Necrológicas

En búsqueda del mundo literario de Astrid Fugellie

Martes 25 de Abril del 2023

Compartir esta noticia
162
Visitas

“Con una producción literaria que se aproxima a los veinte títulos. Astrid Fugellie Gezan (Punta Arenas, 1949) es reconocida como una de las voces poéticas más importantes de los últimos cincuenta años”

“Resulta sorprendente destacar que Astrid Fugellie fuera reconocida en Santiago antes que en su propia ciudad natal. En 1964 con quince años, siendo estudiante del Liceo de Niñas de Punta Arenas, obtuvo un primer lugar en un concurso nacional organizado por la Universidad de Chile”

“Afectada por los acontecimientos políticos de septiembre de 1973, Fugellie dedicó horas a la docencia como asimismo, a la literatura. Este sinsabor, la mirada incierta hacia el futuro del país, lo plasmó en su siguiente obra: “Una casa en la lluvia”, uno de los últimos títulos publicados por la Editora Nacional Gabriela Mistral ex Quimantú, en 1975”

Víctor Hernández
Sociedad de Escritores de Magallanes

Este domingo conmemoramos una nueva edición del Día Internacional del Libro y de la Lectura. Como sabemos, en noviembre de 1995 la Unesco decidió, que a contar del año siguiente, y de ahí en más, cada 23 de abril se realizaría una celebración universal en honor al libro. Se escogió ese día y ese mes porque coincidía con la fecha que señalaba el deceso de tres escritores fundamentales de la literatura de todos los tiempos, con el agregado adicional, que tanto Miguel de Cervantes y Saavedra, William Shakespeare, e Inca Garcilaso de la Vega fallecieron en 1616.

Desde los primeros festejos efectuados en 1996 hasta el día de hoy, decenas de países se han sumado a esta conmemoración promovida por la Unesco. Se estimaba que en 2016, al momento de cumplirse cuatro siglos de la partida de los tres ilustres autores mencionados, más de cien naciones participaban con la programación de distintas actividades por el Día del Libro.

A medida que se agregaban más países a la ceremonia, la Unesco fue implementando otras medidas colaterales que ayudaron a consolidar la celebración. Por ejemplo, desde 2001 se designa a una ciudad de cualquier país del mundo, como la capital cultural del libro. Tres grandes urbes latinoamericanas han sido distinguidas con esta nominación: Bogotá, en 2007; Buenos Aires en 2011 y Guadalajara, el año recién pasado. Para este 2023, se entregó esa responsabilidad a Acra, la capital de la república africana de Ghana, en un significativo intento de promocionar y difundir a la literatura y ciertamente, a las industrias editoriales en ese continente.

En nuestro país se harán también los festejos correspondientes. La Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile ha programado un nutrido programa con presentaciones de libros y de conferencias literarias. En nuestra región, la Sech Magallanes elaboró una agenda que incluyó la participación de algunos literatos con diversas charlas en colegios y liceos de Punta Arenas. En paralelo, se presentarán algunos libros de autores regionales. Es que el Día del Libro se ha transformado en el Mes del Libro y en esa dirección, las instituciones culturales y literarias han incorporado otras fechas destacadas en directa relación con la celebración original. El 2 de abril, día de la literatura infantil; 7 de abril, natalicio de Gabriela Mistral y así sucesivamente. Es aquí donde queremos hacer un breve alto para poder adentrarnos en la semblanza que vamos a compartir con nuestros lectores.

A menudo escuchamos hablar sobre la importancia del libro en la vida y en la cultura. Hace ya varios años que los gobiernos de turno organizan campañas para incentivar en los jóvenes el gusto por la lectura. Sin embargo, todos los indicadores que miden el comportamiento lector reflejan resultados negativos. La impresión que existe en mucha gente es que en Chile cada vez se lee menos. No vamos a entrar en detalles sobre esta percepción, pero sí creemos, que la mayoría de las políticas públicas han resultado insuficientes para motivar al goce de la lectura en niños y jóvenes.

