, gracias a ella, pudo entonces verlas dos veces a la semana. En ese tiempo Teresa era pretendida por el famoso industrial André Citroen, quien le había ofrecido matrimonio. Transcurrido ese año, Teresa nunca más volvería a ver a sus hijas. Fue el tercer golpe, el embate final a una atormentada existencia, deja de escribir, come poco, fuma exageradamente y se recluye. El 21 de diciembre de 1921 Teresa, quien fuera adicta a los somníferos, ingiere una dosis letal de Veronal, muere el día 24 de ese mes.
Teresa Wilms Montt escribió cuatro libros de prosa poética, uno de cuentos y prolongados diarios.
BIBLIOGRAFÍA
– Durán, Fernando (1951). Sociedad Explotadora Tierra del Fuego 1893-1943. Valparaíso: SETF.
– González-Vergara, Ruth (2009), Teresa Wilms Montt. Un canto de libertad. Editorial Grijalbo S.A.