Un gobierno sin relato y seremis apoltronados
“El fenómeno de los republicanos es mucho más profundo que sólo un éxito electoral”. Así lo escribió un viejo conocido de la política chilena, el ex ministro Pablo Longueira, el mismo que, luego de imponerse por poco margen a Andrés Allamand en las primarias de la alianza de derecha, abandonó en julio de 2013, sorpresivamente, la carrera presidencial. Según se afirmó en ese momento, el incansable forjador de la “Udi popular” fue víctima de una depresión severa.
Aparentemente recuperado, tras las elecciones del domingo 7 de mayo Longueira reapareció y, cual Moisés bajando del monte Sinaí, entregó sus diez conclusiones de aquella jornada en que los chilenos escogieron a los consejeros constitucionales, sacando el Partido Republicano el 35% de la votación a lo largo del país.
Longueira no usó tablas de piedras para escribir sus máximas. Repartió dentro de la Udi un documento de 20 carillas, donde, analizando los efectos del voto obligatorio, llegó a conclusiones feroces:
“La principal conclusión es que lo más probable es que si hubiese existido el voto obligatorio en la presidencial de 2021, Boric no la hubiese ganado”. Y agregó: “El gobierno, con voto obligatorio o voluntario, no supera los cinco millones de votos”.
La lectura del
gabinete regional
En Magallanes, lo que se ha dado en llamar “fenómeno de los republicanos” tuvo su propio capítulo. El partido de José Antonio Kast concitó 23 mil 41 sufragios, quedándose con el 28,33% de la votación, nada despreciable para un conglomerado que no había tenido el protagonismo local en la historia reciente.
Entre Chile Seguro (Lista E) y el Partido Republicano (lista C), la derecha obtuvo 39 mil 162 adhesiones, superando con creces la votación de las otras nóminas. Hablamos del 48,15%.
El oficialismo, expresado en el pacto Unidad para Chile (lista D), aunque quedó como segunda alianza más votada, sacó 21 mil 321 votos. Todo por Chile (lista B) aportó escasamente con 8 mil 946 sufragios. Entre ambas nóminas, sólo el 37,21%.
¿Dónde se irían los votos del Partido de la Gente (4,67%) y de la única candidatura independiente fuera de pacto (9,98%)?
Con las cifras sobre la mesa, ¿qué lectura hace el gabinete regional de esto? O, mejor dicho, ¿hizo el gabinete regional alguna lectura política de lo sucedido el domingo 7 de mayo? ¿Son capaces de proyectar hacia dónde van las cosas?
Pareciera que, tras la salida de Luz Bermúdez, quienes bregaban por su cambio se quedaron con la alegría de haberlo logrado y en sus actuales análisis confían en que su sucesor, José Ruiz Pivcevic, podrá enmendar en algo el rumbo.
Sin embargo, la mayor debilidad del nuevo representante de Boric en la región no es si su llegada tensionó aún más la vida interna de Convergencia Social en Magallanes ni su escasa experiencia al ser ésta la primera vez que ostenta un cargo tan relevante, política y administrativamente hablando. Sus mayores flaquezas son un gobierno que está -como diría Longueira- tratando aún de hallar su relato y el gabinete regional que heredó.
Los cambios que no fueron
Una cosa hay cierta sobre la defenestrada Luz Bermúdez: quiso hacer cambios en el gabinete y éstos o no fueron estimados inicialmente necesarios o, entendiendo que lo eran, fueron postergados para… un momento más propicio.
Cuando algunos ministros se dieron cuenta de que era conveniente cambiar a sus representantes en la zona fue muy tarde y, simplemente, la permutada fue ella.
Tras toda la presión que se ejerció para inmolar a Arturo Díaz por el fracaso del plebiscito del 4 de septiembre del año pasado, ella pagó los costos internos de este alejamiento y no encontró en su reemplazante el apoyo que quería.
Resultó paradojal que la única modificación que logró por sí misma fue la del seremi de Hacienda. La razón principal para pedir su cabeza era que éste nunca dejó de buscar ser su reemplazante en la delegación. Pero, en rigor, era el secretario más proactivo que tenía. Debió esperar varios meses para su salida y, cuando ésta se materializó, ella fue removida.