Escribimos estas líneas convencidos en que hay un gran vacío entre lo que se habla o se dice y lo que finalmente se hace. Esta disonancia se presenta en todos los ámbitos. Observamos una falta de compromiso, de consecuencia con lo que se predica. Basta interactuar brevemente con los menores para darnos cuenta que si de verdad existiera una preocupación real por compartir y enseñar literatura en niños y jóvenes, los hábitos y la comprensión lectora serían mucho mejores.

En Magallanes se presenta un problema adicional. Nos hemos referido en varias oportunidades a la pérdida invaluable de las primeras ediciones de libros de nuestros escritores regionales. Es un atentado al consabido y rico patrimonio del austro, del que tanto nos ufanamos. ¿Cómo vamos a enseñarle a las nuevas generaciones sobre la historia cultural de la región, si libros y documentos que acreditan esa información no se encuentran en las bibliotecas de Magallanes? ¿Cómo vamos a compartir la literatura regional a niños y jóvenes si ignoramos, omitimos y desconocemos la obra creativa de la mayoría de nuestros literatos?

Es una situación que se repite con muchos autores. Tal vez por eso dedicamos estos párrafos a una escritora que prestigia a Magallanes desde hace décadas, con una producción literaria que se aproxima a los veinte títulos. Astrid Fugellie Gezan (Punta Arenas, 1949) es reconocida como una de las voces poéticas más importantes de los últimos cincuenta años, “con una poesía profundamente comprometida en el mejor sentido que puede tener esa palabra, comprometida estética y profundamente en la construcción de una belleza reveladora, muchas veces dolorosa, pero siempre luminosa, de las experiencias más determinantes de la condición humana, y también comprometida con su territorio, con su historia, con su mirada de su tiempo y de sus lugares”, como aseveró el doctor en literatura, el académico Christian Formoso en 2020, cuando la Universidad de Magallanes la postuló como su candidata para el Premio Nacional de Literatura de ese año.

Inicios en la

Casa de la Cultura

Resulta sorprendente destacar que Astrid Fugellie fuera reconocida en Santiago antes que en su propia ciudad natal. En 1964 con quince años, siendo estudiante del Liceo de Niñas de Punta Arenas, obtuvo un primer lugar en un concurso nacional organizado por la Universidad de Chile denominado “Rostro de Chile”. Fugellie se impuso con el poema “A esas manos”, una composición en que ya se advierte la fina sensibilidad de la joven autora y su exquisito tratamiento del lenguaje, una característica de su vasta obra poética y que mantendrá inalterable, independiente de los cambios de motivos y de contenidos que ha experimentado su producción literaria con el transcurrir del tiempo.

Sin proponérselo, este logro indiscutido la convirtió en un referente literario en una época en que Magallanes disfrutaba de las ventajas de la ley Nº12.008 o de Puerto Libre y en los cenáculos políticos se hablaba de extender las posibilidades de la primitiva Corporación de Magallanes (Cormag) lo que se materializó a contar de 1968. Corrían los tiempos de la “Revolución en Libertad” de Eduardo Frei Montalva, y de la Reforma Agraria. En Magallanes los cambios se expresaban en un rediseño de la ruralidad, donde las antiguas estancias de la poderosa Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego originaban a las primeras cooperativas campesinas con sus respectivos asentamientos de trabajadores.

Estas transformaciones se manifestaron también, en el ámbito cultural. El Centro de Escritores de Magallanes organizaba talleres literarios dirigidos por el profesor primario y poeta, Marino Muñoz Lagos. En ese contexto, la Municipalidad de Magallanes adquirió el Palacio Montes en pleno centro de Punta Arenas para destinarlo como Casa de la Cultura. El 2 de septiembre de 1966, en el salón de honor de la Biblioteca Municipal (Colón y Bories) con motivo del segundo aniversario de aquella corporación, Astrid Fugellie debutaba en Punta Arenas leyendo varios poemas inéditos y otros que había compartido a través de la radioemisora “La Voz del Sur”, textos que corporizaron a su primer libro titulado simplemente, “Poemas”, el cual fue editado por el Departamento de Extensión Cultural de la Municipalidad.

