Caídas en los mayores (Parte I)
Ramón Lobos Vásquez
Médico Geriatra y Paliativista
No hay evento más complejo y dramático para un adulto mayor que una caída, solamente superado por la incapacidad de levantarse sólo posterior a ella.
La caída se define según la OMS como “la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipite al paciente al suelo en contra de su voluntad”. Por lo tanto, es un hecho inesperado o no planificado. En el porqué sucede intervienen una serie de factores que guardan relación con el envejecimiento y se pueden estudiar, pero por sobre todo si se conoce la causa, se puede intervenir de tal forma que se minimice el riesgo de una nueva caída.
Las caídas son más frecuentes de lo que pensamos, uno de cada tres mayores que viven en comunidad sufre de este evento. Pero sólo uno de cada 40 que se caen requiere hospitalización por las consecuencias de esa caída.
Son más frecuentes en adultos mayores más envejecidos que en los más jóvenes, siendo la frecuencia entre 35-45% en los más mayores versus un 25% entre los menores de 70 años. Una persona mayor que cae tiene más probabilidad de repetir el evento en los meses que sigue. De allí la importancia de tomar en cuenta este evento en los mayores a nuestro cargo, no es un evento más. Por lo cual es conveniente estudiar el hecho, sus condicionantes y por sobre todo buscar la manera de intervenir activamente para que no se repita o atenuar las causantes para que el riesgo sea el menor posible.
Una caída puede ser el primer indicio de una enfermedad o condición que no se ha diagnosticado en esa persona mayor. Señala obviamente fragilidad y es un predictor de mayor mortalidad. De allí su importancia y no dejarlo pasar como un evento más.
Tan importante como la caída es lo que acontece después con esa persona mayor. Se llama Síndrome Post Caída a todos aquellos eventos que lo limitan a consecuencia de este suceso; como el temor a repetir el evento, la disminución de su vida relacional, temor a salir de casa o desarrollar la vida habitual que llevaba.
Todo lo que ocurre con el envejecimiento también favorece las caídas. Como por ejemplo las alteraciones visuales, trastornos circulatorios, pérdida de masa muscular o sarcopenia, disminución de los reflejos o menor sensibilidad, artrosis y otras. Por ello, el estudio debe ser exhaustivo por los equipos de salud y requiere de un abordaje interdisciplinar para buscar las causas que pueden estar afectando o facilitando que ese mayor caiga.
En el estudio de evaluación funcional de los mayores que se realiza -a lo menos anualmente- en los centros de salud, las caídas se abordan desde un enfoque preventivo. Por ejemplo, evaluación del equilibrio estático y dinámico; las alteraciones visuales y el uso de fármacos suelen ser buenos predictores de caídas. De allí la importancia de realizar y asegurar la evaluación frecuente de nuestros mayores por los equipos de atención primaria. Es la evaluación seriada la que va determinando la aparición de condicionantes de riesgo o situaciones graves en su estado de salud física, psíquica, funcional o social. Y es el insumo para poder establecer programas de intervención individual o grupal para los mayores en control.
Es una gran herramienta disponible que debe ser usada por los pacientes y su red debe asegurarse que se realice periódicamente junto a las estrategias a implementar para mantener a ese mayor en las mejores condiciones posible. O sea, no basta con hacerlo sino que implica tomar medidas a continuación de esa evaluación y las sugerencias que hará el equipo de salud a cada adulto mayor evaluado. Es el símil a los controles de salud en los niños, pero que en el mayor implican siempre intervenciones o acciones concretas a realizar, al menos para mantener su situación de salud física o funcional lo mejor posible.
Otro punto importante en todo mayor es la revisión de los fármacos en uso, ya que muchos junto a sus beneficios acarrean otras situaciones condicionantes de riesgo, que si se asocian al uso de más fármacos pueden constituir un mayor peligro, no sólo de caídas para ese mayor. Una revisión exhaustiva y el uso proporcional y efectivo de fármacos es esencial en la evaluación especializada de cada mayor. Tener en cuenta la máxima que dice que, “en el uso de fármacos en los mayores, menos es más”. Menos fármacos, bien y adecuadamente prescritos, suelen ser mejor que el uso indiscriminado o auto medicado de ellos. Siempre tener en cuenta por qué se prescribieron y por cuánto tiempo debe ser su uso. Tarea que tiene que conocer la red familiar o social más cercana de ese mayor.
Es pertinente tener una historia farmacológica, con el detalle de fármacos en uso, todos, incluidos los auto medicados; con los horarios y tiempo de uso y debe estar siempre a disposición de quienes atienden a esos mayores. Ojalá en un lugar visible y de fácil acceso. Lo que incluso sirve para las urgencias o emergencias que pudiesen acontecerle a ese mayor.
Como corolario a este primer abordaje recalcar la importancia de no menospreciar una caída, su análisis de los factores que llevaron al evento y la necesidad siempre de intervenir, para mantener activo y en su mundo relacional a ese mayor después de producida una caída, en definitiva velar por su protección y cuidado.