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¿Por qué en Noruega sí y en Chile no?

Por Emilio Boccazzi Campos Lunes 8 de Mayo del 2023

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La producción de salmón en el mundo como alternativa de producción de proteína con menor huella de carbono (que la carne de vacuno, cerdo o pollo) es, por un lado, una clara oportunidad de que, haciendo las cosas bien, se puede tener una creciente producción de proteína animal para una creciente población mundial. Si las cosas se hacen mal, como ha estado ocurriendo en Chile desde la aparición del Virus Isa el año 2007 -que según la Universidad de Bergen éste habría llegado a Chile por óvulos traídos desde el país escandinavo en aquella fecha- o porque se siguen produciendo escapes masivos de peces desde las jaulas de los criaderos en las aguas de los fiordos y mares de Chile, la cosa no va para bien.

Los escapes o fugas de peces desde el año 2010-2020 fueron liderados por peces de empresas noruegas, como Mowi (sucesora de Marine Harvest) y la también escandinava Cermaq.

En la Región de Magallanes, más novata en la producción de salmones, la empresa Nova Austral, de intereses noruegos diversos (propietarios privados y fondos de pensiones de los viejitos vikingos), ha traído escándalos como los conocidos hace poco más de dos años, con falseamiento de información entregada a la autoridad de la Pesca en Chile, a través de la evidencia de correos electrónicos de sus gerentes y sus jefes de Producción, de informar datos tergiversados a los datos verdaderos, o las sobreproducciones en áreas declaradas o autorizadas para tener menores volúmenes de producción. En simple, áreas para producir o sembrar x cantidad, terminaban teniendo x + “n”, lo que evidentemente sobrepasa la capacidad de regeneración de oxígeno de dichas áreas y con esto la muerte de fiordos, bahías o reparos marinos.

Pero salgamos un poco de la lupa y veamos cómo está hoy la composición de la producción mundial de salmón (que a todo esto me encanta y, también me encantaría que más gente lo pudiera consumir en la región sino tuviera precios tan altos). Chile es el segundo país del mundo en producir salmón, con un 26% y sigue a Noruega que con un 37% es el líder en producción mundial. Luego de estas dos potencias de producción, vienen el resto de la Unión Europea con un 16%, Asia con un 12%, el resto de Latinoamérica con un 7% y otras naciones menores con un 2%.

Claramente, estar en este segundo lugar pone varias reflexiones y desafíos. Por un lado, Noruega siendo el primer productor en sus fiordos vikingos tiene fuertes intereses comerciales en la industria salmonera chilena. Ya lo veíamos más arriba, con la presencia entre otras, de Marine Harvest (hoy Mowi, la principal productora y exportadora mundial), Cermaq y acá, en nuestra patria chica, con Nova Austral. 

Por otro lado, Noruega, con sus imponentes visitas de su Rey Harald V, el año 2014 y más específicamente el año 2019, hace un fuerte lobby para afianzar sus intereses en Chile. Recordará usted la visita con más de 90 empresarios en año 2019, que incluso lo llevaron a Puerto Williams.

En otro contexto, dentro de los planes auto-declarados y en la hoja de ruta de Noruega, se tiene el consolidarlo en el primer lugar y llegar a producir cerca del 80% de la producción mundial de salmón al 2050. Además, constituirse en “productores verdes”, es decir, con prácticas ambientales elevadas, lo que contrastaría con lo que hacen en el patio trasero (hemisferio sur, es decir, Chile) donde su comportamiento ha sido, en el mejor de los casos, de doble estándar, bochornoso o de claro sabotaje para con la producción nacional. 

En Chile, tenemos expresiones populares que muchas veces explican en pocas palabras las conductas humanas y una de ellas es “la culpa no es del chancho, sino que, de quien le da afrecho”.

Si Chile no aplica una real política de Estado, con alineamiento público-privado, con sentido estratégico de consolidar producción con mejoramiento y férreo control de los aspectos ambientales, no sólo habrá perdido una oportunidad de hacer las cosas bien, sino que, como en muchas ocasiones, nuestro territorio será el vertedero del primer mundo. Lo más provocador es que estas naciones y sus empresas alineadas venden una imagen que no es tal, pero lo más irritante es la conducta servil de nuestro Estado, que no sea capaz de garantizar comportamientos adecuados, tal cual ellos sí tienen en sus territorios.

El hidrógeno verde (que espero no sea un hermoso voladero de luces como tantos otros), el litio, el cobre son claros recursos y oportunidades, tal cual lo puede ser la industria del salmón, que ya hemos indicado tiene ventajas ambientales sobre otras industrias de productos proteínicos, pero que, si no se hace bien, será otra oportunidad dilapidada para Chile. Nuestra política de Estado debe incluir más estrategia y recursos asociados a la Fiscalización. Ello es vital. Trazarse objetivos y tener método son claves para los logros. A propósito de elección de convencionales, ayer domingo 7 de mayo, no escuché una mención de estos temas trascendentales para la región y el país. El que tale un bosque sin autorización y el que afecte dolosamente los recursos naturales debiera tener las sanciones más duras de nuestra legislación, sino sigamos siendo el vertedero del primer mundo y sus monarquías trasnochadas.

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