Demoliendo hospitales
Charly García demolía hoteles, en Punta Arenas demolemos hospitales. Qué tristeza y decepción me produce como puntarenense y como profesional de la construcción con 30 años de experiencia el que los que toman decisiones respecto de la infraestructura pública (la institucionalidad pública, es decir, el Mop y el gobierno regional) estén optando por la alternativa más básica, que es anunciar demoler nuestro viejo Hospital Regional, toda vez que se ha sido incapaz por espacio de casi 13 años de lograr desarrollar un proyecto de restauración y/o reciclaje de un edificio de casi 18.000 m2 de planta física. Una farra de país millonario, cuando lejos estamos de serlo.
Digamos a favor de la calidad estructural del edificio del ex hospital que, a simple vista, se encuentra sin evidentes problemas, que los edificios destinados a hospitales poseen coeficientes de seguridad estructurales mayores a los de cualquier otro destino, por lo que, en simple, tiene una reserva considerable en materia estructural. El deterioro que usted ve en ventanas, puertas o en rayados corresponde a lo que se denomina, obvio nada nuevo, a las terminaciones que evidentemente hay que reponer por materiales que hoy tienen una calidad superior, por ejemplo en materia de aislación térmica y acústica, como las ventanas, revestimiento y cubierta que bien deben revisarse y reponerse.
Claramente mis colegas profesionales se han puesto haraganes, cómodos con sus sofisticados equipos y programas. Los directivos de los Servicios Públicos, técnicos-políticos, tienen una papa caliente y, como en el chiste, mal chiste, es más fácil vender “el Sofá de Don Otto”, en este caso, demoler toda evidencia de desidia, incompetencia y zafar. Serán cerca de 80.000 m3 de demolición de una estructura que tenía una vida útil aún bastante larga.
En Río Gallegos, hace varios años, se construyó el nuevo Hospital Provincial de Santa Cruz, pero los argentinos no demolieron el viejo hospital y lo reciclaron para otros usos públicos a bajo costo. En esto no se complican, son más sabios, aunque en otras materias nos parezcan paralizados o en decadencia. No somos los Emiratos Árabes. Somos un país pequeño, que hoy se encuentra con aún muchas carencias, nos gastamos como país las reservas que tanto había costado juntar, las crisis nos golpean más, pues somos un país pequeño, desigual y que sólo tiene éxitos con disciplina y austeridad.
La incapacidad política regional para liderar a los técnicos y no comprarse argumentos débiles y profesionales de los ministerios apoltronados sin imaginación y osadía controlada hacen un caldo perfecto para botar no más, total hay plata o habrá suponen. Cuando tanto se habla de la huella de carbono, de emisiones cero, de sustentabilidad, gastar enorme energía y recursos financieros para demoler tamaña estructura no es muy consecuente con el discurso fácil y vendedor del ambientalismo sin fondo. Palabra y acción. Eso se requiere.
No he tocado aún el importantísimo aspecto histórico-patrimonial, y con esto no me refiero a arquitectura academicista o con reminiscencias Neo-Clásicas que abundan y “aggiornan” nuestro Centro Histórico, (y que gracias a Dios hemos conservado), sino que me refiero a que probablemente no hay otro edificio en la ciudad de Punta Arenas con más historia personal, familiar, de arribo, de nacimiento, de alegría y también, ¿por qué no?, de dolor, pero de dolor humano, que al fin es el que nos hace mantenernos vivos, como el que tiene y tuvo el viejo pero aún firme, hospital regional de calle Angamos.
Sólo el viejo Gimnasio Cubierto o de la Confederación (que fue demolido ante nuestros ojos hace 17 años), quizás poseía la historia colectiva, la memoria de ciudad, como el viejo hospital regional, que hoy se piensa demoler por alrededor de 5 mil millones de pesos. Si es que las grandes constructoras a las que estará abierta esta licitación no deciden e imponen costos aún mayores. ¿No será mucho?
Creo que estamos a tiempo. Remodelar, reciclar o readecuar siempre es complejo, pero, ¿para qué estamos? ¿Para hacerla fácil? ¿Para borrar así de un plumazo nuestra historia? ¿Nos sobra el dinero? ¿No hay valentía y arrojo en los nuevos profesionales? ¿O sólo estamos para la crítica en los chat o en el café?
Por el bien de Punta Arenas, espero no sea demasiado tarde y no sigamos demoliendo y abandonando la antigua infraestructura pública, la cual nos pertenece a todos. Necesidades hay muchas y este no es el camino.