Padre recuerda los 10 años que se cumplen hoy del crimen de su hijo que iba a una fiesta
- “Es una carga muy pesada, que hay que saber sobrellevar”, dijo a
La Prensa Austral el padre de la víctima fatal, René Bahamonde Mansilla.
Ese aciago 14 de abril de 2013 quedó marcado a fuego en René Bahamonde Mansilla. Fue el día en que apuñalaron y mataron a su hijo de apenas 20 años de edad, Max Neftalí Bahamonde Agüero, cuando iba llegando a la fiesta mechona de la Universidad de Magallanes.
La víctima era acompañada por dos amigos. Pero cuando caminaban por calle Comodoro Arturo Merino Benítez en dirección a la Universidad de Magallanes (lugar donde se celebraba una fiesta de recepción a los nuevos estudiantes) poco antes de llegar al establecimiento se cruzaron con tres sujetos, Jonathan Ojeda Román, Víctor Llanquín Arteaga y Kevin Boitano Trujillo, quienes les pidieron dinero y cigarrillos.
La respuesta fue que no tenían y siguieron caminando. Pero los agresores no dejaron avanzar así nomás al trío. Los patearon y los golpearon.
En ese momento Jonathan Ojeda saca un arma cortopunzante y primero agrede a César Vera, quien alcanza a huir del lugar.
De ahí siguen con Max quien fue agredido a golpes por Boitano y Llanquín. En un momento, cuando intentaba escapar, Jonathan Ojeda lo apuñaló en la zona torácica y lo dejó en riesgo vital.
Max cayó a la calzada en calle Merino Benítez y los agresores emprendieron la huida.
Sin embargo, cuando Ojeda Román se dio cuenta que la víctima se intentaba parar se devolvió y lo golpeó y lo remata con otra puñalada, falleciendo finalmente en el Hospital Clínico.
Condenados
Finalmente los autores fueron detenidos por Carabineros y las diligencias posteriores las realizó la Brigada de Homicidios de la PDI.
El fiscal Oliver Rammsy llevó al trío a juicio, logrando el 10 de diciembre de 2013 que Jonathan Ojeda Román fuera sentenciado a 15 años de cárcel, como “autor del delito de homicidio calificado”, cometido en Punta Arenas el 14 de abril de 2013 en la persona de Max Neftalí Bahamonde Agüero.
Mientras que la justicia condenó a Kevin Boitano y a Víctor Llanquin a 10 años de cárcel cada uno.
Una pena enorme
“Es una carga muy pesada, que hay que saber sobrellevar”, dijo a La Prensa Austral el padre de la víctima fatal, René Bahamonde Mansilla.
La ausencia del menor de los hijos caló muy hondo en padre, madre, hermanos y la abuela. “Es algo con lo que debemos vivir por siempre, pero también tratar de superarlo emocionalmente porque la vida continúa”.
La fe juega un rol fundamental en tragedias como estas. El apoyo espiritual es un bálsamo, “aunque continuamente lo estamos recordando igual. Hay veces en que se nos vienen a la memoria las conversaciones con él. Los planes que tenía para su vida y tantas otras cosas”.
Misa
Este domingo en la mañana, en la Parroquia Teresa de los Andes, en la villa Alfredo Lorca, recordarán a Max Bahamonde Agüero con una misa.
No hay justicia reparatoria
El acongojado padre dice que no hay justicia reparatoria. Pero al menos saber que por más de una década quienes le quitaron la vida a su hijo permanecieron presos algo lo tranquiliza.
Aprovechó de criticar el otorgamiento de las libertades condicionales, a personas que cometen crímenes atroces o delitos graves. “Es ahí cuando la gente se pregunta cómo puede ser que alguien condenado por hechos tan repudiables les permitan salir libre, siendo que el delincuente no conoce el mundo laboral ni de la educación, sólo comparten el mundo del delito”.
La contención y ayuda emocional que recibieron de tanta gente los ayudó como familia en su momento. “Eso nos sirvió para no decaer y en lo personal nunca decaí y me di fuerzas para luchar por justicia para nuestro hijo. Después cuando conocimos el fallo recién ahí me vino un bajón, pero ya estoy bien, aunque la pena es de por vida”.