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Relatos de defensores de los derechos humanos a 50 años del golpe cívico-militar

Domingo 23 de Abril del 2023

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– El gobierno de Boric en Magallanes inició una agenda que busca destacar los sitios de memoria y las acciones de fe que cobijaron a los perseguidos y dieron esperanza a los oprimidos. La asistente social, Paulina Echeverría Surhoff y el sacerdote salesiano Marcos Buvinic representan a una larga lista de personas, muchas anónimas que arriesgaron su vida, desafiaron el horror, el miedo y entregaron apoyo y solidaridad a las víctimas de violación a los derechos humanos durante la dictadura militar. 

A menos de un mes de ocurrido el golpe militar, las iglesias Católica, Metodista y el Ejército de Salvación abrieron sus puertas a las víctimas de violación a los derechos humanos y a sus familias. La espontánea iniciativa quedó consolidada en noviembre de 1973 con la creación del Comité Pro Paz Provincial, instancia liderada por Alejandro Goic, vicario Capitular de la Iglesia Católica; Arnoldo Soto, Capitán de Ejército de Salvación; y Esteban Fetis, pastor de la Iglesia Metodista. 

Bajo la atenta mirada del régimen dictatorial, esta organización social y eclesiástica, entre sus primeras acciones, recogió la información de los detenidos, lugares de reclusión y su estado de salud. A su vez, entregó asistencia moral, legal, médica, psicológica, social, económica y educacional a las víctimas y sus familiares.

“Se trata del primer apoyo que recibieron las víctimas de violación a los derechos humanos y provino de las distintas iglesias. En ese espacio, cientos de personas encontraron respaldo ante el Estado agresor y consuelo por la falta de justicia”, expresó Luz Bermúdez, delegada Presidencial de Magallanes.

La representante presidencial aseguró que reconocer el apoyo eclesiástico y ecuménico y visibilizar los sitios de memoria son parte de la agenda que tiene el gobierno de Gabriel Boric en Magallanes al cumplirse 50 años del golpe militar, apoyado por civiles. 

“La memoria histórica permite a las sociedades reflexionar sobre su pasado, reconocer y reparar las injusticias cometidas, y construir una visión más justa e inclusiva de su futuro”, indicó Bermúdez.

También reconoció el papel que jugaron las iglesias, las comunidades de fe, en la defensa de la dignidad humana. “En nombre del Estado y del gobierno les damos las gracias por todo lo que dieron. Por permitir que la llama de la esperanza no se extinguiera. Agradecemos porque tenemos memoria”, precisó.

El Comité Pro Paz funcionó hasta el año 1975 por exigencia de Pinochet. No obstante, cada Iglesia siguió trabajando en aras de la dignidad humana. 

Muchos son los nombres de personas que dieron cobijo a los perseguidos y que fallecieron. El capitán Soto era uno de ellos.  Quienes lo conocieron lo definen como una persona carismática que fue testigo a favor (testigo de descargo) de personas acusadas por delitos que no cometieron, en los Consejos de Guerra que instauró la dictadura.

Magda Ruiz, menor de edad a la fecha y acusada de esconder armas, tener entrenamiento militar y participar del “Plan Z”, supuesta confabulación del gobierno de Salvador Allende para terminar con los generales de las Fuerzas Armadas y la oposición, recuerda a Soto como una persona “carismática y valiente. En esos tiempos, no era llegar e ir a defender a una persona acusada. Todos tenían miedo y él fue a declarar a mi favor y eso se lo agradezco”, precisó.

En tanto, el sacerdote diocesano, Marcos Buvinic, expresó la cercanía de Alejandro Goic con la comunidad. “Era un tipo alto, carismático, con cercanía a las personas. Ese equipo formado por el capitán Soto, Esteban Fetis, fue muy importante, porque se trató de la primera ayuda institucional que recibieron las víctimas de los derechos humanos y sus familias en tiempos de miedo, incertidumbre y donde la palabra de Dios requería acción inmediata”, indicó.

El legado de Esteban Fetis fue reactivado con mucha fuerza en la década del ochenta, a través del pastor, Benjamín Rodríguez. Este último formó el Proyecto Metodista de Salud PRO.ME.SA. 

Los años ochenta fueron agitados. La crisis económica y el despertar de los movimientos sociales sellaron el fin de la década con la derrota en las urnas, después de 17 años, del general Pinochet. En el caso de Magallanes, el Puntarenazo y el atentado a la parroquia de Fátima marcaron un hito que hasta el día de hoy se escribe.

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