¿Qué puertos necesita Chile?
Por Edmundo González Robles
Presidente de la Liga Marítima de Chile
Sabido es que la globalización es intercambio de bienes entre países, que en este siglo XXI, en la era del Pacífico, la interdependencia continuará aumentando.
Más del 90% del comercio internacional chileno se mueve por la vía marítima, que se vincula con un hinterland productor/consumidor a través de un punto de transferencia en la costa entre el océano y la tierra, el cual facilita la competencia de los productos en los mercados, generando, a la vez, muchos puestos de trabajo y exigiendo vialidad rodo o ferroviaria y, eventualmente, ductos para aprovechar los más de 4.000 km del litoral que Chile posee en el Pacífico.
Estos son los puertos comerciales, que los hay de varios tipos. Chile tiene el imperativo estratégico de desarrollarlos permanentemente, pero en esta breve columna queremos llamar la atención sobre 3 casos que, en nuestra opinión, requieren urgentemente avanzar en su planificación de largo plazo:
La zona central, capaz de cubrir hasta el centro argentino y sur brasileño, necesita que el complejo portuario San Antonio-Valparaíso-Quintero sea capaz de atender eficientemente las demandas del año 2033, ojalá con el túnel de baja altura en el paso del Cristo Redentor.
La Antártica requiere un apoyo logístico integral desde la posición estratégica más ventajosa para ese continente, Punta Arenas, que lleva mucho tiempo solo pensando y sin concretar la creación de aguas protegidas para las transferencias de cargas y pasajeros; esto, además, otorga una posición y ventaja geopolítica a Chile, ad portas de exportar al mundo desde esa ciudad puerto el prometedor combustible limpio del futuro, el hidrógeno verde.
Los mayores volúmenes que se espera crucen entre el Asia y América del Sur demandan la creación de puertos “hub”, de grandes dimensiones y capacidades extraordinarias para atender a todo el Cono Sur americano. Los estudios para desarrollar Mejillones y unirlo a baja altura con el puerto de Santos e intermedios, constituyéndose en el gran distribuidor de cargas, lo señalan como muy conveniente y ventajoso, pero no puede perder la carrera por falta de voluntad, menos aún ante el evidente desafío del puerto sino-peruano en Chancay.
Estas sugerencias, con las que pretendemos contribuir a las políticas públicas para el desarrollo nacional, son solo los títulos; tenemos la capacidad tecnológica y organizacional para arribar a buen puerto: sólo falta la voluntad política de su empleo y la visión futura de un Chile más próspero.