Gabinete apoltronado
Así, José Ruiz se enfrenta hoy a este cuadro adverso. No se debe olvidar que asumió a 72 horas de un proceso electoral, que tenía como antecedente el triunfo del Rechazo que mató la primera propuesta de nueva Constitución.
Si bien el pacto oficialista logró instalar a Jessica Bengoa en el Consejo Constitucional, la interpretación que se seguirá dando -con razón o por simple mañosería política- es que el gobierno volvió a perder.
Ni antes ni después muchos integrantes del gabinete regional parecen interesarse ni entender qué es lo que está pasando y cuál debe ser su rol para, con buena gestión, un plan comunicacional efectivo y entusiasmo, lograr implementar la agenda de Boric en Magallanes.
“No soy política”, fue lo primero que habría advertido una seremi en una reunión con representantes de un gremio afligido, cuando ocupa un cargo que es, en esencia, político.
“A nosotros nos pidieron pasar piola, por el instructivo de la Contraloría”. Así se habría justificado otro seremi ante el aplastante triunfo del Rechazo. La misma actitud y por el mismo motivo mantuvieron muchos frente a las elecciones pasadas.
“Ese no es mi problema. Yo ahí no me voy a meter”, habría sido la respuesta que un seremi le habría dado a un colega que le pedía información y su compromiso para presentar una propuesta al delegado sobre un problema acuciante que éste le encargó abordar.
“Cuando llegó la ministra, había un grupo de seremis que estaba fumando y conversando, mirando de lejos como si ellos no tuvieran nada que ver con la actividad”, comentó una fuente.
Los 50 años y el
sitio de memoria
A Boric le gusta citar al Presidente Allende. Donde puede lo hace. Este 11 de septiembre se cumplirán 50 años del golpe de Estado y la muerte de quien fue, además, senador por Magallanes, catapultando con ello su llegada a La Moneda.
¿Hay ambiente para conmemorar tan significativa fecha? La respuesta es rotunda: “¡No!”.
No le podría haber tocado mejor oportunidad que ésta para estar en el gobierno a un pacto político afín al proyecto allendista, que enarbola la bandera de la justicia social y de las transformaciones profundas.
Lo cierto es que el Frente Amplio está en La Moneda y se cumplen 50 años del quiebre democrático y de la instalación de la dictadura militar apoyada por civiles.
¿Se habla de ello en el gabinete? ¿Tienen los seremis y directores de servicios conciencia del histórico momento que tienen en sus manos?
¿Qué dice Cultura? ¿Qué piensan Justicia, Gobierno, INDH y otras carteras? Hasta las que menos podrían sentir que tienen algo que aportar podrían hacerlo. ¿Sólo se van a contentar con hacer proyecciones sobre la casona de Avenida Colón 636 y algunos actos al cual irán los mismos de siempre?
¿Será excusa que muchos de los que hoy están en este gabinete y/o que representan al oficialismo en el Congreso hayan nacido después del 73?
En cambio, parece que nadie se preocupa de la promesa hecha por Boric de rescatar el otrora denominado Palacio de la Risa y se autorizan trabajos en el recinto del Estadio Fiscal sin respetar el sitio de memoria que fue ocupado como centro de detención, interrogatorio y tortura durante la dictadura militar.
“Entramos a dos años de subsistencia para varios partidos políticos. Varios de ellos que enfrenten las elecciones municipales sin apoyo de un candidato presidencial bien posicionado correrán el riesgo de desaparecer”, advierte Longueira.
Afirma que ningún candidato del PC y el FA ganará la presidencial después del voto obligatorio. Y, como si esto no fuera poco, sostiene: “Como los errores se pagan en política, esta nueva Constitución, que no tenemos dudas que se aprobará, porque hay una energía imparable para ello, quedará para la historia como la Constitución de Kast, firmada por Boric, ya que, por cierto, en el secreto de la urna, votará en contra, porque no tendrá ninguna similitud con la que él quiso aprobar”.