¿Israel contra la Onu?
El áspero diálogo entre el Secretario General de las Naciones Unidas y el embajador de Israel puede parecer inédito, pero es el reflejo de una situación recurrente en los últimos años. Es como la rebelión de un hijo pródigo: con un pasado milenario, el moderno estado de Israel debe precisamente su existencia a la Onu.
La organización que sucedió a la Sociedad de las Naciones decidió el 29 de noviembre de 1947 la división del territorio de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío. Era una clara consecuencia del horror que conmovió al mundo tras conocer la realidad de los campos de exterminio nazis. Los judíos aclamaron la medida; no así una mayoría árabe. Paralelamente, los británicos, que gobernaban la región por mandato de la Sociedad de las Naciones, anunciaron su retirada.
El 14 de mayo de 1948 el Estado de Israel declaró su independencia. Como dice su himno nacional, Ha tikva (La Esperanza), por dos mil años el pueblo judío había estado esperando el retorno al que consideran su hogar ancestral. Lo había logrado gracias a la Onu cuya opinión ahora les molesta. La chispa fue una declaración del secretario Antonio Guterres quien condenó los ataques de Hamás pero también acotó que “no vienen de la nada, sino de 56 años de ocupación”.
Insistió más tarde en haber “condenado inequívocamente los actos terroristas horribles y sin precedentes cometidos por Hamás… Nada puede justificar el asesinato deliberado, hiriendo y secuestrando a civiles, o el lanzamiento de cohetes contra objetivos civiles”. Pero se refería también y así se entendió a la consternación producida por las duras acciones que en varios lugares de Gaza no han dejado piedra sobre piedra.
Todavía podría faltar algo peor.
Benjamín Netanyahu, luego de nombrar un gabinete de unidad nacional, comunicó que esta instancia será clave al determinar el inicio de la invasión terrestre. La decisión es más difícil de lo que parecía. Hasta el jueves sólo se sabía de un ensayo con tanques para preparar el campo de batalla. Las inesperadas fallas de la inteligencia que hicieron posible el éxito del ataque de Hamás, complican las represalias. Se trata de un territorio donde se mezclan civiles y milicianos y cuya geografía incluye “una telaraña de túneles como señaló una rehén recién liberada. En segundo lugar, y este es un tema del cual trasciende poco, es que en la Fuerza de Defensa de Israel, como corresponde a una nación de profunda raíz democrática, hay numerosas voces disidentes. La larga y profunda crisis desatada por Netanyahu contra el Poder Judicial, se tradujo en una serie de manifestaciones populares a las que no son ajenos los militares.
La primera opción, después de los bombardeos masivos, ha sido de actuar contra blancos humanos precisos: la semana pasada se informó de la muerte del “número dos” de la Dirección de Inteligencia del grupo Hamás, Shadi Barud. Considerado coautor intelectual de los ataques del pasado día 7, murió en un bombardeo de la Fuerza Aérea. En un comunicado, el Ejército informó que se había diseñado un plan para atacar y acabar directamente con Barud.
No se ha descartado la invasión, pero este camino, más lento y difícil, podría impedir el agravamiento de las malas relaciones con Naciones Unidas.