¿Es de verdad el sistema de evaluación ambiental en Chile?
Chile se dio la noble y necesaria tarea de conformar una institucionalidad ambiental, con la creación a través de la Ley 19.300 “Bases Generales del Medio Ambiente”. Ley creada en marzo de 1994 y que creó la Conama (Comisión Nacional de Medio Ambiente) y las Corema (Comisiones Regionales de Medio Ambiente). Eran ellas las que coordinaban el trabajo de evaluación ambiental, hasta que en octubre del año 2010, se estructuró el Ministerio de Medio Ambiente, además de la creación de la Superintendencia de Medio Ambiente y el Servicio de Evaluación Ambiental.
El próximo año, se cumplirán 30 años desde la creación de una institucionalidad ambiental, lo que fue un muy buen paso para dar orientación a los inversores, evaluación a sus procesos y certeza a los chilenos que deben gozar, los beneficios de las inversiones y tener resguardado el medio ambiente.
Chile se crea un sistema más tecnificado, profesional, con metodologías y definición de procesos de evaluación que, a ratos -para ser muy honesto-, se ha transformado muchas veces en una maraña jurídica ambiental, lo que, de todas formas, genera una Institucionalidad y esa se debe cumplir, para llevar adelante los proyectos de inversión, en especial los de previsible impacto ambiental.
A la complejidad y duración de los procesos de tramitación a que se debe someter un proyecto, se debe agregar un último ingrediente que en este presente año ha tenido una actuación discordante con las instancias técnicas del Servicio de Evaluación Ambiental, como lo ha sido el Comité de Ministros de Medio Ambiente.
El año 2023, la actuación y aparición del Comité de Ministros (que está previsto en la Ley 19.300) ha sido discordante en dos mega proyectos, que han sido resueltos o votados (y botados) este año. Me refiero al proyecto Minero Portuario Dominga y al proyecto Los Bronces Integrado.
En el caso del proyecto Minero Portuario Dominga, buscaba explotar y obtener concentrado de hierro y en menor medida de cobre, en la Región de Coquimbo, particularmente en la comuna de La Higuera. Tenía informe favorable por parte del Servicio de Evaluación Ambiental (cerca de 5 años de evaluación) y tuvo rechazo o voto desfavorable por parte del Comité de Ministros ( Medio Ambiente, Energía, Agricultura, Minería, Salud y Economía).
A diferencia del anterior, durante esta semana el proyecto de la Mina Los Bronces Integrado, que busca alargar la vida (hasta el año 2036) de la explotación de cobre y molibdeno en la parte alta de la comuna de Lo Barnechea (en la Cordillera de la Región Metropolitana, desde donde proviene el agua para el Gran Santiago) tuvo un espaldarazo de parte del mismo Comité de Ministros, que votó a favor cuando venía con informe DESFAVORABLE de parte del Servicio de Evaluación Ambiental.
¿Por qué en uno sí y en otro no? ¿Para qué nos hemos creado una institucionalidad técnica, para que después una instancia política revierta la decisión y deliberación de la instancia técnica?
Pareciera que a Chile le gusta mentirse a sí mismo. Esto es muy parecido al surgimiento del Servicio Civil y la institucionalidad denominada Alta Dirección Pública, que fue creada para dar acceso a la administración pública a las y los mejores, los más capaces y capacitados, con más experiencia, pero que, a la luz desde su aparición, más parece un instrumento de utilización política del gobierno de turno, pues los seleccionados en cada gobierno para los cargos definidos como técnicos son los suyos, sus adláteres, los seguidores de padrinos y adalides políticos, a pesar de que se reviste de un tecnicismo que a ratos parece de verdad.
Chile tiene larga tradición en la mentira institucionalizada, en decir una cosa y hacer otra. Recuerde usted la “institución” de la Nulidad de los Matrimonios, que demoró décadas en modificarse por una Ley de Divorcio. Las declaraciones de impacto ambiental que declaran una carga de explotación y terminan aplicando otra, como ocurre con varias salmoneras que operan en nuestra región y que se querellan entre actuales y anteriores propietarios como en una novela que, como toda cosa en la vida, la realidad supera a la ficción.
¿Por qué no la hacemos cortita y así no perdemos tanto tiempo?