Inviernos de ayer y hoy en Punta Arenas
La pasada semana, la declaratoria de Emergencia de la comuna de Punta Arenas, producto de las intensas nevadas y luego con los abruptos deshielos, resultado de las fuertes precipitaciones de lluvia y de fuerte viento, mostró un invierno “a la antigua”. Anterior precedente, se tenía con similitud fuerza, a la presentada en el invierno del año 2015, que tuvo una mayor prolongación y permanencia de las nevadas.
Unido a lo que ha ocurrido en la última semana, las bajas temperaturas han mostrado un invierno como ya nos habíamos ido olvidando. Sin embargo el cambio climático presente en el mundo de hoy, así como ha afectado con fuertes temperaturas cálidas en estación de invierno al Chile central, también es plausible comience a tener inviernos más marcados, con más bajas temperaturas, intensas precipitaciones de nieve y agua y, cuanto efecto puede provocar un invierno duro e inclemente en esta parte del Austro chileno.
En estos días fue frecuente escuchar o ver en distintos chat, especialmente de los más antiguos vecinos (entre los que casi me cuento) el alarde y casi exageración que había significado la suspensión de clases y otras actividades en la capital regional.
Claramente la ciudad no es la misma que vivieron nuestros abuelos, padres o incluso nosotros en nuestra niñez y parte de nuestra juventud. En defensa de las decisiones tomadas por las autoridades, debo indicar que la extensión que ha asumido Punta Arenas, desde el extremo norte (Río Seco y sus alrededores) hasta el extremo sur (Río de los Ciervos y Leñadura) de casi 25 kilómetros de extensión y lo que significa ir desde su centro histórico y su Costanera en el oriente, hasta casi las barbas del Cerro Mirador en el Club Andino (poniente) son casi 8 kilómetros. Por otro lado no es sólo la extensión de los kilómetros señalados, sino que se debe transitar desde la cota 0 (cero en el nivel medio del mar) con la cota +220 en la laguna Lynch en tan pocos kilómetros.
Complejidades de distancias (extensión de la ciudad) y por ende, necesidad de gran cantidad de desplazamientos de sus habitantes, distintos impactos en las nevadas y en los deshielos dependiendo de la altura o cota de sus distintas áreas (centro, sector alto y sector periurbano alto). Alrededor de 15 mil personas viviendo en los sectores periurbanos, con altos niveles de precariedad y en la gran cantidad de casos, mínima o inexistente planificación (que habrá que ir “arreglando en el camino”) son alguno de los insumos y variables que se deben tener en cuenta.
Por otro lado, se debe agregar como otro insumo, un poco más de 70 mil vehículos son el parque que inunda nuestra ciudad y que marca lo hasta hace pocos años impensado, “tacos o atochamientos”, en particular en las denominadas “horas punta” es decir en los horarios de entrada y salida de los colegios y de los horarios de funcionamiento del comercio y de los servicios públicos.
Claramente la ciudad no es la misma. Tiene más medios, pero tiene más dificultades. Requiere más coordinación y más conocimiento aplicado.
Requiere conocimiento de su rodaje, sus costumbres, sus idiosincrasias, sus desplazamientos. La municipalidad es un ente clave y es parte de su deber, prever, coordinar, equiparse, en definitiva anticiparse a los eventos. La institucionalidad denominada Senapred (Servicio Nacional de Prevención de Desastres) sucesora de la Onemi, debe también ser proactiva y no sólo una “relatora”de los eventos. Deben propiciarse instancias de coordinación y de “planificación vinculante” para anticiparse y dotar de los medios y los procedimientos para los eventos de impacto para que no se transformen en desastre.
La última adquisición de maquinaria municipal para Punta Arenas, con financiamiento del gobierno regional, corresponde a un proyecto de los años 2014 y 2015. Claramente ya han pasado 8 a 9 años y esto debe reponerse, reforzarse y ampliarse.
Más equipos saleros, una motoniveladora más al menos, puentes mecano de corta o mediana extensión (ante el colapso de la gran cantidad de puentes urbanos), más equipos generadores eléctricos, un mayor stock de sal de esparcido y otros elementos que la extensión y sentido de esta columna no permiten su desarrollo.
En definitiva, un completo empadronamiento de los recursos existentes en Magallanes (en el ámbito público y privado), su ubicación, sus operadores, sus alcances, historial, unido a más equipamiento directo en los entes públicos y mayor coordinación son extremadamente necesarias, cuando previsiblemente tendremos inviernos más seguidos “a la antigua”.