A comienzos de 1970 Astrid Fugellie viajó a Santiago a estudiar Educación de Párvulos en la U. de Chile. Sus planes eran terminar pronto la carrera y retornar al austro para ejercer la docencia. En esta condición, publicó en Santiago, ese mismo año con el sello editorial “Tebaida”, el breve texto “Siete poemas” que continúa la línea de su ópera prima.

Cuando nos encontramos por primera vez con Astrid Fugellie pareciera que estamos en frente de una persona extraída de otra época, de ademanes conservadores, pero es sólo una apariencia, porque detrás de su figura esbelta, pero delicada, casi frágil, se nos revela una voz rebelde, con un discurso valiente y rupturista. Afectada por los acontecimientos políticos de septiembre de 1973, Fugellie dedicó horas a la docencia como asimismo, a la literatura. Este sinsabor, la mirada incierta hacia el futuro del país, lo plasmó en su siguiente obra: “Una casa en la lluvia”, uno de los últimos títulos publicados por la Editora Nacional Gabriela Mistral ex Quimantú, en 1975.

Radicada definitivamente en la capital, se desempeñó como funcionaria en el Banco Central de Chile, mientras en sus horas libres redactaba la revista literaria “Corchete”, órgano de difusión cultural de esa institución. En 1981 la Sech Magallanes la incluyó con los poemas “Ronda” y “Una casa en la lluvia, Poema dos” en la “Antología Magallánica Tomo 1 Poesía”. Por aquel entonces, fundaba y dirigía en Santiago el Jardín Infantil “San Nicolás”, en la comuna de La Reina.

En 1983, la Editorial Nascimiento le publicó el volumen ¿Quién es quién en las letras chilenas? Mientras que, a mediados de 1984, la misma prestigiosa editorial, con prólogo de Ernesto Livacic Gazzano, imprimió  su libro “Las jornadas del silencio”. En 1986 se publicó “Travesía”, una antología poética con sus principales creaciones. En agosto del año siguiente, Astrid Fugellie sorprendió a mucha gente al exhibir en el “Congreso Internacional de Literatura y de Crítica Femenina”, con el sello Ergo Sum, un desplegable poético que llevaba por nombre “Chile enlutado”. De esa misma etapa es el cuento “A manos del año”.

Aparición de

un libro esencial

Podríamos concluir, en primera instancia, que hasta la publicación de “Los Círculos” en 1988, la obra de Fugellie discurría por cauces y contornos definidos, en donde se percibía en la autora la búsqueda de un sustento teórico que le permitiera consolidar su discurso poético.

En “Los Círculos” se aprecian claramente los elementos históricos que la autora entrecruza para delectarnos con una reconstrucción de la poesía en América del Sur, a contar de los sonidos y de las voces de los pueblos originarios. Este libro obtuvo en 1989 el Premio de la Academia Chilena de la Lengua.

Con “Dioses del Sueño” y “Fragmentos para mañana”, obras que datan de 1991 y 1995, la autora parece equilibrarse en la vieja discusión entre lo histórico y lo transhistórico que plantearon en su momento los filósofos Michel Foucault y Jacques Derrida. ¿Qué hay detrás de un hecho? ¿Hay que analizarlo como un hito aislado? o ¿Detrás de todo hecho, hay otros acontecimientos o hechos que pueden estar conectados? Fugellie escoge esta última opción, y desde allí, plantea con su poesía un cuestionamiento global a la verdad absoluta.

En cambio, con “Llaves para una maga”, parece deslizarse hacia lo lúdico que proseguirá con las creaciones, -el proyecto Fondart de 2003-, “De ánimas y mandas, animitas chilenas desde el subsuelo” y también, con “La tierra de los arlequines, ese arco que se forma después de la lluvia” (2005). A propósito de este período creativo de Astrid Fugellie, el poeta Aristóteles España publicó una crónica literaria en el diario La Prensa Austral el 8 de abril de 2005, en que elogia a “Llaves para una maga” y avizora lo que vendría después:

“Un texto poético sobrecogedor, lleno de imágenes sensuales que buscan un paraíso perdido en algún lugar de la tierra. Puede ser su lar magallánico o el país de nunca jamás; pero a medida que el lector ingresa a sus túneles donde el habla se transforma en respiración entrecortada, tiene la clara convicción de que la maga no deja espacio para la reflexión sino para el vuelo”.

