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El inventor del Tetris: el día que un programador soviético aburrido creó el videojuego más popular de la historia

Viernes 9 de Junio del 2023

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  • Un día de poco trabajo, sentado frente a su computadora, el matemático Alekséi Pázhitnov se propuso crear un videojuego basado en los simples encastres para niños. Lo hizo para su exclusivo uso personal, pero se convirtió en un éxito mundial.
    La batalla por sus derechos luego de la caída de la URSS y la tragedia y crímenes del psicólogo que lo ayudó a desarrollarlo.

 

La primavera iba camino a dar paso al verano en Moscú y el matemático y programador Alekséi Pázhitnov se aburría en el Centro de Computación Dorodnitsyn de la Academia Soviética. Tenía poco trabajo que hacer esa mañana del 5 de junio de 1985.

Sus compañeros en la oficina conversaban sobre los aires de cambio que empezaban a notarse desde que, el 10 de marzo, Mijaíl Gorbachov había reemplazado al viejo general Konstantin Chernenko en la cabeza del Estado. Nadie imaginaba todavía que estaba asistiendo al principio del fin de la Unión Soviética.

Sentado frente a la pantalla gris de su computadora, Pázhitnov escuchaba distraído la charla, que en su cabeza se mezclaba con una idea que venía dándole vueltas desde hacía días: crear un juego de computadora para entretenerse en su casa. Un juego para él.

A Pázhitnov le gustaban los rompecabezas y, más aún, el pentominó, un entretenimiento de mesa que consiste en encajar piezas geométricas, formadas por cinco cuadrados en una caja de madera. Quería algo parecido para jugar en su computadora.

La primavera iba camino a dar paso al verano en Moscú y el matemático y programador Alekséi Pázhitnov se aburría en el Centro de Computación Dorodnitsyn de la Academia Soviética. Tenía poco trabajo que hacer esa mañana del 5 de junio de 1985.

Sus compañeros en la oficina conversaban sobre los aires de cambio que empezaban a notarse desde que, el 10 de marzo, Mijaíl Gorbachov había reemplazado al viejo general Konstantin Chernenko en la cabeza del Estado. Nadie imaginaba todavía que estaba asistiendo al principio del fin de la Unión Soviética.

Sentado frente a la pantalla gris de su computadora, Pázhitnov escuchaba distraído la charla, que en su cabeza se mezclaba con una idea que venía dándole vueltas desde hacía días: crear un juego de computadora para entretenerse en su casa. Un juego para él.

A Pázhitnov le gustaban los rompecabezas y, más aún, el pentominó, un entretenimiento de mesa que consiste en encajar piezas geométricas, formadas por cinco cuadrados en una caja de madera. Quería algo parecido para jugar en su computadora.

Imaginó que las piezas del pentominó caían en un vaso, y que los jugadores podían desplazarlas a ambos lados y rotarlas hasta completar formas completas, sin dejar huecos. Programó y probó en la pantalla gris de la computadora, pero le resultó demasiado complejo hacerlo con las 12 piezas diferentes que el pentominó tiene para encastrar. Decidió entonces simplificar las piezas originales por figuras de cuatro cuadrados.

Cuando terminó de programar el juego y probarlo varias veces, se lo mostró a sus compañeros que, contra lo que imaginaba, se engancharon a jugarlo.

Acababa de nacer el Tetris, nombre que el propio Pázhitnov le impuso combinando la palabra griega “tetra” (cuatro, por la cantidad de piezas diferentes del juego) y las dos letras de su deporte preferido, el tenis.

El siguiente paso fue desarrollar una versión doméstica, que se transformaría en uno de los juegos más difundidos del mundo, vendido en más de 35 millones de game boy e instalado en más de 425 millones de computadoras y dispositivos móviles.

En aquel momento, desde su oficina en Moscú, Pázhitnov lo pensó como un juego gratuito por dos razones: no creía que tuviera mucho éxito y, todavía más determinante, en la Unión Soviética cualquier patente o invento era propiedad del Estado, por lo que el inventor, más allá de los reconocimientos, no cobraba un rublo.

“Fue una gran sorpresa cuando mi primer prototipo empezó a funcionar, me di cuenta pronto de que era un buen juego, pero no podía imaginar semejante éxito”, explicó alguna vez.

En cuanto a los derechos de explotación, le llevó años conseguirlos: “Fue después de la disolución de la Unión Soviética y me llevó un fárrago de trámites, burocracia y reuniones aburridas”, contó cuando ya vivía en los Estados Unidos.

Los socios y
la expansión

En el desarrollo del Tetris, Pázhitnov recibió la invalorable ayuda de su mejor amigo, Vladimir Pokhilko, un hombre que no venía del terreno de la computación sino que era psicólogo clínico. Desde esa perspectiva, le llamó la atención la enorme atracción –incluso adicción– que causaba el juego entre quienes lo practicaban.

Fue el primer científico que estudió el juego desde un punto de vista psicológico. Pokhilko contribuyó al perfeccionamiento de la idea inicial de Tetris, aportando mejoras al algoritmo que dejaba caer piezas al azar (y que no era completamente al azar) y a conceptos como los colores de las fichas.

