Máquinas que piensan
La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en un tema “top”. En el último tiempo ha ganado fervientes admiradores y no pocos críticos que alertan sobre sus eventuales peligros. La semana pasada la noticia fue que en Estrasburgo el Parlamento Europeo aprobó la primera ley en el mundo a fin de regular su uso.
“Europa es ahora un referente mundial en inteligencia artificial”, dijo el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton. Acotó que “estamos regulando lo menos posible, pero todo lo necesario”. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, puntualizó que se trata de “un marco pionero para la IA innovadora, con límites claros”. Recalcó que la legislación, que todavía debe ser aprobado por los países integrantes de la Unión, “beneficiará a la fantástica cantera de talentos de Europa” y que “sentará las bases de una IA fiable en todo el mundo”.
Con una mayoría abrumadora (523 votos a favor, 46 en contra y 49 abstenciones) el Parlamento Europeo dio su visto bueno al acuerdo previo logrado por representantes de las instituciones comunitarias.
¿Qué es lo que se aprobó?
Según un resumen de la agencia EFE, “la ley de inteligencia artificial… permite que las fuerzas del orden puedan emplear las cámaras de identificación biométrica, con previa autorización judicial, para prevenir una amenaza terrorista inminente. También para localizar o identificar a una persona que haya cometido delitos de terrorismo, tráfico de personas, explotación sexual o, por ejemplo, un crimen medioambiental, así como para buscar a las víctimas de estos delitos”.
Aparte del resguardo de la seguridad pública, la ley establece una serie de obligaciones para los sistemas en los cuales se basan programas como ChatGPT, de la empresa OpenAI, o Bard, de Google. “En concreto, anotó EFE, “tendrán que especificar si un texto, una canción o una fotografía se han generado a través de la inteligencia artificial y garantizar que los datos que se han empleado para entrenar a los sistemas respetan los derechos de autor”.
Este punto se entiende más claramente cuando se explica cómo funciona la IA. Un informe de la BBC planteó que hay que pensar “en un chatbot como si fuera un loro”. (Un chatbot es un programa informático que utiliza inteligencia artificial y procesamiento del lenguaje para comprender preguntas y automatizar respuestas). El loro, agrega la BBC, es “un imitador y puede repetir palabras que ha escuchado con cierta comprensión de su contexto, pero sin un sentido completo de su significado. Los chatbots hacen lo mismo -aunque a un nivel más sofisticado- y están a punto de cambiar nuestra relación con la palabra escrita”.
La capacidad de estos programas les permite considerar no solo palabras individuales, sino oraciones completas y comparar el uso de palabras y frases en un párrafo determinado con otros ejemplos que se le han entregado anteriormente. Usando estos miles de millones de comparaciones es capaz de leer una pregunta y generar una respuesta. Esta capacidad incluye la posibilidad de aprender las reglas de la gramática y averiguar el significado de palabras por sí mismos, sin asistencia humana.
Este es el fantástico logro de la Inteligencia Artificial. Pero es también la fuente de los temores que ahora se pretende regular.