¿Más o mejor democracia?
Carlos Contreras Quintana
Abogado.
A la luz del proceso constitucional en desarrollo recuerdo las siguientes reflexiones que he escuchado en más de alguna oportunidad: “Los problemas de la democracia se resuelven con más democracia” y “el gobierno de excelencia, el gobierno de los mejores”. Son dos frases que grafican, a mi juicio, una máxima, un deber ser que no necesariamente se concreta o es bueno.
En cuanto al proceso constitucional pasado que fue, supuestamente tan participativo, con una diversidad pocas veces vista en la institucionalidad chilena y con una amplitud en las ideas que llevó a proponer la eliminación del un poder del Estado reemplazándolo por un Servicio Judicial creo que el resultado final del rechazo dio cuenta que no siempre más democracia soluciona sus problemas. En efecto, el resultado del primer proceso dio cuenta que la propuesta generada por tan diverso grupo de convencionales constituyentes no fue eficiente y las causas pueden ser muy variadas, pasando por una voluntariedad popular que carecía de conocimientos técnicos y sustanciales por una parte de los representantes y un conocimiento académico que no se puso, salvo contadas excepciones, al servicio de la eficiencia y de la racionalidad para atemperar afiebradas ideas que se impusieron en materias tan sensibles, respecto de otro grupo que llamado a liderar, no lo hizo. Así las cosas, más democracia no resultó en mejor democracia, en principio, y paradójicamente fue la votación del mismo pueblo la que reprobó el trabajo realizado, de modo tal que no siempre más democracia resuelve los problemas.
En cuanto al nuevo proceso constitucional, en el sentido del péndulo que parece caracterizar a la historia institucional chilena, pasamos de un proceso de selección popular directo a un proceso mixto en el cual la elite política designa una comisión de expertos que debe trabajar con integrantes democráticamente elegidos para logara el mejor resultado por lo cual estamos a punto de constatar el valor de la segunda frase con la cual he iniciado esta columna.
Por mi parte creo que el desafío que hoy se presenta es importante, pero no va a ha generar una mayor trascendencia en el futuro Constitucional chileno, pues por la generación de este nuevo proceso y la poca participación y adhesión efectiva de la ciudadanía no me sorprendería que la nueva Constitución constituya un retroceso respecto de la actual si es que no incluye los derechos fundamentales de tercera generación o derechos sociales, no mejora los derechos políticos con sistemas de democracia directa y no contribuye a fortalecer al Estado para la protección de las personas, la sociedad y el medio ambiente.
Chile se perdió una espléndida oportunidad para generar una constitución participativa y representativa de nuevos y exigentes tiempos para la sociedad y el Estado y creo que ello va a quedar en los registros de nuestra historia como un trágico acto fallido y no veo que este nuevo sistema convoque realmente el sentir de la mayoría de la ciudadanía de nuestra Nación.
Creo que siempre es pertinente recurrir a los sabios para dilucidar los problemas que enfrentamos y como dijo el ex convencional constituyente Agustín Squella, unos de los pocos que trató de equilibrar la academia con las necesidades sociales, “los problemas de la democracia no se solucionan con más democracia, se solucionan con mejor democracia”… esperemos que este nuevo proceso, a pesar de mi pensamiento y de la poca interacción de la ciudadanía, pueda significar mejor democracia, por el bien de Chile.