Cuando vieron la enorme potencialidad comercial del Tetris, Pázhitnov y Pokhilo pensaron también en eludir la traba que significaba vivir en la Unión Soviética para explotarlo.

Con la ayuda de otros dos programadores, comenzaron a crear diferentes versiones de Tetris de manera clandestina y las sacaron del país. El primer país donde llegó una de ellas fue Hungría, en ocasión de una exposición de informática.

Allí la vio Robert Stein, que sin tener los derechos del juego los empezó a vender a compañías, como Mirrorsoft y Spectrum Holobyte. En los años 80 era normal que alguien comercializase clones o copias piratas de otros juegos, y pasaban años antes de que una sentencia les obligase a retirarlos, si es que alguna vez ocurría.

La Unión Soviética se enteró de la existencia de estas versiones ilegales, así que creó una empresa pública llamada Elektronorgtechnica para comercializar los derechos de Tetris. La empresa recaudó más de 40 millones de dólares por los derechos, pero como trabajadores del Estado, Pázhitnov y sus compañeros no recibieron nada.

Finalmente, la compra de los derechos por parte de Nintendo fue decisiva para la universalización del juego, cuando en 1989 incluyó una de sus versiones en el lanzamiento de su consola game boy en Estados Unidos y Europa.

Ocurrió el mismo año de la caída del Muro de Berlín y dos antes de la disolución de la Unión Soviética.

Crisis y un
socio muerto

En 1991, Pázhitnov y Pokhilko emigraron a los Estados Unidos, donde crearon su propia compañía de videojuegos, Animatek, y cuando en 1996 se suprimieron por completo las leyes soviéticas en la nueva Rusia, el inventor del Tetris recuperó los derechos del juego.

Fundaron entonces The Tetris Company para comercializar estos derechos, mientras que junto con Pokhilko diseñan juegos como Welltris, Hatris y Faces, en un intento de repetir el éxito de Tetris, aunque sin tanto éxito ni fortuna.

La mayor parte de los empleados de la compañía trabajaba en oficinas instaladas en Rusia, donde la mano de obra y el precio del ingenio resultaban mucho más baratos que en los Estados Unidos.

Pese al éxito mundial del Tetris, las cosas no funcionaban bien para la compañía, que invirtió mucho dinero en el desarrollo de nuevos productos que no encajaron en el competitivo mundo de los videojuegos.

En 1998, las dificultades económicas de la compañía se hicieron casi insalvables. Mientras Pázhitnov emprendía una gira por Europa para buscar nuevos inversores que salvaran a la empresa, Pokhilko se quedó en los Estados Unidos tratando de pilotear en la tormenta, pero sumergido en una profunda depresión.

El psicólogo que había ayudado a desarrollar el Tetris no pudo tolerar la situación y se suicidó el 21 de septiembre de 1998. Antes de quitarse la vida, Pokhilko mató a su mujer y a su hijo de 12 años.

Dejó una nota que a muchos les resultó incomprensible: “He sido devorado vivo. Vladimir. Simplemente recuerden que existo. El diablo”.

Ese mismo día, llegó a las oficinas de la compañía un cheque de 200.000 dólares en pago de derechos que habría aliviado la angustia de Pokhilko. No alcanzó a enterarse.

Alexei Pázhitnov quedó desolado.

“Un juego sencillo”

Pese al desarrollo de nuevos juegos, mucho más sofisticados, el Tetris sigue siendo un juego de enorme popularidad, con una permanencia –en tiempos en que las innovaciones destruyen a los viejos juegos– que sorprende.

Hace dos años, hablando de ese fenómeno, Pázhitnov esbozó su teoría para explicarlo:

“Porque es un juego muy sencillo y es muy fácil progresar en sus niveles. Y por otro lado utiliza patrones que facilitan el aprendizaje: empezás muy despacio, en un nivel muy sencillo, y mejorás mucho. Eso es lo que te hace disfrutar, ver que mejorás. El tercer factor es que es un juego muy pacífico, no hay disparos ni sangre, no es violento, te da la impresión de estar construyendo algo, no de destruir. Por eso a todo el mundo le gusta el juego, incluso a niñas y mujeres. En los otros juegos, la mayoría de los usuarios son hombres y niños, pero el Tetris también les gusta a las mujeres”.

En la misma entrevista, le preguntaron si no pensaba que el Tetris era adictivo.

“No me parece. Estoy seguro de que no hace daño. En todo el mundo lo juegan millones de personas que están vivas y sanas”, respondió.

Recién el año pasado –a 48 años de la invención del Tetris– un jugador de la ciudad de Gammelstad, Suecia, pudo terminarlo. Es decir, completó el último nivel, logrando acomodar una última “L” después de la cual dejaron de caer nuevas piezas.

“Ha sido un verdadero calvario y muchos habíamos perdido completamente la esperanza de lograrlo”, dijo.

Al conocer la noticia, Alexei Pázhitnov le envió un breve mensaje: “Se acabó la pesadilla”, decía.


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