Fenómeno Barbie: ¿idealismo plástico y comercial?
La campaña de marketing magistralmente presentada por sus productores tuvo un efecto mágico al despertar la curiosidad de miles de personas acerca del fenómeno y discusión que se ha provocado a su alrededor. Vincularla directamente con temas como el matriarcado o el patriarcado, considerando la influencia transversal que permea el razonamiento de las personas al establecer sus ideas respecto a estos temas, han provocado el interés de muchos individuos que al principio percibían a esta película sólo como un producto para niñas o una comedia de humor superficial.
A pesar de haber revisado críticas que prácticamente glorifican su puesta en escena como una oda a los ideales y valores con que se debería regir nuestro mundo, ante el regocijo de cómo las mujeres vencen al patriarcado para evidenciar su poder y mostrar que es el camino a la felicidad verdadera, creo que el principal valor de esta película es la estrategia con que fue promocionada para pretender entregar mucho más de lo que realmente es. Con gran manejo se le ha erigido como bandera de lucha de una causa indiscutible a un producto plástico (tanto como sus juguetes), lleno de clichés y estereotipos, difícil de comprender en sus absurdos pues no logran el propósito de una comedia, y aún más complicado de calificar como una representación de ideales al quedarse en la superficialidad de un análisis que sí parece satisfacer a ciertos grupos.
Las películas de orden comercial y orientadas al entretenimiento no tienen nada de malo, pues apuntan a un nicho de consumo claramente identificado, con objetivos claros que no pretenden mucho más allá que generar ganancias y hacer pasar un buen rato a su audiencia. Algunas con el tiempo incluso pasan a convertirse en emblemas kitsch, status negativo pero preferible a ser fagocitadas por el olvido. Lo que llama la atención de Barbie, más allá del atractivo diseño y colores que inundan la pantalla, es que una trama con mensajes simplistas y escaso análisis, sea evaluada por algunos grupos casi como un ejemplo a seguir, al develar verdades dirigidas a la liberación de las nuevas generaciones. Se pasó del estereotipo “princesas”, en que la mujer es un ser indefenso que sólo puede ser liberada del peligro y encontrar su felicidad gracias a un hombre, a una construcción representacional del rol femenino donde todas sus desventuras son producto del patriarcado, representado en hombres torpes, inseguros y escasamente asertivos. Se pasa desde el romanticismo de las heroínas de antaño, a la ausencia total de atracción o desarrollo de sentimientos hacia los hombres, ya que éstos parecen preocupados sólo de someter y pelear entre sí, resultando poco atractivos y atentando en contra de su independencia como mujeres empoderadas. Si bien presenta que la mujer puede llegar a ser lo que se proponga (muy buen mensaje), con innumerables Barbies desempeñándose en todo tipo de roles, trabajos y oficios, llama la atención que a la Barbie madre no se le muestre, incluso explicitando que se le descontinuó, en una clara desvalorización de un rol que para muchas mujeres es el más importante de sus vidas, entregando un mensaje implícito que el éxito y la trascendencia parecieran no ir de la mano con la crianza.
El feminismo es una corriente importante y de gran valor cuando dignifica a la mujer en sus derechos, libertad e innegable importancia en nuestra sociedad, para igualar con el hombre sus oportunidades de desarrollo, elaborando un proyecto de vida según lo que elija libre e informadamente, integrándose a una comunidad en que se complemente con el hombre en diferentes ámbitos que van desde la pareja hasta la familia si así lo desea, en lugares de trabajo, estudio, comunitarios, etc. Estereotipar al hombre en un análisis de confrontación permanente y denostativa, para prescindir de él o sólo relacionarse de manera utilitaria, es caricaturizar al feminismo haciéndole un flaco favor, pues es simplemente llevar el péndulo al extremo contrario, impidiendo un análisis más profundo que busque un complemento basado en el respeto posibilitado por la inteligencia racional y emocional.
Por esto, creo que esta película es para entretener y no mucho más. Pretender erigirla como una oda a los nuevos tiempos parece resultar más una estrategia comercial dirigida al marketing, a menos que genuinamente pretendamos que las nuevas generaciones de niñas adopten valores relacionados con un simplismo estereotipado reducido a un patriarcado nefasto y a un matriarcado
luminoso.