A continuación, Astrid Fugellie ha entregado varios nuevos libros, en que la creatividad y la incorporación de temáticas poco exploradas han despertado la curiosidad y la admiración de escritores y críticos literarios. En 2005, en su libro “La generación de las palomas”, surge la faceta antropológica que acompaña al resto de su obra, el libro de cuentos “Jardín nocturno” (2007), “En off” (2010), “El libro del mal morir” (2015), “El faro, quirófano al noreste” (2016) y Las letanías de Key Pacha” (2018). Al respecto, al hacer una síntesis del conjunto de la obra de Fugellie que abarcaba desde “Los Círculos” hasta “La generación de las palomas”, el Premio Nacional de Literatura de 2000, Humberto Zurita expresó los siguientes conceptos:

“Astrid Fugellie ha escrito una obra que, junto a ser uno de las fuertes y originales de la poesía chilena de los últimos años, nos muestra una carta del mundo que no había sido antes revelada; esa cara donde la historia personal y la historia colectiva se inundan mutuamente señalándonos que no tenemos más remedio que vivir vidas que son el mundo, que representan las tramas de ese mundo porque, aunque lo público, es decir: las grandes representaciones, la cultura, la política, la economía, desdeñe nuestras historias, nuestros íntimos dramas, miserias o alegrías, toda vida privada es siempre colectiva”.

A su vez, el poeta y comentarista de libros de la desaparecida revista “Punto Final”, Alejandro Lavquén, en su crítica acerca de la obra “En off”, citó una reflexión de la escritora e investigadora colombiana Consuelo Hernández, quien, en sus ensayos sobre literatura latinoamericana, destacó un curioso detalle de la personalidad literaria de Astrid Fugellie: “sorprende siempre por la capacidad casi sobrehumana para transformar el lado más oscuro y trágico de la vida en materia bella y luminosa”.

Visitas al austro

Astrid Fugellie ha venido en varias ocasiones a reencontrarse con su terruño. Subrayamos su presencia en el Segundo Encuentro Nacional de Escritores de Magallanes a fines de octubre de 1982, cuando departió con la comunidad escolar e inauguró el Archivo del Escritor en el Museo Regional de Magallanes.

En otra oportunidad, vino en noviembre de 1991 a compartir con escritores y lectores en el marco de la Segunda Feria del Libro, con la novedad de estrenar en Magallanes sus aclamados poemarios “Los Círculos” y “Dioses del sueño”.

Pese a ciertas intermitencias y lapsos prolongados de ausencia, Fugellie retornó a Punta Arenas en mayo de 2016 para la celebración del III Festival Literario del Adulto Mayor. En dependencias de la Biblioteca Pública Nº47, leyó una selección de sus más importantes poemas. Aquella visita hizo despertar en los escritores magallánicos, la urgencia de recuperar el Premio Municipal de Literatura, que no se otorgaba desde el 2005.

Después de varias deliberaciones, el directorio de la Sech Magallanes presentó el 11 de noviembre de 2016, la moción al Concejo Municipal presidido por el alcalde Emilio Boccazzi Campos de restituir el citado galardón y conferirlo a la poetisa Astrid Fugellie Gezan. Por unanimidad se acordó restaurar cada dos años, la entrega de dicha distinción a un escritor (a) que haya sostenido una trayectoria en el ámbito literario regional. Junto con ello, se determinó entregar al festejado (a) un estipendio de un millón quinientos mil pesos.

La ceremonia de premiación se llevó a efecto en agosto de 2017. El entonces nuevo alcalde de la comuna Claudio Radonich Jiménez, le dio mayor realce al evento al incluir la entrega del galardón durante la realización de la Feria del Libro Dinko Pavlov Miranda.

La pregunta que nos hacemos todos es, ¿Qué viene ahora? ¿Dónde podemos hallar los libros de Astrid Fugellie? ¿Cuándo empezamos a leer su obra literaria? Dejemos que los académicos que conocen su trabajo nos enseñen a conocer a la autora, para que después podamos reproducir su literatura en el aula. Es el gran desafío que tenemos.